A dejarse la garganta
Por Javier PadillaLa entente cordiale tenía visos de caducidad inmediata y su debacle se produjo en un entorno más propio de un patio de colegio que del palco de un gran club centenario como es el Real Betis Balompié. La mitad del país que había optado por no ver Dolce Vita (Tele 5) o la gala de calificación para Eurovisión (La 1ª), tuvo al final la dosis de morbo y trifulca “barriobajera” que habían conseguido sortear sólo un canal antes. Los compañeros de LaSexta asistían perplejos a un show en el que la carnaza cotizaba bajo por mor de unos dirigentes que, en lugar de ocultar un enfrentamiento absurdo, luchaban por hacerse un hueco en prime-time para contar, por episodios, la historia de esperpento. Que si la efigie del máximo accionista del Betis estorbaba, que si uno empuja al otro y casi lo estampa por las escaleras, que si el Sevilla ha rechazado un obsequio -¡ojo! Que no un premio- , que si Del Nido ha demostrado una vez más cómo es…al final faltó un “Seño, seño, Manolito no me deja, castíguele sin recreo”. Petardazo ante miles de espectadores. Sin embargo, al margen del lamentable espectáculo, lo preocupante es que la pelea que han mantenido las dos pandillas rivales en el recreo de un patio de colegio se puede convertir en una lucha entre pandilleros de barrio y desembocar en tragedia propia de Latin Kings y Ñetas. Cuando la cordura parecía haberse instalado en el fútbol sevillano –y nada más que la guasa daba lugar a los excesos tolerados- un absurdo incidente viene a cargar de sinrazón a unos cuantos para montar un lío en el derbi copero. Mientras tanto, todo hay que decirlo, los jugadores daban ejemplo de señorío trabajando donde hay que hacerlo, en el terreno de juego, sobre el césped, allá donde se decide una realidad que muchos olvidan: el fútbol es un deporte que ven miles de personas que pagan por una entrada o por un abono habiéndose privado de otros vicios y pasiones y que lo último que desean es presenciar algaradas de semejante calibre. Lo único que les queda a los dirigentes de ambos clubes es dejarse la garganta durante las próximas dos semanas para convencer a quien sea necesario de que la violencia no lleva a ninguna parte. Les costará trabajo que alguien les crea, pero no les queda otra si quieren que la parte cuerda de cada afición deje de pensar que bajo tanto traje y tanta corbata roja y verde se esconden fundamentalismos y odios que sólo ellos comprenden y que pocos toleramos.padysan@gmail.com
