La definición de 2016

Se cerraba el 2016, a nivel liguero, para el Real Valladolid y el equipo de Paco Herrera visitaba el Coliseum Alfonso Pérez. Un duelo exigente, de grandes dificultades pero que mostraría el nivel y la situación blanquivioleta a estas alturas de la temporada. Tras dos victorias consecutivas, los pucelanos debían dar un golpe en la mesa. El definitivo. No como los que hicieron con la victoria (2-0) ante el Sevilla Atlético, con los tres puntos iniciales (1-0) ante el Real Oviedo o en la reciente goleada (5-0) ante el Club Deportivo Mirandés.

 
Al equipo se le debía pedir más y ante esta exigencia el equipo formaba con gran parte de los mismos jugadores del último partido. Misma base y sólo un cambio. Sorprendentemente, Alex Pérez salía del once titular e Igor Lichnovsky recogía el guante que el daba el entrenador blanquivioleta. Junto a él, una tripleta en el centro del campo y otra ofensiva con los mismos nombres de hace seis días. Así, Alex López se volvía a quedar fuera de la propuesta vallisoletana. Segunda jornada seguida sin el que es, posiblemente, el jugador más talentoso del equipo.
El partido iba a ser de detalles y de aquel que mejor supiera entender los golpes que le pudiera dar el partido y, en este sentido, el Real Valladolid estuvo muy mal. Tras el gol inicial de Pau Anton el partido quedaba cerrado ya que ni el gol de Juan Villar fue suficiente. Rápidamente fue contrarrestado por Jorge Molina y se cerraba no sólo el partido, sino también el año 2016. Un tiempo para olvidar en el mundo blanquivioleta.

Sí y no

Con estos ingredientes sobre el césped madrileño los primeros 45 minutos transcurrieron en el calor que se esperaba. Un clima de pocas ocasiones, contados goles y en el que aquel que fallara pagaría las consecuencias. El Real Valladolid pudo hacerlo con un gol anulado a Jorge Molina o cuando Jaime Mata pudo ser expulsado en una jugada en el centro del campo. Los compases iniciales del partido confirmaban que el duelo se ganaría en pequeños detalles. Fallos o aciertos de cada uno que el otro, sin dudar, aprovecharía.
Así Jose Arnáiz pudo romper todos los guiones previstos. A los pocos segundos de comenzar el duelo rozó un remate franco en el área pequeña. Pudo marcar las diferencias pero ese detalle no le sonrió como sí lo lleva haciendo la categoría en las últimas semanas. Sin el acierto del '29' y con un juego poco elaborado entre ambos jugadores, la visita blanquivioleta a Getafe se definía como el partido básico de 'LaLiga 1|2|3'. Tanto unos como otros no rompieron en su juego. Coaccionados por lo que podía ocurrir a sus espaldas, sólo mostraban detalles de calidad.
Entre estas puntualizaciones, casi esporádicas, Joan Jordán se llevó la palma. El '19' blanquivioleta disfrutó de un libre directo que, bien ejecutado, salvaba Alberto García, portero local, en el último minuto. Una de las ocasiones más claras del duelo y, sin duda, la más favorable para los intereses pucelanos, mostraba calidad y desparpajo esporádico en el equipo blanquivioleta pero no en un partido con claros objetivos resultadistas.

Rotas las diferencias

En los partidos de pequeños detalles y en la categoría de plata del fútbol español, el balón parado es fundamental. Muchos puntos se consiguen así y el Getafe Cf rompía la igualdad del marcador en una jugada tan mal defendida por el equipo como mal realizada por Igor Lichnovsky. En la acción que le costaría la amonestación al chileno se rompía el partido. El Real Valladolid se desintegraba de una forma tan abultada como inesperada.

El tanto inicial de Pau Anton provocó un golpe seco en la línea de flotación blanquivioleta. Por detrás en el marcador los pucelanos se vieron debilitados. Jorge Molina pudo ampliar la diferencia pero sería, pocos minutos después, Dani Pacheco el que haría crecer las distancias y pondría muy de cara para los locales el duelo. Con un marcador conseguido en apenas 10 minutos, los madrileños se frotaban las manos. Veían espacios sobre la espalda de la línea defensiva pucelana y el planteamiento de Pepe Bordalás podía cumplir todos sus objetivos. Tocaba esperar, ver huecos y aprovecharlos. Tiempos negros para el Real Valladolid.
Pasada la hora de juego había poco que perder y así, Paco Hererra movía el banquillo. Utilizaba sus piezas y daba entrada a Raúl de Tomás y Ángel García por Jaime Mata y José Arnáiz, respectivamente. había que cambiar el ritmo del partido y el entrenador pacense lo utilizaba aunque sin demasiado éxito. El partido ya era getafense, ya había entrado en el ritmo que el equipo local quería y éste lo paraba constantemente con faltas, interrupciones e, incluso, con amonestaciones. Entre esta dinámica aparecía Sergio Marcos que, sustituyendo a Luciano Balbi, quemaba la última bala de un equipo que veía cómo se le escapa del broche final del año.

El resumen final

Cada partido es un mundo o, al menos, eso dicen porque el Real Valladolid definió en 90 minutos y, sobre todo, en 15, su año 2016. Los de Paco herrera despertaron. Juan Villar recortaba distancias. El equipo quería despertar de la pesadilla de segunda parte con el tanto del onubense pero todo se cerró pocos segundos después. El 2016 no ha dejado ilusionarse al entorno blanquivioleta y éste ve cómo con la derrota en Getafe se cierra un triste año para el Club. Más allá de entrenadores, fichajes, canteranos o ilusiones, el equipo no consigue encauzar una buena racha como no conseguía en el Coliseum hacer frente a un mal inicio de segunda parte.