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Manu de la Sota, presidente del Athletic y del juego limpio
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Manu de la Sota, presidente del Athletic y del juego limpio

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Iñaki Anasagasti
El senador Iñaki Anasagasti escribe en ElDesmarque.
El senador Iñaki Anasagasti escribe en ElDesmarque.

Hoy, 24 de marzo de 2018, recuperamos por su interés en ElDesmarque un artículo realizado (expresamente en esta misma fecha para nuestro medio nativo digital) por el político Iñaki Anasagasti, referido al Athletic Club de Bilbao.

"Me piden una colaboración sobre el Athletic y acepto el encargo recordando una figura casi desconocida que presidió el club entre 1926 y 1929. Se trata de Manu de la Sota y Aburto quien fue el presidente que encaminó el Athletic hacia los nuevos tiempos del fútbol profesional. Dejó de herencia el gran equipo de los años treinta. En sus tiempos estuvo a punto de cambiar la ubicación  del campo de San Mamés a Torremadariaga en Deusto. Los terrenos sufrieron las vicisitudes de la guerra posterior.
Conocí a Manu Sota cuando, refugiado en Biarritz vivía con su hermano Ramón, que había sido presidente de la Diputación de Bizkaia, en su villa Etcheperdia. Manu había sido un colaborador directo del Lehendakari Aguirre en su época de Nueva York y había hecho un trabajo extraordinario en la delegación del Gobierno Vasco en la ciudad de los rascacielos. Su perfecto inglés aprendido en Cambridge, su porte de gran caballero, su capacidad para escribir buenos relatos y su entrega, hacían de él un personaje muy atractivo.
Su sobrino Patrick de la Sota, que fue presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao, me hizo entrega de un descargo de su tío ante la Asamblea del Athletic que me sirve para esta colaboración. Mas que mis letras, juzgo de mayor interés para la historia lo que en su día Manu Sota, como presidente del Athletic, puso a consideración de los socios, cuando bajó la persiana".

He aquí su discurso:
Yo no pensaba mis queridos consocios, hacer uso oratorio de estas cuartillas, porque cada vez tengo menos apego a las palabras bajo su aspecto volátil y volatilizable. Pero después de las elocuentes palabras del Sr. G. en las que quiero adivinar palabras amables que agradezco mucho, y palabras de censura que no he de agradecer menos, ya que si humano es el error no tiene nada de inhumano el censurar, yo también me siento con aliento suficiente, para echar mi cuarto a espadas, lo más en consonancia posible con éste local tan empapado de armonía.
Y no lo hago por dar la razón al proverbio que dice que “el que calla otorga”, ya que en mi opinión, en todo hombre que calla hay un filósofo escondido, aunque tal vez, tratándose del presidente de una sociedad tan importante como el Athletic Club, se podría reputar la filosofía del silencio, como un achicamiento sin filosofía ninguna. Además, que hay ovaciones desconcertantes; los aplausos dirigidos a un orador, muchas veces, más que un homenaje tributado a aquel señor, suelen ser como un pateo tributado a otros señores que guardan una mudez prudencial.
Y conste que con esto no quiero restar importancia a los aplausos que habéis otorgado al Sr. G.; no todos conocéis sus méritos y virtudes, no quería más que sacar a la superficie, una intención que, tal vez sin daros cuenta, dormía en vuestra subconsciencia.
La posición de esta Junta Directiva en los actuales momentos, es parecida y me perdonaréis el prosaico símil, a la de esas cocineras despedidas por no saber guisar, de la que una vez despachada, se dan excelentes referencias. Nosotros agradecemos mucho esas referencias, pero seguimos convencidos de la honradez culinaria de nuestros guisos, y si nos vamos es, porque el fogón daba mucho calor últimamente. Se nos quiere despedir con todos los honores custodiados por una pareja de ángeles de la guarda, pero barrunto que también esta pareja, lleva debajo de las alas, sus tricornios de charol. 
Y quiero hacer constar, que no guardamos la menor animadversión, hacia los firmantes del copioso epistolario, que ha aparecido estos días en la prensa, y que yo llamo familiarmente el “manifiesto de la Casa de la Villa”, y que demuestra que en las oficinas municipales, son tan capaces de fraguar anexiones que expulsiones. Antes por el contrario siento un sincero agradecimiento, hacia estos señores, que han servido de ventilador para aliviar los ahogos de esta cocinera medio asfixiada.
No vengo aquí a hacer una defensa de nuestra actuación en la Junta Directiva de nuestro Club. Creo que no ha sido peor ni mejor que otras; creo que ha sido tan mala que la de las demás; porque, aunque sea amargo declararlo, solamente los cargos bien retribuidos, son los muy bien desempeñados. Hay que reconocer que nos hallamos en tiempos de profesionalismo en todos los órdenes de la vida, aunque reconozco también, que si los cargos directivos de nuestro querido Club, llevasen ajeno un sueldo, el cariño por nuestros colores se desarrollaría de una manera insospechada.
No creo que la adquisición de los terrenos de Torre Madariaga ha sido un éxito sin precedentes, ni creo que la actuación de nuestro equipo ha constituido un fracaso sin precedentes. No; hay que dar a las cosas su verdadero alcance. Bien es verdad, que todos estamos acostumbrados a dar primordial importancia, a los resultados de nuestro equipo en el campo de juego, relegando al olvido, a los que, por ejemplo, con tenacidad y celo admirables, consiguieron construir el Campo de San Mamés, verdadero y primordial base del resurgimiento de nuestra sociedad.
Se ha hablado mucho del asunto de entrenador. Al prescindir esta Junta Directiva de los servicios de un entrenador, sabía perfectamente el cúmulo de responsabilidades que recaían sobre ella, ya que, todos reconoceréis, que una de las misiones del entrenador, es servir de pararrayos a la Junta Directiva, atrayendo hacia sí, censuras, que sin su presencia, recaerían directamente sobre los Junteros. Por nuestro Club han desfilado 6 o 7 entrenadores, y me parece que ninguno ha satisfecho  plenamente; Nos ha ocurrido lo que al señor, que entra a comprarse un sombrero, y unos le quedan chicos y otros le quedan grandes, porque no se da cuenta de que tiene la cabeza llena de bollos.
Por estas razones, quisimos hacer este ensayo que nos ahorraba un serio puñado de miles de pesetas. Pero una vez pasado este periodo de prueba, me he convencido plenamente, que un entrenador es necesario, más que para aleccionar a los jugadores, para servir de ese pararrayos de que os he hablado antes, que desvía las tormentas que amenazan descargar sobre la Junta Directiva.
Quiero también –porque considero un deber de conciencia y porque sobre todo la amistad me exige- alzar mi voz en defensa de nuestros jugadores. A pesar de todo lo que se ha dicho sin bases fundadas, no hemos tenido el más leve caso de indisciplina, y antes por el contrario, todos ellos han sido modelos de obediencia y afinidad con los directores. Estoy seguro de que si no han triunfado como se merecen, más se debe a falta nuestra, que a negligencia de ellos.
Por mi parte puedo decir, que una de las cosas que más entrañablemente llevo guardada en mi corazón, al dejar el Athletic Club, es la amistad y cariño de este grupo de excelentes muchachos, verdaderos ejemplares de toda la alegría y caballerosidad de nuestro pueblo, que si no han podido dejar el pabellón de nuestro Club, a la altura que todos y ellos deseábamos en el campo de juego, han sabido colocarlo en otros sectores de la vida, donde solamente puede hacerlo un pedazo de una juventud como la nuestra, tan llena de honradez y hombría de bien. Y esto, señores, ya es bastante, y más que bastante, porque son ellos los verdaderos embajadores del Athletic Club.
Y termino. No he dicho mucho, pero tampoco os diré mucho más. En realidad, una Junta Directiva no es más que una representación de la voluntad de los socios. Aquella debe de pulsar la opinión de estos y tan pronto como adivine que se halla falta de su confianza, presentarles la renuncia de sus cargos, sin sentir el menor agravio, ya que no puede tener más que motivos de agradecimiento hacia los que en ella depositaron voluntariamente su confianza. Nuestra dimisión, por lo tanto, no obedece a ningún motivo de despecho; no hemos hecho otra cosa que depositar en Nuestras Manos los nombramientos que tan generosamente nos otorgasteis. Creemos interpretar así, los principios democráticos que animaron a nuestra sociedad, principios que no deben de dejar de inspirar nunca, sus reglamentos y estatutos.
Así es que, queridos consocios, vosotros vais a decirnos si admitís la dimisión de nuestros cargos, en cuyo caso, esta asamblea se dedicará escuetamente, a tratar del asunto de la convocatoria: nombramiento de un Comité para resolver los asuntos de entrenador y jugadores.
En el caso de que no aceptaseis nuestra dimisión, esta Junta Directiva se creería animada por vuestra confianza, y seguiría colaborando con el mismo entusiasmo que lo ha hecho hasta este momento, en los pocos días que le quedarían de existencia, y convocaría en el plazo más breve posible, a una junta extraordinaria antes o después de la ordinaria, para la modificación del reglamento, y a la general ordinaria para daros cuenta de nuestra gestión en el presente año.
Permitidme que al marchar –pues esta es la última vez que tendré el honor de presentarme ante vosotros- os agradezca desde lo más hondo de mi alma, por la benevolencia que inmerecidamente habéis tenido para conmigo. Al irme, con toda la pena con que se deja la vieja casa solariega donde se ha vivido seis años, os voy a decir como el chiquillo a quien le riñen por haberse sentado en el sillón presidencial: “Perdón pero no lo haré más…”.
Y ahora señores socios del Athletic Club, en vosotros que sois la suprema autoridad de la sociedad, depositamos los cargos que nos conferisteis: a vosotros os toca decidir si admitís o no admitís nuestra dimisión.
En vista de que por aclamación no admitís nuestra dimisión, nosotros la retiramos muy gustosos, y os expresamos nuestro profundo agradecimiento, por haber depositado nuevamente vuestra confianza en nosotros. Huelga por lo tanto el nombramiento de un Comité con atribuciones especiales.
Como últimamente han aparecido en la prensa, muy interesantes proyectos sobre modificación del Reglamento, esta Junta Directiva se cree en el deber de convocar en el plazo más breve posible –si vosotros lo juzgáis conveniente- a una Junta General Extraordinaria en la que se discutirán las proposiciones presentadas por los señores socios, Junta que se celebrará, antes o después, de la General Ordinaria, en la que os daremos cuenta de nuestra gestión en el presente año.
"Hasta aquí el presidente del Athletic Manu Sota, ejemplo de caballero y juego limpio. Otros tiempos...".
Por Iñaki Anasagasti Olabeaga, senador de EAJ/PNV por Bizkaia 
 

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