Contra los males, Kanouté y Luis Fabiano (4-3)
Sevilla FC | 4 | 3 | Athletic Club de Bilbao |
Luis Fabiano brilló como en sus mejores tardes con un segundo tanto genial. Fernando Navarro fue expulsado por doble amarilla y el equipo lo notó. Kanouté fue el mejor de los locales.
También hay que saber ganar sin brillar. Mirando el resultado en el minuto 62 parecía que al Sevilla le iba a resultar fácil ganar, pero la realidad fue otra bien distinta.
No bastaron para ganar cómodamente ni los goles de Luis Fabiano ni las magníficas asistencias de Romaric ni la reacción local tras el buen inicio del Athletic. El Sevilla acabó pidiendo la hora, con uno menos y con un resultado ajustado pese todo lo ocurrido anteriormente.
El partido tuvo mucha historia. Sirva como ejemplo del buen papel desplegado por los bilbaínos de inicio en el primer tiempo el hecho de que en el minuto 20 ya habían sacado hasta cinco córners. El balón deambulaba casi siempre cerca de Palop. Llorente era un incordio constante y sólo la falta de acierto de los vascos y la buena actuación de un Alexis muy concentrado e inspirado para parar las segundas jugadas del rival mantenían al equipo metido en el partido. Los de Manzano se encontraban incómodos. El fútbol era espeso y lento y el orden de los leones de enfrente era suficiente para maniatar a los hispalenses.
Pero poco a poco el Sevilla, de la mano de Romaric, comenzó a entrar en el partido gracias a la posesión. Reaccionó y ganó la batalla momentánea por el centro del campo. El papel del marfileño y el de Kanouté hacían pensar en lo mejor pese al buen papel del Athletic. Además, tener hombres en el campo como Luis Fabiano o el mismo Kanouté ayudan, y mucho.
A falta de diez minutos para el descanso Capel ponía una pelota desde la izquierda que no acertó a rematar Kanouté, lo que habilita a O Fabuloso en el área para decir 'aquí estoy yo'. Un tiro casi a la media vuelta y problema solucionado. El brasileño soltó de todo por esa boca tras marcar, Dios sabe acordándose que quien, y a otra cosa mariposa. Este tanto ya era un premio quizá excesivo en un partido igualado por méritos de unos y otros, pero lo mejor estaba por llegar y sirivió de espaldarazo para confirmar la recuperación de los nervionenses. Una pelota a Luis Fabiano en profundidad la convierte éste en un penalti clarísimo de Ustaritz que transforma Kanouté. Dos a cero y toda la segunda parte por delante. Capacidad para sufrir y, sobre todo, para definir.
Lo de la segunda mitad fue una auténtica locura. El Sevilla se complicó de lo lindo un partido que debió llevarse de calle, lo que evidencia que, a pesar de los triunfos, algo no carbura bien en el equipo. Luis Fabiano bajó un gran balón lejano de Romaric con una clase brutal para batir a Gorka por alto en una genialidad de las suyas. Ahí debió haber muerto el partido, pero Navarro vio la segunda amarilla y el Athletic se dedicó a soñar con la machada. A falta de 15 minutos para el final apareció Llorente. Primero marcó de cabeza a pase de Susaeta y luego anotó un penalti cometido sobre él mismo, o mejor dicho, acertó con el rechace porque Palop lo había detenido. El miedo en el cuerpo de los locales estaba servido. Se preveía tragedia, pero ayudó el árbitro. En una jugada inexplicable en la que casi marca Negredo, Clos Gómez se deja aconsejar por su asistente y decreta un penalti a favor del Sevilla. Kanouté no falla y se acaba el asunto. Ya si tiempo para reaccionar, Gabilondo hizo el 4-3, pero a tan sólo unos segundos del final.
En definitiva, un triunfo que vale para ganar confianza, para que Luis Fabiano regrese de donde haya estado, para cerciorarse de que Kanouté es medio equipo, para reforzar a Romaric y para hacer que el efecto Manzano no sea una simple casualidad. Eso sí, aún hay muchos errores que pulir todavía.