Mera cuestión de supervivencia

El Racing-Málaga de esta tarde en El Sardinerono no pareció el primer partido de la temporada para el malaguista de a pie. Había mucha más tensión añadida, un pellizco de orgullo, de amor propio por temer que el equipo pudiera incurrir en alineación indebida al no cumplimentar el mínimo de siete profesionales exigidos sobre el campo. Fue un riesgo real sobre todo en la segunda parte y a raíz de las lesiones de Luis Hernández y Lombán, los dos centrales. Porque si algo va mal, puede ir incluso peor. Aunque jugar con ese riesgo es una consecuencia de todo el trabajo mal hecho hasta la fecha. Incumplir la norma hubiera sido “muy vergonzoso”. No lo dijo un cualquiera. Lo dijo Adrián, el autor del gol del triunfo. El capitán y líder del vestuario.

Víctor Sánchez del Amo tuvo que hacer malabarismos sobre el alambre. Componer una alineación con sólo nueve profesionales disponibles, plantear con hipótesis todos los escenarios posibles, y tratar de anteponerse y sobreponerse a los imprevistos propios de un partido. Un auténtico encaje de bolillos para no incumplir el reglamento... y para tratar de ganar. Hubo planos televisivos durante el partido en los que el madrileño pareció descomponerse. Porque la situación no pudo empezar peor. Lombán ya daba síntomas a los dos minutos de problemas físicos. Evitaba golpear el balón y evidenciaba cojera. Luego apareció Luis Hernández, que llegaba sin ritmo al partido por una lesión estival, pero que hizo un alarde de compromiso para estar. El equipo y el club le necesitaban.

Ambos apretaron los dientes hasta que pudieron. Luis pidió el cambio en el minuto 22. Y Víctor, que se había guardado a Pacheco como as ‘federativo’ en la manga, tuvo que sacar al pizarreño antes de tiempo. El Málaga, que había salido con defensa de cinco, cambió el dibujo y eliminó un elemento de la zaga; Lombán, que seguía con problemas perdió forraje; y el equipo tenía ocho profesionales en el campo de nuevo. Como al inicio del partido. Aún podía perder a otro y Luis Muñoz, con ficha del filial, calentaba en banda por si en algún momento Lombán decía basta. Fue al descanso, justo tras otra jugada en la que su rodilla sufrió. El cambio se produjo en el inicio de la segunda parte, que el Málaga afrontó en plenitud con sólo siete profesionales. Los justos. Ya no había red, cualquier expulsión o lesión empujaría a la ilegalidad.

El equipo y el cuerpo técnico se adaptaron perfecta y profesionalmente a la adversidades, pero la situación atenazó al Málaga tras el descanso. El riesgo se tradujo en miedo. Fueron los mejores momentos del Racing, pero los blanquiazules resistieron de pie y creyeron en sus opciones con oficio y dosificación. ‘Boula’ tenía amarilla. Nadie podía meter la pata. Hubiera sido fatal. Pero no sólo no ocurrió eso, sino que el Málaga pudo marcar un gol y llevarse el partido de Santander. Los jugadores dieron una gran lección de coraje y corazón y demostraron la grandeza de fútbol en un partido con dos triunfos: el de los tres puntos y el de no quebrantar la normativa. Una cuestión de supervivencia.