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Bielsa guía al Athletic en el Villamarín
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Bielsa guía al Athletic en el Villamarín

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Kuitxi

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Si alguien pensaba que, luego de su tortuoso recorrido en el banquillo del Lille, Marcelo Bielsa, con la hoja del despido en su carpeta, se iba a quedar 'mano sobre mano' (como se gustan con el dicho en 'Amar en tiempos revueltos'), en lo físico, y pensando en las musarañas, en lo mental, perdido en el valle leones de Babia o 'festeando' con una mora en los 'Cerros de Ubeda', se equivocaba de raíz el pensador, también el de 'Rodin', pedazo de artista el escultor francés que inmortalizara la Grecia clásica con esa maravilla que se dio en llamar 'Discóbolo'.

Los entrenadores geniales, aún sin contrato en vigor, no dejan de pensar, no pueden, tener la mente en blanco es un fin para el que no existen medios, todo son centrocampistas en su conciencia, juega partidos de memoria y recupera esos otros que fueron tachados de inmortales. Bonini, Luis Mari Bonini, tocayo, licenciado, 'profesor', derecho se fue a la gloria luego de recordarnos que "todas las mañanas, al levantarme de la cama, lloro un poquito por el Athletic".
  Se acabó el llanto, 'profe', el valle de lágrimas lo dejaste abajo, y romper en llanto no cabe en esos Campos Elíseos que habitan los seres virtuosos luego de elevarse en vuelo vertical, jesuitico, virginal, divino, te miran tus alumnos mientras asciendes a los cielos. Marcelo, también, Bielsa, ese 'guerrillero loco' que tuvimos en Lezama, el de la historia bonita, el del juego virtuoso, ese que enamoraba, a nosotros, a la grada, humanidad y materia, ya lo dijo el 'nazareno': "Si yo callara, hablarían las piedras"...  Las de la 'Sierra Norte de Sevilla' se han expresado hoy en el Benito Villamarin. Sierra Morena, Cazalla, nada de alcohol, se habla del pueblo serrano en el que, de incógnito, se alojó Bielsa la noche del jueves para, al día siguiente, a partir de las 19:30, sobre volar en espíritu el estadio sevillano y posarse, y penetrar, pelo, cuero cabelludo, huesos craneales, soy espíritu, soy conciencia, soy ánimo, soy voluntad y querencia, poder soy también, habito  en Susaeta, mi 'hijo predilecto', al que le llegue a decir que ni él mismo sabía hasta dónde llegaba su creatividad al servicio del Athletic, helo ahí, 'animado' por mi, soberbio Markel, capaz de ver a Iraola en el físico de Lekue, a Herrera en el de Raúl García, y, sobretodo, a Óscar en las portentosas cualidades de De Marcos, liberado del '2' y los trabajos del marcaje, sin un balón que acarrear, liviano, pluma veloz que el viento agita para que corra a los espacios vacíos que progresan paralelos a la banda.  Corría el 53' cuando me disponía a escribir que, cuando el juego del Athletic se vencía a la banda derecha de su ataque, Susaeta (por enésima vez, inconmensurable), 'Rulo' y De Marcos, imbuidos por el espíritu de Bielsa, se juntaban, se asociaban, tocaban y tocaban por el gusto de sentir el balón en la ternura del interior y del empeine. A veces, cosas de la Navidad, me parecía que juntaban sus manos y se ponían a jugar al 'corro de la patata', ruleta, tiovivo, la defensa betica se mareaba, caían como moscas, vomitaban, y donde como la nada, allí, allí mismo surgía la querida presencia de Óscar de Marcos, el media  punta de Marcelo, el 'señor de los espacios'.
  Me dirán que el Athletic jugaba en ventaja numérica desde que 'Rulo' goleara de penalti. Que no dominaba ni el juego ni el partido. Que concedía mucho en defensa a pesar de la ventajosa coyuntura. Pero, del mismo modo, los chicos de Cuco Ziganda podían haber cerrado el partido a nada que hubieran estado un poco más finos a la hora del momento decisivo.  No me disgustó el Athletic. Ziganda nos prometía en los prolegómenos progresar debidamente en la construcción del juego. Cumplió a medias. O en un tercio acertó. O plasmó su verdad en segmentos y a base de combinaciones de 'elementos' tomados de tres en tres. Cuando 'Susa', entrando en juego, controlaba, el partido se detenía aunque el tiempo siguiera corriendo en el cronómetro de Martinez Munuera. Con el balón a sus pies, bastaba mirarle a los ojos para cerciorarse de que el espíritu de su maestro Marcelo lo habitaba. El tiempo, violento, retrocedía hasta plantarse en los días de gloria que el loco de Rosario nos regaló a fin de que San Mames no perdiera la cordura. Y he aquí que lo que con mis ojos yo veía con los suyos lo apreciaba también Santi Segurola: "Las acciones de De Marcos me retrotraen a su mejor versión de la era Bielsa".  Así como Susaeta y Raúl García necesitan partir a la guerra con el balón en los pies, Óscar de Marcos, como el marinero del poeta, se siente a gusto ligero de equipaje, casi desnudo, como hijo espiritual de un Marcelo Bielsa que se gusta viendo como el de Biasteri ataca  alegre los espacios que desiertos quedaron por abandono de guerreros, unos a la desesperada, otros a la espera, nada por aquí, nada por allá, agita su pañuelo Bielsa y sobre la hierba que ya huele a madera se materializa Óscar de Marcos, ese Ulises en eterna Odisea, mientras Susa y 'Rulo' tejen y destejen a fin de atraer la atención de sus rivales, de despistarlos, el mito de Bielsa perdura, se desgrana, se desmadeja, se desmaya, corre que te corren los futbolistas, así los verdiblancos como los leones, la 'Ocasion' la pintan calva en ambas porterías, mas Fortuna, diosa caprichosa y en su día, diríase que no está por la labor de que el marcador mute desde que 'Rulo' marcara desde el punto fatídico.
  Cero a un goles... y el Betis con diez por la mala cabeza de Amat,  que le dio una patada a Laporte, tirado en el suelo, indefenso, donde se vio acción más inoportuna, brama la grada contra el trencilla del mismo modo que cantar había hecho cuando, antes de la trifulca, se las prometían tan felices: "¡Qué viva españa!"... ¿Que viva?... A mi, como al de 'Vaya Semanita', ni me iba ni me venía, pero poooooor comentar...  Cinco minutos más la prolongación. De Marcos. Banda derecha. Nacido para correr. A los espacios vacíos. Y fue así que, como en la 'Canción del Elegido', al fin bajo hacia la guerra...¡perdón!...quise decir a la tierra, a la hierba de la banda, línea de fondo, levanta la cabeza, y donde todos veíamos a un defensor betico, De Marcos vio a su mentor, a su Maestro, centro, remate, de gol en propia puerta se habla, mentira como una casa, fue Marcelo Bielsa el que marco, porque, de no haber sido así, su desplazamiento a Sevilla para ver a su Athletic e inundarlo con su espíritu no habría servido de nada. Susaeta, De Marcos. El ánima de Bielsa sigue viva en la caseta de Ziganda. Gracias, 'Loco', por los servicios prestados.   ¿Del partido me piden que les hable?... Quizás cuando la leyenda de los Reyes Magos sea un recuerdo difuso en la memoria de la infancia.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista, mendizale y periodista

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