A taconazo limpio

Dos maravillas, dos genialidades, dos gotas de perfume caro, dos pepitas de oro entre la arena, dos taconazos espectaculares llevaron al Sevilla a lograr un triunfo importante y valioso ante un rival duro, ordenado, que planteó muchas dificultades y que casi amarga la calurosa tarde en Nervión. El conjunto de Sampaoli sumó tres puntos merced al olfato y la inteligencia de Ben Yedder, la calidad de Ganso y la impagable fe de Vitolo, que completó una espectacular segunda parte. Tres puntos que de nuevo meten arriba en la clasificación al equipo sevillista y que cierran una gran semana para ellos.

Gran semana por los dos triunfos, pero gran semana sobre todo para Ben Yedder, que ha demostrado ser el mejor rematador de la plantilla, el delantero que echaba en falta el equipo y el futbolista que puede coronar en el área rival el juego de su equipo en mediocampo. Su segundo gol no solo demuestra olfato, demuestra calidad e inteligencia. Como calidad demostró Ganso, que se rehabilitó ante el Alavés con una asistencia mágica, también de tacón, como el segundo de Ben Yedder. El brasileño encontró su sitio en el campo, quizás también su ritmo por el calor existente y dio rienda suelta a su imaginación con ese taconazo al delantero franco-tunecino. El tercero en el podio del encuentro, habría que ver bien en qué posición, es Vitolo. Su segunda parte, cuando todos parecían sudar la última gota, fue espectacular y certifican su internacionalidad y su estado de forma. Él tiró del Sevilla y con su galopada lo llevó a la victoria. Y si no en el podio, también destacó hasta Sampaoli. Deficiente en muchos planteamientos de los encuentros de inicio, incluido el de este sábado, se está destapando como un gran lector de los mismos en su desarrollo. Sus cambios en la segunda mitad dieron al equipo lo que necesitaba y a la postre la buena clasificación de este Sevilla empieza a no ser casual.

El calor como enemigo

Que hacía calor esta tarde del sábado en el Ramón Sánchez Pizjuán estaba claro. Lo sintieron los aficionados y lo sintieron los futbolistas. Y eso jugaba en contra del Sevilla, por mucho que sus jugadores se entrenen, vivan con temperaturas similares todos los días. Sobre todo porque es sabido ya que el ritmo de juego nervionense no es precisamente vertiginoso, más bien es lánguido, reposado, denso, lento, previsible... y todo lo que se antagónico de velocidad y sorpresa.
Ben Yedder ha demostrado en esta semana que es el delantero rematador del Sevilla, que tiene olfato, calidad e inteligenciaEl conjunto de Sampaoli quiso asumir el protagonismo del encuentro desde el inicio, al menos teniendo la pelota, con Nasri como casi única referencia con la pelota y con presencia en el campo contrario, que no tanta en área contraria. En teoría el Sevilla, con las alternativas en la salida del mismo Nasri, Vázquez, N'Zonzi y Vitolo tendría posibilidades de combinación y profundidad en ataque. Esa era la teoría, la práctica es que encontraba jugadores para combinar entre sí, pero en zonas inocuas, y que cuando avanzaba se encontraba con el muro del Alavés y entonces la única solución era dársela a los laterales para que resolvieran la papeleta. Es decir, que el conjunto nervionense no tenía ni pajolera idea de cómo hacerle daño al ordenado equipo vasco, a pesar de tener la pelota, y mucho (70%-30%). Si Sampaoli quiere someter a los rivales a través del balón, no lo conseguía. Y de hecho el Alavés se encontraba cómodo en el encuentro, el balón no le interesaba, solo para salir rápido y dársela a Edgar y Deyverson y que ejecutaran rápido. Y así de hecho logró crear bastante peligro. Edgar la estrelló en el palo y el resumen ofensivo del Sevilla fue una buena jugada individual de Nasri que se fue por poco.   
El Sevilla salió bastante mejor en la segunda parte tras una primera densa, y encontró mayor continuidad en su juego e incluso se sobrepuso a la lesión de Nasri Intentó y logró acelerar algo el juego el conjunto andaluz tras el descanso. No solo era cuestión de velocidad individual, sino de velocidad de pensamiento, de toque, de combinación. Y el Sevilla logró subir un ápice sus revoluciones y el ritmo del partido. Encontró el inconveniente de la lesión muscular de Nasri, y la de Vietto, pero se sentía más la ausencia del francés que la del argentino, que completó un partido nefasto. Fue entonces cuando Vitolo quiso tomar el mando de un encuentro en el que ahora dominaba el Sevilla sin sufrir represalias del Alavés, que se fue apagando adelante y empezó a sufrir atrás por la constancia del conjunto local. Además, los recambios sevillistas empezaron también a cobrar protagonismo, también a medida que el partido se metía en la franja crítica del cansancio. Sarabia se colocó como mediapunta tras Ben Yedder, mientras que Ganso se fue a colaborar en la creación. El mediapunta tuvo una clara ocasión primero y el brasileño ofreció el detalle de la tarde y quizás el de su rehabilitación, un taconazo lleno de calidad y de magia que dejó solo a Ben Yedder, que volvió a marcar casi a la primera que tuvo.
La ventaja y la tranquilidad del gol parecieron mejorar al Sevilla durante unos minutos. De hecho, estuvo a punto de matar el partido e incluso llegó un penalti a Vitolo (antes hubo una mano clara de Escudero también). Pero no lo hizo y el Alavés se mantuvo vivo. No se había mostrado en toda la segunda parte, pero seguía vivo, como equipo competitivo que es. Y estando vivo, cualquier jugada puede alimentar el peligro. Fue un saque de esquina, una prolongación, una relajación en las marcas y llegó el empate de Laguardia para amargar la calurosa tarde a los de Nervión.
Parecía que el encuentro se agotaba, sudaba, como todos los presentes. aunque había tiempo de sobra por las lesiones en el partido incluida la de Mateu Lahoz. Había tiempo de sobra y además hacía tiempo que Vitolo había decidido ser protagonista en el encuentro. El jugadón del canario, que se fue de varios y metió potencia para colarse en el área, lo remachó de forma espectacular Ben Yedder, que de tacón, otro más, hizo el segundo gol del Sevilla.
El partido se acabó entre eso, taconazos y detalles de calidad, incluso se sumó Vázquez y el Sánchez Pizjuán, que vivió un nuevo final mágico de partido y que de nuevo se muestra inexpugnable. Por ahora, también con Sampaoli, Nervión es terreno cerrado. Cuatro de cuatro y sumando... a taconazo limpio.
 

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