Largo pero productivo

Respeto, mucho respeto transmitía el Real Valladolid ante la visita de la Real Sociedad en el encuentro de ida de Dieciseisavos de Final de Copa del Rey. Los de Paco Herrera recibían a uno de los equipos más en forma del fútbol español con recelo ante su brillante nivel. Con jugadores en la citación pucelana con poca participación y con seis básicos fuera de los 18 convocados, los pucelanos afrontaban este primer partido de la eliminatoria con ambición grupal, necesidad de minutos y confianza en el aspecto individual.

 
Ante todos estas condiciones y, por sorpresa, la idea de rotaciones no era compartida entre ambos equipos y era el Real Valladolid, el de inferior categoría, el que rotaba en su equipo. Mientras Eusebio Sacristán apostaba por nueve jugadores titulares en el último duelo (1-1) ante el Fútbol Club Barcelona, los vallisoletanos variaban totalmente su once y sólo Jaime Mata y Álex Pérez repetían sobre el empate (0-0) ante la Unión Deportiva Almería. En un equipo con mucha necesidad de minutos destacaba la presencia de Anuar Tuhami. El futbolista del Real Valladolid Promesas se colaba en el centro del campo entre la petición de protagonismo de otros compañeros como Sergio Marcos, Markel Etxeberria, Pau Torres o Luismi Sánchez.
La propuesta blanquivioleta fue buena pero se hizo corta. Los minutos pesaron en el equipo de Paco Herrera y el buen hacer pucelano en los primeros 45 minutos se difuminaba tras el primer gol de Juanmi Jiménez. El tanto del delantero malagueño haría mucho daño a un equipo blanquivioleta que cierra la ida de la primera eliminatoria copera a doble partido muy cerca de caer eliminado pero con la sensación de que muchos de sus jugadores han aprovechando su oportunidad.

Sin tapujos

Si el encuentro parecía desnivelado por los 28 puestos de diferencia entre unos y otros, los onces lo hacían más y, sobre todo, el inicio de partido. Una Real Sociedad muy convencida arrinconaba al equipo pucelano en su área. Dos saques de esquina en los primeros seis minutos dejaba el miedo en el frío ambiente del Nuevo Estadio Jose Zorrilla y el primer tanto en el marcador. Íñigo Martínez aprovechaba un balón suelto y adelantaba al equipo visitante. Lejos de asustar a los de Paco Herrera, la ruptura de la igualdad desataba una brillante reacción pucelana. 
La asociación ofensiva entre Jaime Mata y Juan Villar y la verticalidad del equipo generaba inseguridades a la defensa vasca como predecía el propio entrenador txuri urdin en la previa. Así, con un balón a la su espalda, el '9' blanquivioleta provocaba y anotaba el tanto del empate. Un penalti valía para restablecer las tablas y volver a ver al jugador madrileño celebrando un gol. Se quitaba muchos de sus fantasmas y pudieron ser más porque minutos después estrellaba un balón en la madera. Una jugada de combinación brillante por parte de los pucelanos no conseguía ser finalizada como merecía tras una fase de gran dominio local.
El dominio pucelano duraría más allá de la media hora de juego. La sensación fue buena durante toda la primera parte. En los primeros 45 minutos el equipo de Paco Herrera mostraba diferentes visiones de juego. Verticalidad, posesión y juego exterior firmado gracias a actuaciones individuales destacadas. El dominio de los tiempos de Sergio Marcos, los kilómetros y la presión de Anuar Tuhami, la tranquilidad de Luismi Sánchez, la velocidad de Juan Villar y el trabajo de Jaime Mata, entre otros, firmaron una declaración de intenciones de un vestuario completo que, por fin, demostraba una buena fase de juego tras tres partidos para olvidar.

Ambición total

El partido comenzaba con dominio visitante. Los vascos dominaban el balón pero no encontraban mucha fluidez de juego. Perdían fuerza en su avance ante la alta presión pucelana. Con esta idea se cuestionaba hasta qué minuto sería capaz de llevarla a la práctica el equipo de Paco Herrera. Los jugadores dirigidos por el pacense no dudarían y, tras ver que tenía efecto en los primeros 45 minutos, lo ampliarían durante la segunda parte. El inicio del segundo acto era similar al del partido. El dominio era visitante pero los miedos no eran locales. Los pucelanos esperaban su oportunidad ante la verticalidad que mostraba su juego. El equipo se mostraba cómodo al ver que se copiaba el guión inicial.

Pese a que se generaban menos ocasiones que en el primer acto, los locales se mostraban cómodos ante el dominio de balón del equipo visitante. Éste, sin ser agobiante, dejaba opciones a los pucelanos. En una de estas alternativas de creación el equipo fallaba y la Real Sociedad lo aprovechaba. La calidad de los vascos salía a relucir cuando Juanmi se valía de una intercepción en el campo blanquivioleta. La transición visitante rompía el marcador y exigía de una nueva reacción.

Triste efecto

Si en la primera parte todo el buen hacer vallisoletano fue por la brillante reacción y actitud tras el tanto donostiarra, en el segundo tiempo el primer tanto vasco haría mucho daño. La forma en la que éste se producía debilitaba la mentalidad del equipo y destrozaba las posibilidades de reacción de un conjunto al que se le haría muy larga la segunda parte. En ese largo peregrinar hasta el pitido final de un siempre cuestionado Hernández Hernández, el Pucela encajaría un nuevo gol, nuevamente obra de Juanmi Jiménez, y vería la entrada de Dejan Drazic.
El serbio, uno de los grandes sacrificados de la propuesta inicial y autor de un gol mal anulado en el minuto 85, entraba al terreno de juego para el tramo final cuando el partido y, muy posiblemente, la eliminatoria ya parecían estar sentenciados. Pese al resultado y cómo se produjo éste, la lectura blanquivioleta debe ser positiva. El encuentro, largo para las fuerzas locales, cundía a unos jugadores que potencian el debate sobre su rol en el equipo. Después de tres jornadas ligueras sin sumar y sin una buen imagen, la Copa del Rey no corta la racha pero potencia grandes sensaciones en los jugadores con menos protagonismo hasta la fecha.