Velasco y el Sevilla le ponen la puntilla al Valencia y a Nuno

El Valencia CF perdió en su visita al Sánchez Pizjuán en un partido planteado de forma ultradefensiva de Nuno y que acabó por condenar a su equipo. La expulsión de Cancelo por doble amarilla (a cada cual más rigurosa) en el minuto 34 fue la puntilla que terminó por desmoronar a un equipo desdibujado, mal dirigido y que nada hizo antes y después del gol de Escudero en los primeros instantes de la segunda parte.    

Ha llegado la hora de tomar decisiones deportivas drásticas, porque el equipo no va, el entrenador no acierta, y todos están desesperados, apáticos y con claros síntomas de no sacar los objetivos marcados para esta temporada. 
Intranquilo, impreciso en defensa, con poca mordiente en ataque y un árbitro, el chulo Velasco Carballo, empezaba en Valencia su andadura en un Sánchez Pizjuán que sigue siendo teniendo ese ambiente que tanto se enrarece cuando acude el Valencia. 
El hecho de que Nuno apostara por Ryan en vez de Jaume, sin duda el mejor jugador del Valencia en los dos últimos meses, la verdad no ayudaba a calmar los ánimos de un bloque que salió con cuatro defensas, una línea de cinco en la medular -cuatro mediocentros y Mina pegado a la izquierda- y con Alcácer como único punta. Vamos, salió a no perder... Y así es difícil ganar. Otro destarifo más y van...
Un manotazo sí, pero no merecedor de tarjeta, condenaba al Valencia a ir de cabeza. Velasco ya había dejado su huella. En Sevilla siempre pasa algo.
Tampoco ayudó al Valencia que en 19 minutos tres de los cuatro defensas del Valencia estuvieran amonestados. Así, con poco, el Sevilla fue haciéndose dueño y señor del balón, del juego y, con su planteamiento siempre al límite de la legalidad, fue encerrando al Valencia. Al filo de la media hora Llorente, primero, y Vitolo, después, perdonaron una doble ocasión clarísima. La apuesta rácana y mediocre por el centrocampismo NO funcionaba. El Valencia no tenía la pelota y encima se quedó con uno menos por una doble amarilla a Cancelo absurda. Un manotazo sí, pero no merecedor de tarjeta, condenaba al Valencia a ir de cabeza. Velasco ya había dejado su huella. En Sevilla siempre pasa algo.
Y eso que, Mat Ryan, buen portero, de los mejores en Sevilla, y que nada tiene que ver con los delirios tácticos de Nuno, se había estrenado con buen pie en el 30 sacando un cabezazo a bocajarro de Llorente que puso a prueba sus reflejos felinos.  
La solución fue poner a Danilo de lateral, pues con Barragán lesionado, no había mejor opción para suturar la herida hasta el descanso. El Valencia llegaba al vestuario agobiado, pero vivo. 

El mazazo definitivo

Tras el preceptivo descanso, Nuno apostó por Vezo para encerrar aún más a su equipo. Al principio del partido era un planteamiento rácano e incomprensible; a estas alturas del duelo era obligatorio. Se marchó Mina y el equipo formó 4-4-1... La alegría duró un suspiro. Cuatro minutos, el tiempo necesario para que Banega -desconocido- se inventara un centro con el exterior desde la derecha para que Escudero, entrando sólo por la izquierda, hiciera el 1-0. Vezo se quedó mirando, Enzo Pérez no siguió y el debutante Escudero fusiló al también 'debutante' Ryan.
No por esperado dolía menos el guión previsto y cumplido. El Valencia vivió una película de terror en el Sánchez Pizjuán
No por esperado dolía menos el guión previsto y cumplido. El Valencia vivió una película de terror en el Sánchez Pizjuán y que, además, iba complicándose por momentos. Javi Fuego, amonestado, se despedía del partido contra el Barcelona la semana que viene por acumulación de cartulinas. Ante tal tesitura, Nuno, quiso resguardar sus naves y mandó sentarse a Enzo Pérez para reservar al argentino de cara al partido contra el líder. El internacional albiceleste se sentó y entró otro internacional, el argelino Feghouli.
Nada podía cambiar ya la sinopsis de este partido. El Valencia se ha ido desdibujando con el paso de las jornadas y, tras el fogonazo de Vigo, la luz se le ha ido apagando a un grupo que, decisiones de su entrenador a parte, está lejísimos del Valencia que logró una puntuación histórica la temporada pasada. Ninguno está al nivel del año anterior y, el único que mantenía el tipo, que era Jaume, Nuno se lo cargó en Sevilla.

Entretanto, sobre el verde, las ocasiones del Sevilla se sucedían. Algunas menos claras que otras, pero siempre en el mismo sentido: contra la meta de Ryan. A estas alturas, el conjunto andaluz había sacado 13 saques de esquina por ninguno del Valencia.
Fuego vio la segunda amarilla por una entrada fea al suelo y se fue antes de tiempo al vestuario. Nuno, tratando de salvar lo que quedaba, sentó a Alcácer, que se marchó cabizbajo. La imagen del punta era la del equipo. Hundido, apagado, desesperado y condenado a la mediocridad. Saltó Bakkali y el Valencia, con nueve, se permitió el lujo de presionar todo el campo y no encajar más goles, dato éste que deja bien a las claras que el Sevilla que venció al Valencia tampoco es el rival temible de otros años, sino un equipo vulgar que, eso sí, le ha dado la puntilla a Nuno Espírito Santo.