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De los muros de Liverpool a seleccionador de México
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De los muros de Liverpool a seleccionador de México

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Miguel Ángel Vara

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Juan Carlos Osorio no es un técnico de renombre en España. De hecho, al aficionado medio no le sonará de nada este nombre y sólo unos pocos sabrán que es el nuevo seleccionador de México. Colombiano de 54 años, no ha pasado por nuestro país, tampoco ha sido primer espada en Europa, por lo que sólo los que sigan el fútbol del otro lado del Atlántico conocerán sus logros con Once Caldas, NY Red Bull y, sobre todo, con Atlético Nacional, con el que sumó seis títulos en tres años y una final continental perdida con River Plate en 2014. Pero de Osorio no voy a destacar éxitos deportivos, quiero dedicar estas líneas a contar una pequeña parte de su historia personal, que me parece ejemplarizante, por lo que de perseguir un sueño tiene, por la convicción de lograrlo pese a estar muy lejos de él y, por último, por la fascinante relación que uno ha tenido con este entrenador.

En 1998 el Valencia volvía a la Copa de la UEFA y en dieciseisavos de final, a aquel equipo dirigido por Claudio Ranieri le tocó nada menos que el Liverpool. Para un joven periodista, que su director le llame y le diga hazte la maleta y vete a Liverpool a hacer reportajes de cara a esta eliminatoria era todo un sueño. Por ponernos en contexto, Internet era una utopía y las parabólicas un lujo poco extendido. Creo que esto daba valor al periodismo de calle, el de estar presente en los sitios, contar historias en primera persona y hacer entrevistas cara a cara. Eso sí, con mi nivel de inglés del Colegio Público Torrefiel mezclado con el del Instituto El Clot, digamos que la barrera idiomática era un problema considerable, pero para un periodista con ganas no hay barrera que valga. He tenido la suerte de trabajar con excelentes reporteros que recorrían el mundo… sin carnet de conducir, por lo que no manejarse en un idioma es cierto que no ayuda pero es algo salvable si hay otras virtudes. En mi humilde opinión, para hacer buen periodismo lo primero de todo es ser buen periodista después, manejar idiomas, programas avanzados, community managers, redes sociales… está muy bien, pero la base de todo y la prioridad que muchas veces se olvida es ser buen periodista. No lo olviden.

Cogí la maleta junto a Miguel Ángel Polo 

Volviendo a 1998, hice la maleta junto a Miguel Ángel Polo, fotógrafo de raza, reportero con mucha mili a cuestas, de los de revelar carretes donde se pudiera y transmitir fotos casi con un tenedor y papel aluminio como antena…buen compañero de fatigas cuyo inglés estaba a la altura del mío. Pero la ilusión del viaje, el reto, podía con cualquier cosa años antes de que los encorbatados tomaran las redacciones y el periodismo lo dirigieran funcionarios de los números. Pero si cierto es todo lo anterior, también lo es que, una vez en Liverpool, tocaba arremangarse y conseguir entrevistas, currarse reportajes…y de golpe te chocabas con la realidad del fútbol inglés: todos los entrenamientos eran a puerta cerrada, había nulo acceso a los jugadores y hasta era imposible que un fotógrafo entrara a un partido de Premier si no pagaba el canon correspondiente por toda la temporada. Como al que persigue un sueño no hay muro que lo detenga, pese a todo lo anterior nos plantamos en la ciudad deportiva red, en Melwood, a ver qué se podía hacer y lo primero que nos llamó la atención fue un señor pegado al muro que, subido a una mesa, observaba el entrenamiento bajo la lluvia enfrascado en su gorra y su chubasquero.
Imagino que nos oiría comentar algo al respecto del tema de la mesa porque se bajó de ella y vino con una sonrisa a hablar con nosotros. Conocía el idioma, era Juan Carlos Osorio, no sé por qué pero ya nunca me olvidé de ese nombre. Enseguida conectamos y los tres nos pusimos al día de quiénes éramos, qué hacíamos allí y, lo más importante, cómo podíamos ayudarnos. Para mí, fue el traductor perfecto, el aliado que me hacía falta para superar la barrera idiomática. Para él, fuimos la llave que necesitaba para levantar la barrera física que le impedía el paso a Melwood. Digamos que Polo y yo lo ‘contratamos’ como traductor, así se lo explicamos al jefe de prensa del Liverpool, que por fin le dejó pasar dentro las instalaciones tras semanas encaramado a su mesa para ver lo que podía de los entrenamientos de Gérard Houllier, entonces técnico red. Fue al día siguiente de conocernos, en la única jornada de atención a la prensa, de la que sólo guardo la foto con Paul Ince, una de las entrevistas que Osorio me ayudó a hacer.

La vida de Osorio 

En aquellas mañanas de guardia en las que Osorio iba moviendo su mesa entre los muros de Deysbrook Lane a los de Crown Road para seguir el entrenamiento, nos contó su historia, que empezaba como jugador de poco éxito que pronto tuvo claro que su futuro estaba en los banquillos. Tenía claro que quería ser el mejor y, para eso, no podía formarse en USA, donde estaba afincado, sino que tenía que venir a Europa. Escogió la Federación Inglesa y la Universidad de Liverpool para titularse y, en esos años de estudio y formación, se encontró con las dificultades propias para un extranjero en Inglaterra, donde iba coleccionando "noes" cada vez que pedía, simplemente, poder presenciar un entrenamiento del Liverpool. Lejos de desfallecer, se armó de paciencia y una mesa y cada mañana se iba al muro de la ciudad deportiva, con su chubasquero, su gorra y su paraguas para superar el muro de piedra y poder ver cómo se entrenaba uno de los equipos más prestigiosos del mundo.
 

Foto: Julio César Herrera / El Colombiano

Su pasión por formarse, mejorar y prepararse de la mejor manera me pareció un ejemplo, aunque reconozco que también le atribuí cierta dosis de locura, porque a sus 37 años andaba empezando sus estudios de entrenador, encaramado a una mesa. Por aquel entonces, ni tenía móvil, ni email… por lo que la despedida fue un apretón de manos, un deseo mutuo de suerte y la impresión de no volver a encontrarnos nunca más. Perdimos el contacto y cada uno siguió su camino.
Pero cuatro o cinco años después, tras una pretemporada del Valencia en Holanda, buscando un bar en el que almorzar en el aeropuerto de Schiphol, de golpe me crucé la mirada con un rostro conocido. Mirada rápida al individuo: ropa deportiva, gorra, mochila… era Juan Carlos Osorio. Saludos, abrazos y rápida puesta al día. El colombiano seguía con sus estudios y su perfeccionamiento y tras sacarse el título en Inglaterra, también lo estaba haciendo en la Federación holandesa. Era un torrente de ideas que igual iban dirigidas a la preparación física, a la que quería aplicar las novedades tecnológicas que ya manejaba en USA, que la dirección de equipos. Durante una hora tomamos algo, aún sin creer que nos hubiéramos vuelto a encontrar tantos años después. La puerta de embarque nos reclamaba ya, así que una nueva despedida y reiterar el deseo de que la vida nos siguiera tratando bien.

¡¡¡Osorio en el City!!!

Pasó el tiempo, aumentaron las retransmisiones de fútbol internacional y un día, viendo al Manchester City pre-jeques, en esos banquillos amplios de la Premier, un par de filas más atrás del entonces entrenador Mark Hughes, de repente me sorprendió ese rostro conocido: Juan Carlos Osorio en el banquillo del City!!!
Ya con Google al alcance la mano busqué en la web del City y sí, lo había logrado, aquel colombiano que se subía a su mesa portátil para espiar entrenamientos bajo la lluvia formaba parte del cuerpo técnico del Manchester City. Objetivo cumplido. Olé tus narices (imagino que diría huevos) exclamé. A partir de entonces intenté seguir su trayectoria y Osorio siguió dando pasos convirtiendo su sueño en realidad: regresó a su país para ser primer entrenador, por fin, de Millonarios, después pasó a USA para dirigir a Chicago Fire y New York Red Bull, regresó a Colombia, pasó por México, volvió a su país, saltó a Sao Paulo de Brasil…y casi siempre en los perfiles o entrevistas que podía leerle, destacaban su tremenda preparación, sus ideas innovadoras, su pasión por el trabajo, su empatía con los jugadores…la misma que tuvo con un joven periodista, analfabeto de idiomas, al que había echado una mano 15 años antes.

Me localizó él 

En el verano de 2012, cuando servidor ya había cambiado de trabajo, sonó el teléfono y en la pantalla un número desconocido de los muchos que en esas fechas suelen aparecer. Deslicé el dedo para descolgar y escuché: “Hola, soy Juan Carlos Osorio, entrenador del Atlético Nacional de Colombia”. No me lo podía creer. Al técnico le habían dado mi teléfono porque estaba interesado en contratar a uno de nuestros clientes, algo imposible, pero para un soñador como él, no existe ese término. No me lo podía creer y, cuando le dije a Osorio a quién estaba llamando, si me recordaba de aquellas mañanas en Liverpool y de aquel almuerzo en el aeropuerto de Amsterdam nos olvidamos del jugador y nos pusimos al día. Sólo pude felicitarle, no por los éxitos deportivos, que la mayoría aún le estaban por llegar, sino por haber logrado su sueño de ser entrenador, entrenador de nivel. Creo que le confesé que durante años pensé que era más un loco que un soñador con las ideas muy claras para cómo lograr su sueño, pero que me rendía a su perseverancia. Muchas risas, nueva despedida y ahora sí, nos quedamos los teléfonos.
 
Era la tercera vez que la vida había cruzado nuestros caminos de manera sorprendente. Como no podía ser de otra manera, seguí a Atlético Nacional, del que Osorio se convirtió en su entrenador más laureado y de ahí lo reclutó otra institución enorme, Sao Paulo. En Brasil no ha brillado como se esperaba, pero su buena fama le ha servido para encabezar diferentes quinielas de clubes y selecciones americanas. Finalmente ha sido México la que lo ha contratado. No sé dónde, ni cuándo, pero sé que el fútbol nos volverá a cruzar en cualquier parte.
De momento, sigo atento sus declaraciones y de las últimas me quedé con una frase cuando le preguntaba la prensa mexicana qué le parecía que un foráneo fuese seleccionador de este país: “Los colombianos estamos más dispuestos a ir a luchar al extranjero para mejorar las posibilidades y eso se transmite al fútbol. Por eso algunos técnicos hemos ido a otros países”. No sé qué pensaría el periodista mexicano ante esta respuesta, pero yo puedo dar fe, desde 1998, que este colombiano, desde luego, ha estado muy dispuesto a luchar en el extranjero para mejorar sus posibilidades. Le deseo mucha suerte a mi antiguo traductor de inglés, pero no le va a hacer falta, porque la fortuna siempre favorece a los mejor preparados y Osorio lo está.
Miguel Ángel Vara
Periodista
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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