Bendita locura de Mestalla: presión, decibelios y fiesta

El recibimiento al equipo fue apoteósico, con bufandas, banderas y papel higiénico que hizo que la avenida de Suecia recordara al Monumental de Buenos Aires en la final del 78. La afición del Valencia CF fue de nuevo el factor clave de una tarde en la que todo comenzó a la perfección. La llegada del autobús ché fue sencillamente espectacular, pero lo más importante es que todo ese fervor que se respiró dos horas antes del partido se trasladó dentro del estadio. Mestalla se llenó y apretó desde el mismo momento que los futbolistas salieron a calentar y el marcaje a Banega y Rami comenzó ya desde ese instante.

Ni la hora del partido pudo con una afición que bufandas en mano recibió al Valencia a la salida al campo de pie y entre aplausos. Todo se perdonaba porque el equipo necesitaba todo el apoyo y así fue. Ambiente de gala en un encuentro de las grandes citas, así da gusto Mestalla. Bendita locura de una afición que volvió a ser el mejor arma de conjunto ché. 
Espectacular la pitada que se llevó rami en el primer balón que tocó. El sonido de viento se escuchó hasta en el Pizjuán y la Maestranza, la afición ché comenzaba a marcar a los futbolistas importantes del Sevilla para que no dieran su mejor versión. Pero fue Paco Alcácer el que levantó a Mestalla de sus asientos porque en minutos 4 gozó de la primera gran oportunidad tras un fallo de Escudero en el despeje y que Sergio Rizo tuvo que desviar a córner. El Valencia comenzó a embotellar y a avasallar al conjunto andaluz con una enorme presión y espoleados por la grada.
La primera parte trascurrió en campo del Sevilla porque el Valencia se sentía seguro con el empuje de la grada. Hay que decir que desde el primer minuto el equipo mostró y enganchó a la grada que no bajó los decibelios de sonido en ningún momento. La comunión entre la grada y el equipo fue perfecta, unos mostraban desde el césped y la grada seguía empujando desde fuera. De tres cuartos de campo hacia delante el conjunto ché se desató y Mina, pero sobre todo Rodrigo daban motivos para la ilusión. Parejo tuvo el 1-0 en su botas pero estrelló el balón en las piernas de Rico, Mestalla hizo un amago de desesperarse pero hoy se perdonaba todo, había que empujar y pronto se olvidó el fallo de el de Coslada.
La ovación que Mestalla le dedicó al Valencia en el descanso fue la mejor sensación de toda la temporada, la grada en pie y entre aplausos agradeció el esfuerzo del equipo. Despidieron a los futbolistas como a héroes, como gladiadores que salían victoriosos de la batalla
Ante el Sevilla se festejaban hasta lo córners porque el equipo seguía ofreciendo cosas, desde las arrancadas de Mina desde la izquierda, que se atrevió incluso con una chilena para acabar jugada, hasta las ocasiones que se repetían una y otra vez. Mestalla estuvo on fire la primera media hora, con una presión asfixiante que acobardó al Sevilla. Los de Emery notaron el miedo escénico de Mestalla que fue de nuevo ese martillo pilón que acaba por consumirte poco a poco. Se pidió penalti sobre Mina y la grada explotó. Pero no se perdió mucho tiempo en protestar porque la maquinaria seguía.
En media hora el Valencia se había soltado la melena ante el Sevilla: Todo lo hizo el de Ayestarán: 115 pases en zona de ataque, 12 ocasiones de gol y el equipo seguía mostrándose regular y con el gol en la cabeza. Una sensación que desde hacía mucho tiempo no se experimentaba en el estadio valencianista y que esta temporada ha pasado en contadas ocasiones como en la Europa League ante el Athletic Club o el Rapid de Viena.

El gol de Parejo y la locura se apoderó de Mestalla

Y llegó el minuto 40, ese que muchos recordarán porque fue el momento en el que el valencianismo respiró de verdad. El gol de Parejo fue una bendición, un golpeo perfecto de falta que se coló como un obús en la meta de Sergio Rico. Mestalla explotó de alegría y ese balón acabó encalado en la antigua general de pie y acabó en manos de una afición que acababa de lograr el primer tanto del Valencia CF.
El golpeo de Parejo fue muy bueno, pero Mestalla echó el resto porque la pelota acabó rebotada en la barrera y se coló para dentro. Luego Mina revolucionó de nuevo a la grada porque su disparo acabó en la madera. Casi cae el 2-0 en escasos tres minutos. La ovación que Mestalla le dedicó al Valencia en el descanso fue la mejor sensación de toda la temporada, la grada en pie y entre aplausos agradeció el esfuerzo del equipo, los despidieron como a héroes, como a gladiadores que salían victoriosos de la batalla.

Las espadas estaban en todo lo alto pero el Valencia CF comenzaba la segunda mitad donde quería, por delante en el marcador y lo que parecía más importante con Mestalla muy metido en el partido. Es esfuerzo del equipo había dado sus frutos porque la afición ché responde sin darle casi nada y si ya le das de 'comer' pues se convierte Mestalla en un infierno muy duro de digerir por los rivales. Y nada cambio en el arranque porque el estadio ché acalló la gran oportunidad de Llorente cuyo remate de cabeza se marchó por encima del larguero. Las 41.500 gargantas de Mestalla seguían empujando.
Cualquier arrancada de Rodrigo o de Siqueira era correspondida por una grada enfurecida, venida a más y que premiaba cualquier sobre esfuerzo del equipo de Ayestarán. Muy cerca estuvo el Valencia de lograr el segundo tanto, el de la tranquilidad, pero ni Alcácer, ni Rodrigo, ni Santi Mina estuvieron acertados. Por cierto, enorme partido de Rodrigo que levantó a la grada en su cambio; había sido el mejor valencianista sobre el césped, el que más hizo por lograr el triunfo, ya que estuvo en todas las jugadas en las que el conjunto ché generó peligro.
Negredo hizo el segundo y 'llovían' abrazos en la grada. Algunos aficionados se arrodillaron tras el pitido de Vicandi Garrido. El sufrimiento acababa y el fin de fiesta fue completo con el triunfo ché. Lección una vez más de la grada a todos aquellos que se atreven a criticar a la afición del Valencia por su exigencia  

Negredo desató la locura: abrazos en la grada y gente de rodillas 

Pero la locura todavía estaba por llegar. Primero el mazazo. Ese que Gameiro dio a toda la parroquia ché con su gol en minuto 85. Mestalla sufrió de nuevo a manos del Sevilla un descabello, pero esta vez la puntilla no la ponía el conjunto andaluz porque ahí estuvo Negredo para darle la vuelta al marcador con su gol en el descuento. Mestalla animó al equipo, lo empujó de nuevo hacia adelante para que no bajaran los brazos y ahí de nuevo espoleó a los jugadores. El internacional francés pudo llevar la tragedia a Mestalla, pero Negredo devolvió la gloria con su gol.
Mestalla enloqueció y la gente comenzó a abrazarse en la grada, niños con sus padres, aficionados de rodillas en ese minuto final y cuando Vicandi Garrido pitó el final. Los decibelios subieron hasta parecerse a una mascletà lo que salía del estadio ché. Arrancaba la fiesta con el pitido final, pero quien estuvo este domingo en Mestalla sabrá que puso su granito de arena dejándose la garganta en cada jugada.