Para acabar, otra castaña de partido

El Valencia CF perdió ante la Real Sociedad en uno de los peores partidos que se recuerdan en Mestalla. Soso, sin apenas ocasiones, los dos conjuntos pelearon por ver quién cometía más errores y pusieron así el punto y final a una decepcionante temporada los de Mestalla. Por lo que respecta al Valencia, la campaña terminó con otra castaña de partido insufrible que ahonda más aún en la división que existe entre el equipo y su grada. Una distancia que se convirtió en abismo cuando en el 94 Oyarzábal conseguía el 0-1.

Pako Ayestarán apostó por un once sin jugadores canteranos. Jaume en la portería, Danilo en la medular y Piatti en una banda eran las grandes novedades de un bloque que saltó al campo pitado por el escaso público que se dio cita en Mestalla. 
En Mestalla no se oía apenas un alma. El papel de plata de los bocatas, el chasquido de los mecheros y el silencio sepulcral que creó la Curva Nord con su buscada indiferencia.  
Relajados, por la ausencia de competitividad, pero sabedores que jugaban en casa y tenían que despedirse dando una buena imagen, el Valencia es el primero que propuso algo. Presionaba arriba y onía más intensidad que una Real plagada de jugadores poco habituales. Era un encuentro peculiar, en el que la afición, con razón, emitía su veredicto. Aplausos a Jaume, pitos a Santos y así...
El primero que se llevó la gran ovación es Paco Alcácer. Una filigrana suya y un lanzamiento lejano y desviado sacó del sopor al respetable. Sin embargo, no sería hasta el minuto 20 cuando llegaría la primera gran ocasión del Valencia. Un centro-chut de Piatti era desviado a córner rozando el palo por un central donostiarra. Casi. En Mestalla no se oía apenas un alma. El papel de plata de los bocatas, el chasquido de los mecheros y el silencio sepulcral que creó la Curva Nord con su buscada indiferencia.  
El propio Piatti, pese a su voluntariedad, arrancaba los pitos más encarnizados y con razón. Su temporada es para olvidar, sus errores, impropios de un futbolista del Valencia. Tan duro fue lo del argentino que Mestalla se rió -literalmente cuando se lesionó en el 35 y le despidió con más pitos que aplausos. El canterano Sito debutaba en Mestalla. 

El Valencia había tardado tres minutos en hacer el cambio, parecía un partido de pretemporada y el joven canterano lo aprovechó para dejar una pincelada de calidad antes del descanso.  

Jaume es querido en Mestalla

Un silencio gélido cortado sólo por una ovación a Jaume, que cambiaba de portería, turbó el reparador descanso y significó el pitido inicial de una segunda parte que trasncurría por los mismos derroteros que la primera. 
Un silencio gélido cortado sólo por una ovación a Jaume, que cambiaba de portería, turbó el reparador descanso y significó el pitido inicial de una segunda parte que trasncurría por los mismos derroteros que la primera. 
Cancelo por un abucheado Barragán en el 55 fue lo primero destacable de esta segunda entrega. Su cambio coincidió con un empobrecimiento aún mayor del juego. Los jugadores de la Real, caídos y desmayados por doquier no facilitaban que el fútbol fluyera. El hastío del respetable se iba convirtiendo en hartazgocon el paso de los minutos.
En una de las escasas jugadas de ataque del Valencia, Mina, el más voluntarioso de todo el ataque, se partió el labio contra Rulli.

Llega el gol

El cambio de André Gomes por Negredo, recibido con pitos a falta de siete minutos para la conclusión del tiempo reglamentario y un tiro lejano pero ajustado de Dani Parejo querían sacar al valencianismo de su letargo. Nada como el enésimo error de Aderlan Santos para remover a los pocos valientes que quedaban en sus asientos. Por fortuna la cosa no fue a más gracias a dos buenas intervenciones de Jaume y el tostón de partido, al menos no se convirtió en una derrota. Ni en una victoria, y eso que en el 89 Alcácer y Negredo la tuvieron en el 90 -con penalti incluido sobre el internacional español-, pero ni por esas.
La Real, que se había estirado, sí aprovechó la enésima entrada por Bruma para que Oyarzábal en el 94 resolviera un rechace heroico de Jaume Doménech. El tanto puso el punto y final a una temporada tan gris y decepcionante como toda la campaña en sí. El público se lo recordó al equipo llamándoles "mercenarios" con flamear de pañuelos e innumerables pitos de desaprobación.