Athletic, de los principios a las finales

Dejamos atrás unas fechas en las que, inevitablemente, todos y cada uno de nosotros hacemos balance del año que fue y del año que vendrá. Días en los que echamos la vista atrás y, de un plumazo, degustamos los buenos momentos y tratamos de olvidar los malos.

En lo que al Athletic Club se refiere, 2015 ha sido un año absolutamente maravilloso por muchas razones.
Por fin, los fieles seguidores rojiblancos hemos podido saborear dos nuevos títulos.
Y sí, digo bien, el Athletic ha ganado dos títulos en 2015. Uno moral y otro oficial.
El primero de ellos nos dejó a todos ese mal sabor de boca tan recurrente en los últimos tiempos, aunque en realidad se tratara de una victoria aplastante.
La ilusión con la que, una vez más, vivimos la final de Copa se volvió a convertir en una nueva pesadilla para aquella espectacular marea rojiblanca que invadió Barcelona a finales de Mayo.
Pero aquel maravilloso desembarco en Barcelona, antesala del título de la Supercopa, volvió a demostrar lo que es el Athletic, un montón de FAMILIAS que sustentan, contra viento y marea, a la gran FAMILIA rojiblanca.
Todo un ejemplo de deportividad, entusiasmo, ilusión, educación, alegría y saber perder. Valores.
Las amargas lágrimas de aquella maldita noche en la Ciudad Condal se convirtieron en rías de felicidad en el mes de agosto, cuando, por fin, fuimos capaces de ganar a doble partido a nuestra gran bestia negra copera.
Y es este título, la Supercopa, que no vale nada cuando lo pierdes y lo vale todo cuando lo ganas, el que nos devolvió la fe en el Athletic y nos ratificó que continuamos por el camino correcto.
En un fútbol en el que hoy en día sólo prevalece el dinero por encima de todas las cosas, donde un subcampeonato es un fracaso, donde el lema que se transmite a un niño es que hay que ser guapo, rico y quizá buen jugador, el Athletic y su afición siguen fieles a sus principios.
Es realmente admirable escuchar a Ziganda decir que la formación de sus cachorros está por encima de muchas otras cosas.
Y es ahí donde el Athletic debe mantenerse firme.
La desoladora crisis que aún sufrimos ha hundido a muchos equipos con pies de ladrillo y ha dejado en evidencia la gestión de algunos de los mal llamados equipos grandes, fortaleciendo proyectos sólidos deportiva y socialmente, como es el caso de nuestro Club.
Me parece absolutamente necesario seguir siendo conscientes de que el Athletic, en este caso sí, es mucho más que un club.
Como ha ocurrido siempre, los jugadores de fútbol son un ejemplo para muchos niños que quieren ser como ellos. Como para estos jóvenes seguidores es harto complicado ver a sus ídolos en directo mientras el señor Tebas siga al frente de la Liga, habrá que tener especial cuidado, también, con el comportamiento de los jugadores fuera de los terrenos de juego.
Aspirar a conducir el coche que más caballos tenga, ponerse una mascarilla de pepino, exigir revisiones al alza del contrato cada vez que me enfado o me guiña el ojo el club de turno son actitudes absolutamente nocivas para la juventud.
Por todo esto me enorgullezco cada vez que voy a Lezama y compruebo la naturalidad, la cercanía y el magnífico trato de los jugadores del Athletic para con la gente que va a saludarles.
Creo firmemente que ahí empieza la grandeza de nuestro club.
Es en esa cuadrilla donde está cimentada nuestra identidad y donde están depositadas todas nuestras esperanzas. Cuidémosla entre todos y que el Club sepa alimentarla con jugadores que estén a la altura.
Que 2016 nos traiga muchas alegrías.
Por Agustín Presmanes Losada, Ingeniero de caminos 

@AgusPresmanes