El sí del alma

La barba de Míchel, el aplauso a Chiquito, el gol de Rosales. El tiro de Bakkali, la parada de Roberto, el sí porque no. El centro de Borges, el cabeceo de Lucas, el pie de Luis Hernández. Los tímidos pitos, los nervios al loro, el desespero. La presión del rival, la presión de los tuyos, la mano en el pecho. La pérdida continua, la salida en falso, el gol tras rechace. La dulzura de Ontiveros, la fe del Chory, el rugido del estadio. El '1', el '2', la 'X'. El tiralíneas del genio, la vuelta del killer, la explosión de la gente. El sí del alma cuando los pies dicen "no".
Qué difícil es el equiibrio cuando todo está desmedido. El gol de Rosales nació de la fe y de la pizarra. Una vía celestial para un hombre que suele desafinar en cada chut o centro. Algarabía generalizada. Una mirada al cielo. La rabia desatada. Pero en equipos como el Málaga la cuerda se destensa pronto. Así que no tardó en llegar el gol del Depor. Cristóbal sabía que por la izquierda el rival sufre. Emergió Borges por ahí para el vuelo sin motor de Lucas Pérez, espalda ganada a Luis Hernández y centímetros de suspensión hasta esperar el momento ideal para que la cabeza hiciera el resto.
Mañana preciosa, ambiente de lujo. Luego llega el fútbol y con él los impulsos. El Málaga puso más pasión que ideas y juego, abrazado al empuje. El Dépor sí tenía un plan y por eso fue mejor en la primera parte, más allá de la balanza de los disparos y las ocasiones. La Rosaleda así lo palpó y por eso tenía los nervios a flor de piel. Cuando se tienen tantas ganas de triunfar, cualquier revés se multiplica para mal en el corazón.
Un tablero con 1-1 y 45 minutos por delante. La vida y la muerte pendiente de un hilo. La risa y el llanto dentro del mismo circuito. Zasca. Schär recupera un balón, la acción continúa con desmarque de Lucas, Roberto salió el falso pero detuvo la primera del delantero, cuyo rechace llegó al propio Schär, que llegó desde atrás para firmar el 1-2. El movimiento de Míchel fue desnudar a su equipo del todo: Juanpi y Ontiveros por Rolón y Keko. Funcionó.
Ontiveros sacó la cuchara y la dulzura para poner una bomba en la portería del Dépor, donde el Chory encontró oro en la ansiosa melé coruñesa. Un 2-2, un volver a creer, un volver a rugir. Los gallegos dejaron de entender de qué iba el partido y ahí el Málaga, que es una montaña rusa emocional, sacó oro. Asistencia de Juanpi, del mejor Juanpi, del Juanpi que se espera, desea y necesita. El gol de killer de Bastón. Del mejor Bastón, del que se espera, desea y necesita.
Ganó el Málaga. Ganó de la única manera que puede a día de hoy. Sufriendo, sudando, llorando. Pero con un alma que parecía maniatada, disminuida, muerta. Y no, sigue ahí, arañando la pared, pidiendo libertad. "¡Sí se puede!", no, perdón, "¡Sí se puederrrr!". Va por ti Gregorio.