El Sevilla, de la lona liguera al orgullo de la Copa

Cosas que tiene la Copa del Rey, esta competición tan maravillosa a pesar de los goles recibidos año tras año desde los estamentos del fútbol español. El Sevilla, un equipo que en la Liga por ahora no cumple los objetivos, que deambula por ella con más pena que gloria, que navega en las aguas mediocres de la clasificación, sigue siendo el rival por superar en la Copa, competición de la que es campeón. Todo el mundo en las zonas capitalinas y condales quiere ver o ve una final Barcelona-Real Madrid, pero también la veían el año pasado y al Sevilla le dio por eliminar al campeón por entonces, el todopoderoso Barça, y a dejar sin título al Atlético, cuando desde muchas esferas colchoneras ya lo habían celebrado. Ese es el Sevilla, capaz de sobreponerse en malos momentos, capaz de sorprender y capaz de infundir respeto cuando por otro lado parece perderlo. Ese es el Sevilla, un equipo que puede ser capaz de meterse en la semifinal de la Copa del Rey por tercer año consecutivo. Quién da más.
Quiere el Villarreal, equipo potente y en forma, ser el privilegiado que deje en la cuneta al campeón. Lo tuvo contra las cuerdas en la ida, con 2-0 y con 3-1, pero al final vio cómo de El Madrigal salía el conjunto de Manzano con un 3-3 que deja el choque en buena predisposición para los nervionenses. Ojo, los de Garrido tienen un gran equipo, en forma, y capaz de darle la vuelta a la eliminatoria, sobre todo si el Sevilla sigue haciendo obras de caridad en defensa. Pero qué menos que perdirle, esta vez sí, a la zaga nervionense más concentración, más sobriedad, más seriedad y rigor, sean quienes sean los que la formen, porque puede haber cambios.
Y a los de arriba sólo cabe perdirles que tengan eficacia, porque el partido se presume de goles, ida y vuelta y alternativas. Al Sevilla le valen dos resultados de tres posibles (salvo el empate a cuartro, claro), buena ecuación de un equipo que debe dar de nuevo la de cal y reclamar respeto en la Copa, como campeón que es.