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Fútbol & Música: ayer tuve un sueño europeo
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Fútbol & Música: ayer tuve un sueño europeo

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Fútbol & Música. Dos de mis pasiones. Ambas tienen la capacidad de pegarse a los momentos. Algunas canciones nos recuerdan a determinadas personas o a determinados momentos y hay hitos futbolísticos que los recordamos perfectamente y nos recuerdan a la gente con la que estábamos, a la gente que nos faltaba en ese momento o incluso nos pueden recordar a que no recordábamos nada debido a la efusividad etílica con la que abrazamos el momento.

Tanto en el fútbol como en la música he encontrado eso que se llama “escaparse de la realidad”. Esto me ha pasado especialmente componiendo canciones y jugando a fútbol. Eso que los científicos llaman “el flujo”. Es algo así como que el tiempo real y el que vives son distintos.
Es cuando consigues concentrarte y disfrutar de algo tanto que te olvidas de todo lo que no sea esa actividad y todo lo externo a ella queda en suspenso como si no existiera. Cinco minutos tomando té y pastas con tus suegros pueden ser como 4 horas “reales” y 90 minutos de patxanga con los amigos puede ser como 5 minutos (o al revés, ya que para ser justos hay suegros muy majos y también amigos que no saben ni atarse las botas y te joden la patxanga con esa ubícua cualidad en los partiditos entre amigos llamada “no conocer nuestros propios límites como futbolistas y creernos Van Basten”).  Me gusta mucho una frase que le oí al mejor escritor de canciones en castellano de la historia (Serrat): “hay dos tipos de canciones, las buenas y las malas”. Extendido al fútbol sería algo así como: “Hay dos tipos de equipos, el Athletic Club y los demás”. Y es que es verdad además. Con sus virtudes y sus defectos, pero es “otra cosa”. Y no es chauvinismo.  En música soy como un soltero un sábado a la noche con 25 birras entre pecho y espalda: soy muy poco estrecho. Me gusta un poco de todo. No soy de géneros. En todos encuentro cosas que me gustan mucho y cosas que no. Me gustan hasta las lágrimas muchas cosas de Bach, o del músico más emocionante de los últimos años (Ennio Morricone) o de Astor Piazzola.
Y algunas composiciones de estos enormes músicos no me gustan. Nunca me he sentido culpable por escuchar algo de alguien muy grande y decir que a mí no me gusta. No hay que tener miedo de decir que el rey está desnudo por mucho que sea el rey. Ni tampoco hay que sentirse culpable de escuchar la mayor horterada de la tierra y decir: me encanta!
No me siento culpable de decir que “Back for good” de “Take that” una boy-band de mi época es una grandísima canción mejor que discografías enteras de grupos de los más diversos estilos. Me alegré escuchar a Chris Martin de Coldplay opinar igual. Bien. Vamos a subir el nivel. Me gustan más y me han hecho disfrutar muchísimo más algunas canciones de Raffaella Carrá que algunas canciones de los Rolling. Ahí queda eso. Y no quiere decir que los Rolling no me gusten. Quiere decir lo que quiere decir.  Reconozco que lo que más me pone son las composiciones clásicas. Para mí es incomparable con nada. No soy un experto en nada y tengo insuficiente bagaje en general en todo, porque soy una persona inconstante por naturaleza; pero entre estas cosas que con constante inconstancia hago: me gusta leer, siempre estoy dispuesto a ir a ver alguna expo a un museo si cuadra y he tirado muchas horas de mi vida universitaria en los cineclubs viendo películas húngaras de los años 40 (como me vacilan mis amigos).
Pero a excepción de la música instrumental , las demás artes necesitan representar el mundo real para expresar emociones. El pintor pinta “algo”, el escritor escribe “sobre algo”, la peli va de “algo”. Sin embargo en la música clásica por ejemplo , se trata sólo de una combinación apropiada de sonidos y por lo tanto no hay referencias al mundo real (sensible) y pueden derrumbarte de emoción algunas de estas composiciones sin hablar “de nada “ realmente. Y es mágico eso.  Siempre he pensado que las canciones son como las personas. Las hay amables, las hay hermosas por fuera y por dentro o por fuera o por dentro sólo, las hay rabiosas, las hay moñas, las hay sofisticadas, las hay crudas, las hay almibaradas, las hay canallas…  Una idea que me acaba de venir a la cabeza y que no tiene nada que ver directamente con el párrafo anterior: No hay más que oír hablar al 96% de los futbolistas para confirmar la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner. ¿Cómo puede ser que alguien con un discurso verbal tan pobre y limitado puede tener una visión espacial y una habilidad tan grande para crear algo tan hermoso? En el fútbol se consigue muchas veces un nivel de tensión y de emoción que ya quisiera para sí la mejor obra de teatro del mundo o la más hermosa de las canciones. Poesía en movimiento.  Entre los músicos, muchas veces, el éxito suele ser inversamente proporcional a la calidad. A más calidad (músicos preparadísimos de Jazz, por ejemplo) más hambre y ostracismo. Siempre que oigo la palabra “ostracismo” me apetecen ostras. Otra de mis pasiones es: comer. Sobre un mantel soy muy abierto y muy ecléctico también. Aprecio igual o menos unos buenos percebes que un tomate de Maruri en temporada (y mira que me gustan los percebes). Me gusta tanto o más una buena alubiada o unas alcachofitas de temporada que un buen chuletón en el Kerren donde Txupete, y mira que está cojonudo (el chuletón y Jontxu, los dos… 😉  Y ahora que hablamos de comida, dejémoslo. He visto llegar al primer nivel futbolístico a gente con las mismas ganas que otros pero con mucho menos talento. Es importante la suerte también. Estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, pero que siempre el renacimiento te pille con los pinceles en la mano. Si perseveras y tienes talento y ganas, es mucho más difícil que no te salga.  Para finalizar con este mejunje diré que para mí de entre todos estos placeres mencionados, el que más me ha hecho disfrutar y con el que me quedo (por encima de Bach, del cine checo de los 50, de Delacroix, de Luis Cernuda, de Morricone o incluso de una buena mariscada donde “Sabino” ) es con la mágica e incomparable sensación de hacer un caño. Eso sí que era poesía pura…  La UEFA se está empezando a poner a tiro. No quiero decirlo muy alto pero ayer tuve un sueño…   Aupa Athletic!
Por Gorka Alvarez, ex futbolista, cantante de 'El Mentón de Fogarty' 

www.facebook.com/elmenton
Otro artículo de Gorka Alvarez: "El Athletic Club de Holanda"

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