¿Hasta cuándo, Jiménez?

Cuando un entrenador no tiene plan pasan estas cosas. O cuando el plan es tan insostenible que no hay quien lo entienda. De hace un tiempo a esta parte, el plan de este Sevilla que pretende aspirar a todo en la liga española es dar pelotazos. Es no apostar por la calidad, sino por la fuerza bruta y la talla. Es renunciar a lo que le hizo grande hace casi tres años. Es dar balonazos por alto a Negredo mientras que otros se lo dan por bajo a Duda, Gavilán, Soldado o Sergio Canales. Es convertirse en un equipo especialista a jugar al contraataque. Y eso contra los grandes a veces funciona, pero contra los pequeños que te esperan… Y si encima de no tener plan o de tener un plan lamentable, tus ‘creadores’ son Romaric y Lolo, o Romaric y Duscher, o Lolo y Duscher, el éxito en la empresa se vuelve imposible. Por estas cosas, sólo y exclusivamente por estas cosas, el Sevilla hoy ha hecho el ridículo ante el Racing. Se ha arrastrado ante un aspirante al descenso y ha demostrado que, aparte de un plantel descomunal de futbolistas (cuando están todos los buenos), no hay nada más. Están horrorosamente dirigidos desde el banquillo.   
 
El partido hasta el 0-1 fue, sencillamente, un pestiño. Lolo y Romaric demostraban que jugar contra un equipo que se planta atrás luce mucho menos que perseguir a las estrellas del Barcelona, y ante el buen planteamiento de Portugal, su falta de calidad provocaba un atasco de ideas del que el Sevilla no sabía salir. Posesión si peligro con el Racing saliendo a la contra y con espacios que aprovecharía el ‘deseado’ Canales.  En el minuto 25 se quedaba mano a mano con Palop en una jugada cántabra de tiralíneas y colocaba el balón sutilmente por encima del meta valenciano. Hasta entonces, una sola ocasión fabricada y marrada por Negredo y un montón de pelotazos buscando al delantero que desesperaban a la grada. Llegaría la reacción más por bemoles que por juego y con los dos pivotes dando una cátedra de cómo no jugar al fútbol. Y a todo esto, va Canales y vuelve a armar el lío. Contra de libro de Munitis, sirve el veterano, y el chaval sienta a Adriano y a Palop para consagrarse marcando a puerta vacía. Ni 40 minutos, pañuelos y pitos para los locales y ovación para el crack en ciernes. El broncazo al descanso para Jiménez y los suyos era lo mínimo que se podía despachar. 
Koné entraba por Lolo al inicio del segundo tiempo para arriesgar lo indecible, y la puesta en escena mejoraba a la del primer tiempo, pero a los cuatro minutos, Perotti se marchaba lesionado y entraba Carreño. El partido se diluía con el Racing muy cómodo en su guarida y el Sevilla haciendo lo posible. Escudé remataba de cabeza al palo en un córner y alguno veía gol fantasma en una jugada que no está demasiado clara. Dos minutos más tarde, el gol de la esperanza. Falta lateral, cantada de Coltorti y gol de Romaric a placer. Casi media hora por delante para al menos empatar. La mejor la volvería a tener Romaric, pero Coltorti, que no se volvería a emplear hasta el descuento, le sacaba un buen remate de cabeza. El Sevilla engordó para morir. La pitada final fue de las que quedan grabadas en la memoria y mucho tendrán que cambiar las cosas para que la temporada se arregle… independientemente de lo que pase contra el Barça en la Copa.