Más de lo mismo

El tiempo pasa, las jornadas corren y los partidos comienzan a ser esas "finales" que nadie quiere disputar pero que hacen que tres puntos puedan ser determinantes. Así viajaba el Real Valladolid al Estadio de La Romareda de Zaragoza. Un encuentro de "todo o nada" para los de Paco Herrera. Tras la última derrota cosechada en el Nuevo Estadio José Zorrilla, el duelo en la capital del Ebro era trascendental. Todo lo que no fuera conseguir los tres puntos era una derrota pucelana. Una pérdida de ilusión, casi definitiva, por llegar al play off que no se produjo.

 
Para disputar este trascendental partido Paco Herrera cambiaba la idea. Variaba, como nunca, su formación. Dejando atrás la línea de tres defensas centrales, volviendo al famoso rombo en el centro del campo y devolviendo la titular a Jaime Mata, después de ocho jornadas, y Alex López, desconvocado en el último duelo, el entrenador pacense rompía el esquema de la derrota (1-2) ante el Gimnàstic de Tarragona. El partido tenía mucha importancia y, dando peso a las condiciones del Real Zaragoza, jugadores como Alex Pérez o Ángel García eran los grandes sacrificados del planteamiento.
La idea estaba clara pero el avance del partido cambiaba la idea. Con la lesión de Juan Villar y el cambio casi obligado de André Leão, el equipo terminaría buscando la victoria con Jaime Mata, Dejan Drazic y Ángel García como tridente ofensivo. Una terna de jugadores sin casi rodaje y que  no ofrecieron mordiente en el área zaragocistaa

Pérdida territorial

Recuperada la ilusión tras la victoria (0-3) ante el Elche CF y con el estreno como local de César Láinez como entrenador maño en versión local, la idea del partido y, muy posiblemente, del planteamiento de Paco Herrera estaba definido por un fuerte inicio local. Dicha idea ocurría y los maños eran dueños totales del esférico en los primeros instantes. Tres acercamientos a la meta de Isaac Becerra y, ante todo, una clara ocasión de Pombo que despejaba con acierto el '13' blanquivioleta mostraban un inicio arrollador de los locales. Debían ser protagonistas y convencer a su afición y, con ese dominio territorial, lo conseguían.
Tras ese fuerte inicio y después de varias acciones en las que Manu Lanzarote cogía la espalda a Luciano Balbi, el peso del partido se comenzaba a repartir. Con un dominio mayor del esférico del equipo local pero con un enorme peligro en las acometidas pucelanas, el encuentro se equilibraba y perdía ese desnivel que, lógicamente, tenía en los primeros minutos sobre el área blanquivioleta.
Siendo el esférico local, los espacios eran visitantes. El Pucela se adaptaba bien a la exigencia del partido y aprovechaba las opciones de contragolpe. Pasada la media hora y en una de esas opciones, Jaime Mata pisaba área y definía. Su remate era rechazado por Ratón pero el rechace era aprovechado por Juan Villar. El onubense, que ya es el máximo goleador del equipo con nueve tantos, adelantaba al Pucela en un duelo que, poco a poco, se iba igualando y en el que el conjunto visitante hacía daño en su primera gran ocasión. Tristemente la alegría no fue entera antes del descanso porque el Real Zaragoza llevaría la igualada al marcador. Una indecisión entre Rafa López y Luciano Balbi dejaba el gol en bandeja de un Lanzarote que, a la tercera ocasión, superaba a Becerra para llegar al descanso en empate.

Doloroso empate

Viéndose con la ventaja en el marcador, el tanto del Real Zaragoza a sólo tres minutos del descanso sentaría muy mal a los pucelanos. De esta forma y con ste sentimiento, el inicio de la segunda parte fue muy similar al de la primera. Dominio, casi total, del equipo de Láinez aunque sin las ocasiones del primer tiempo. El balón era blanquillo y el Pucela parecía superado. El reflejo de la situación vallisoletana era la que definía André Leão. El portugués, con amonestación desde el minuto 33, parecía ser avisado por López Amaya tras una falta en el centro del campo.

El miedo se apoderaba de Paco Herrera y movía su banquillo. Retiraba al luso y daba entrada a Alex Pérez. Con la incursión de Alberto Guitián en el centro del campo el Real Valladolid no cambiaba su idea pero sí que mejoraba sus prestaciones. Empeorarlas era imposible. Las sensaciones mejoraban pero la lesión de Juan Villar tras sobrepasar la hora de juego dejaba dolorido y aturdido a un Real Valladolid que comenzaba a mostrar debilidad y sobre el que Paco Herrera tuvo que actuar con un cambio de sistema.

Sin ideas finales

El avance final del duelo no era positivo para los pucelanos. El empuje local era total mientras que las ideas visitantes estaban bloqueadas. Un equipo roto contra un conjunto ilusionado y ambicioso que hacía del reparto de puntos un resultado injusto, no por juego sino por intención. En esta ocasión los metros no eran atacados por un equipo sin fuerza, coraje ni lucidez. Firmando, por momentos, el empate, los pucelanos mostraban una intención de ilusión pero una inoperancia de juego y así el equipo no se despide de su sueño, que se encuentra a cinco puntos, pero tampoco consigue mostrar opciones de conseguirlo. Más de lo mismo en esta dura irregularidad que puede dejar al equipo sentenciado a la intrascendencia.