Drama en Vitoria

El Real Valladolid viajaba a Vitoria con la moral por las nubes. El equipo de Sergio González, tras la victoria (3-0) sobre el Real Club Deportivo Mallorca, estaba pletórico pero debía confirmar su ambición en el Estadio de Mendizorroza. Los blanquivioleta querían conseguir un triple éxito en su viaje a tierras vascas pero todo se quedó en un apagón de enormes dimensiones y en la peor sensación de la temporada.

Dos goles en la primera parte dejaron al Deportivo Alavés la posibilidad de ejercer esa buena lectura que los blanquivioleta han tenido en las dos últimas victorias. El poso de los vitorianos fue excelente y así se entendió la poca capacidad de respuesta de un Real Valladolid que pensó y se ilusionó en una remontada como la de la temporada pero que nunca llego, ya no a producirse, sino a imaginarse.

Pese a la pequeña fuerza inicial de los vallisoletanos tras el descanso, el penalti de Rubén Alcaraz sentenció al equipo, potenció al Alavés y confirmó el drama de la visita blanquivioleta a Vitoria.

Superados

La ambición, el carisma y la fuerza, en contextos mentales y psicológicos, y el orden, claridad y contundencia, en el ámbito futbolístico, que el Real Valladolid demostró en los primeros 45 minutos fue inexistente. Pese a no enfrentarse a la mejor versión del Deportivo Alavés, los de Asier Garitano fueron mucho más fuertes, directo y precisos que los visitantes.

Sin casi rival, el equipo vasco se fue al descanso con una clara y favorable ventaja por incomparecencia del rival. Los de Sergio González estuvieron superados en todo momento y en todas las acciones del juego. Ni en defensa tuvieron claridad ni en ataque fueron efectivos.

Con muy poco, o nada, positivo que rascar en los primeros 45 minutos, Sergio González hizo un movimiento poco visto en sus partidos. El hecho de que el equipo blanquivioleta hiciese dos cambios en el tiempo de descanso definía el mal partido de un equipo que vivió pequeñas sensaciones de emoción en los primeros instantes de la segunda parte.

Leve mejoría enterrada por Alcaraz

Tras la reanudación, y con la entrada de Sandro Ramírez y Anuar Tuhami, que conllevaron un cambio de sistema, los pucelanos consiguieron dar un cambio a su imagen y cara. Fueron al ataque, consiguieron ser verticales e impusieron, mínimamente, su idea.

La fuerza era pucelana pero sólo de una forma frugal. Superado el susto de una ocasión de Sandro Ramírez y la inercia inicial por la charla del descanso, el Deportivo Alavés durmió el partido. Consiguió llevarlo a su terreno y a sus ideas. Sin ocasiones en ningún área y con posesiones largas, los de Asier Garitano consiguieron su objetivo. Buscaban que no ocurriese nada y que si se producía algún cambio fuese en el área de Masip.

La idea la tenían clara y Rubén Alcaraz cayó en la trampa. Cometió un penalti absurdo en el minuto 73 que terminó de cerrar la victoria del equipo vasco y el drama de la expedición blanquivioleta. Con el tanto de Lucas Pérez el partido estaba sentenciado y la imagen del Real Valladolid enterrada.

La peor visión del equipo vallisoletano de la temporada quedaba visible en un encuentro que debía medir la ambición y el coraje del equipo pero que mostró la debilidad, las carencias y la inestabilidad de un equipo que no se vio como tal en ningún momento.

Por suerte, el análisis se queda en el propio partido. Como diría Javier Aguirre, nuevo entrenador del Club Deportivo Leganés, "los días malos no se eligen" y el Real Valladolid tuvo uno. El peor, sí, pero, ahora, sólo queda digerirlo y asumirlo. Será el camino del siguiente triunfo.

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