El míster
La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
La próxima semana presentará un libro aunque seguro que lo que tiene guardado en la memoria le da para una trilogía… como mínimo. Caparrós no es un entrenador más y quienes le conocen muy de cerca me cuentan que no presenta ni un atisbo de fachada, que es como lo ven: más natural que el fresón de Palos, un caso único a tenor de lo que ofrece hoy día el patio entre tanta estrellita que se cree un figura y tanta figurita que se cree una estrella.
Salvo esos que viven amargados hasta el día que les toca el Euromillón, el resto de los mortales normales no tiene más que buenas palabras para él. Aquí, después de tres años magníficos (el curso de la puñalada soriana, el del ascenso récord y el temporadón que hizo su Recre en Segunda), se despidió con una frase que resume a la perfección su grandeza: “A partir de ahora me va a faltar tiempo para hablar bien de Huelva y del Decano allí donde esté”. Igualito que otros. Y tanto que cumple esa promesa: cada vez que puede engrandece a esta tierra infinitamente más que alguno que vive del cuento acomodado en una silla y en unas siglas. Lo del utrerano es de sombrerazo.
Pronto nos lo cruzaremos en la Copa, esa cosa que debería ser especial y que pisotean sin rubor los que tienen más parné ante la irritante pasividad del resto, refugiado en la manada para no levantarse en armas ante tal desfachatez. Ojalá hagamos doblar la rodilla al bueno de Joaquín y a Luci para poder seguir aspirando a recordar esta temporada, también, por haber llegado lejos en ese torneo, pero si es el Levante el que se lleva el gato al agua el palo será menor. Una persona como él que, ante cualquier éxito siempre repite lo mismo (“aquí los únicos que se merecen aplausos son los futbolistas”) y que habla dentro y fuera del campo sin eufemismos ni historias se merece un lugar de oro en la historia del fútbol español. En la del onubense, por supuesto, ese sitio lo tiene más que garantizado.
