Querido Willian

Los dos últimos partidos del Zaragoza admiten lecturas diferentes: Por un lado, se puede concluir que si, jugando tan mal, el equipo aragonés ha sido capaz de sumar 4 de 6 puntos posibles, cuando mejore adquirirá una velocidad de crucero inalcanzable para el resto de competidores. Pero también las dos últimas contiendas se pueden interpretar como un aviso hacia un Zaragoza al que los sudores fríos acumulados tanto ante el Albacete como en Tenerife le indicarían que ese no es el camino.

 
Cada uno es libre de acogerse a una u otra aseveración. Lo que no admite discusión es que los de Carreras siguen en play off, a idéntica distancia del ascenso directo y del liderato, que la racha de partidos sin perder asciende ya a siete y, lo más importante, el equipo sigue siendo competitivo. El Heliodoro confirmó cosas que ya se saben. Como que el Zaragoza tiene mucho atrás –tremendo otra vez Rico esta vez de central y enorme también Guitián—y mucho menos arriba, donde, como al final del mercado invernal, sigue dando la sensación de que falta algo.
El caso es que el Zaragoza es uno de los menos goleados de la liga y el mejor en esta faceta fuera de casa, lo que obliga a relamerse pensando dónde podría estar el equipo si tuviera mayor capacidad goleadora o por ejemplo a Willian José, al que algunos --como el anterior entrenador-- menospreciaban e incluso despreciaban el año pasado. Pero la senda elegida también es válida. Así subió el Sporting el año pasado, sin mucho gol pero con el cerrojo en la portería. Aunque también es cierto que no lo hizo el segundo menos goleado --el Girona-- y sí los más goleadores –Betis y Las Palmas--. Otra vez vía libre a la doble lectura.
Más allá de los números, las sensaciones presentan a un Zaragoza algo rebajado en los últimos partidos, pero sigue sumando, así que convendría no dejarse llevar por el derrotismo –tan característico del zaragocismo—, confiar en quien ha dado motivos para ello y valorar más lo que se tiene. Ahora, al menos, el Zaragoza juega con lo mejor que tiene, que es mucho, y no se relega a puntales básicos comparándolos con luces intermitentes. ¡Ay Willian, quién te pillara!