Un pésimo Valencia empata en Mestalla

El Valencia CF empató en Mestalla ante el Rayo Vallecano a dos goles y sigue lejos de Europa en la clasificación. En un partido pésimo de los valencianistas, el conjunto madrileño, que llegaba en puestos de descenso al feudo valencianista les vapuleó e hizo inútil una genialidad de Negredo que marcó un golazo desde medio campo y un nuevo tanto de Alcácer. Empate que no sabe a nada, que no sirve para nada y que no saca al equipo de la crisis de identidad en la que está metido.

A pesar del empate, el Valencia sigue en caída libre. Lleva ya nueve jornadas sin ganar y, aunque nadie quiere decirlo en voz alta, se enciende la alarma a orillas del Turia. O las cosas cambian, o el equipo y su afición, acabarán la temporada sufriendo. Los puestos de descenso, aunque lejos, ya se vislumbran en el horizonte. ¡Peligro!  
El Rayo Vallecano jugó a su antojo, metió uno (Jozabed en el 15' tras una buena jugada con Embarba) pero pudo marcar más, porque el Valencia defendió mal, pero sacó aún peor la pelota.
Gary Neville movió su once. A la primera que pudo o que quiso, sentó a Jaume y dio entrada a Mat Ryan, que tan buen papel está haciendo en la Copa del Rey. Recuperó a André Gomes para el trivote de la medular y apostó por Negredo en vez de Alcácer para la punta de ataque. Tres novedades para buscar como fuera la primera victoria en casa para el técnico inglés. La apuesta le salió rana.
El equipo llegaba al choque tras golear en Copa pero necesitadísimo en Liga y las ansias, la falta de pericia, las ganas, la hora, o la incapacidad manifiesta, el caso es que el Valencia no mejoró ni con los cambios. Es más, firmó una primera mitad dramática, de las peores que se recuerdan en Mestalla. El Rayo Vallecano jugó a su antojo, metió uno -Jozabed en el 15 tras una buena jugada con Embarba- pero pudo marcar más, porque el conjunto de Gary Neville defendió mal, pero sacó aún peor la pelota.
Presionaban arriba los de Mestalla, pero a destiempo y sin coordinación cuando no tenían el balón; pero era aún mucho más grave cuando tenían que sacarlo desde atrás. Aderllan Santos, fatal, creaba problemas a él y a Mustafi, que tampoco está fino con el balón en los pies. Los medios apenas la olían y sólo alguna arrancada de André Gomes creó algo de peligro.
La afición se iba poniendo nerviosa. El murmullo dio paso a la protesta, ésta a los pitidos y éstos a los gritos de desaprobación total. Y el equipo, joven, se hundió. Nadie quería el balón.
Las bandas, Mina y Rodrigo, hacían la guerra por su cuenta y Negredo era un espectador de lujo que peleaba todas, llegando tarde a la mayoría pero sin ninguna fortuna. La afición se iba poniendo nerviosa con el paso de los minutos. El murmullo dio paso a la protesta, ésta a los pitidos y éstos a los gritos de desaprobación total. Y el equipo, joven, se hundió. Nadie quería el balón.

El detallazo de Negredo y el gol de Alcácer

El Valencia tenía que adelantar líneas, como mínimo, sino quería que el Rayo le goleara y eso hizo en la segunda mitad. Al menos, debió pensar Neville, el equipo alejaba el peligro de su área. Duró unos minutos, porque los madrileños volvieron a gozar de dos clarísimas ocasiones para marcar.
Cuando el abismo se asomaba de nuevo en Mestalla, cuando se mascaba la tragedia más absoluta, Negredo se inventó el empate. El de Vallecas robó un balón en el centro del campo y, sin pensárselo a la media vuelta batió a Juan Carlos desde 40 metros de vaselina. Golazo y ¿cambio de escenario?. 
Neville sacó a Piatti por Santi Mina y sentó a Negredo por Alcácer para refrescar el ataque y buscar la remontada. El equipo no es que lo bordara, pero al menos no era un muñeco en manos del Rayo.    
Pero tan pronto como se desató la euforia, el globo se pinchó. De nuevo un mal marcaje en un córner del Rayo y Llorente, de impecable cabezazo, ponía otra vez al Rayo por delante. Mestalla se silenció, parecía un cementerio. Los jugadores, atemorizados y cabizbajos, se escondían por el campo. 
Como el resultado no valía, Gary se la jugó con Bakkali. 1-4-4-2 a por el empate. Alcácer marcó, en fuera de juego inexistente el 85, lo que debió ser un empate que, sin embargo, llegaría en el 87. De nuevo Alcácer aprovechaba un pase de la muerte, ésta vez de Bakkali para poner el 2-2 en el marcador. 
El empate es el mal menor de la charlotada y el ridículo que el Valencia protagonizó en Mestalla.