Un Valencia sin revolución ni revolucionarios

El mercado de invierno no ha sido una excepción y de nuevo el Valencia CF llega al día del cierre sin los refuerzos esperados ni la revolución anunciada y con el fichaje de Fabián Orellana como único objetivo plausible. Como viene siendo habitual, en las oficinas de Mestalla se dejan los deberes para el último día, aunque esta vez no parece que vaya a acudir Jorge Mendes al rescate, como hizo el pasado verano con las llegadas sobre la campana de Eliaquim Mangala y Ezequiel Garay.

Así pues, la actividad valencianista en el último día de mercado de invierno gira entorno a un único nombre, el de Fabián Orellana. El chileno es una oportunidad aparecida por azar. En el caso de cerrarse, su fichaje no respondería a un trabajo previo o un plan establecido, sino a la casualidad. El Valencia CF vuelve a dar la sensación de ser un club guiado por impulsos. O peor, por caprichos. En materia de fichajes, se reacciona ante estímulos externos, sin ser el propio Valencia quien imponga su criterio para elegir los refuerzos.
En el caso de cerrarse, el fichaje de Orellana no respondería a un trabajo previo o un plan establecido, sino a la casualidad. El Valencia vuelve a dar la sensación de ser un club guiado por impulsos
De este modo, se vuelve a aplazar la revolución anunciada para este mercado de invierno. Una revolución que ya se esperaba durante el pasado verano y tampoco se produjo. O, mejor dicho, se quedó a medias. Se le dio salida a 16 jugadores y se fichó únicamente a 7, dejando una plantilla corta e incompleta en todas las líneas menos en la portería. Pero ya es tarde para hablar de lo que sucedió en verano y se ha pagado un precio muy elevado por ello.
La solución a aquel estropicio debía llegar en el mercado de invierno. Tras el célebre "Fuori!" de Cesare Prandelli y la cumbre en Singapur liderada por Peter Lim, Layhoon Chan y Suso García Pitarch comparecieron ilusionados, prometiendo cambios. Se esperaba una revolución. El director deportivo aseguró que todos los jugadores eran transferibles y podía salir cualquiera. Prandelli, por su parte, desveló que se había acordado cerrar cuatro fichajes.
Al final, ni lo uno ni lo otro. Están los mismos que estaban, salvo variaciones mínimas, como la salida de Mat Ryan y la llegada de Simone Zaza. Eso sí, los cambios se produjeron en el banquillo, con las dimisiones de Cesare Prandelli y Suso García Pitarch. Para cubrir esos huecos, se pusieron parches. El delegado es quien hace de entrenador, mientras que el director de la Academia es quien asume las funciones del director deportivo. Dos parches de urgencia para dos puestos vitales en el devenir del club.
Y ese sea posiblemente el punto más preocupante de cara al futuro. Pronto se comenzará a hablar de que la nueva revolución llegará por fin en verano y se pondrá fin a todos los males que están hundiendo al club desde la llegada de Meriton. ¿Pero quién liderará esa revolución si no hay revolucionarios? ¿Quién es el que debe guiar los próximos pasos del Valencia? En efecto es necesaria una revolución, pero no sólo en el césped sino también (y sobre todo) en los despachos.