Soriano, el estable

El pasado 17 de mayo, Fernando Soriano colgaba las botas. Fue de forma rápida, inesperada y casi hasta obligada. Lo hacía para dar el salto definitivo a los banquillos. Recibiendo a un equipo en descenso y a tres puntos de la zona de salvación, el aragonés se convertía en el séptimo entrenador de la UD Almería en los últimos dos años. Era la última bala y tanto el Club como él agarraban la oportunidad con mucha fuerza. Sin ilusión. Con obligación. Solamente quedaban cuatro jornadas para el final de la pasada temporada y debía conseguir un mínimo de dos victorias para superar a la SD Ponferradina. Finalmente, con ocho puntos de doce posibles, Soriano salvaba al equipo del descenso y firmaba la renovación para la presente temporada.

 
Así, y llegando al Nuevo Estadio José Zorrilla para disputar la decimosexta jornada de la presente temporada, el maño se va a convertir en el entrenador más estable de los dos últimos años. Igualando en partidos dirigidos a Néstor Gorosito, el exjugador ha validado su estatus en el banquillo. Tiene un nombre, un peso y una relevancia que nunca antes había tenido ningún entrenador en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. Pese a la delicada situación deportiva que vive el Club, que no sale de los puestos bajos de la clasificación, Fernando Soriano ha encontrado la estabilidad que todo entrenador quiere pero, sobre todo, la que la actual UD Almería necesita.

Sin pasar del noveno puesto

Ganando este fin de semana al Real Valladolid, además de adelantar a los de Paco Herrera, los almerienses podrían llegar hasta la undécima plaza, dependiendo de otros resultados. No es un gran puesto pero estaría muy cerca de la mejor posición que ha conseguido adquirir Soriano en sus actuales 19 partidos como entrenador. A sus 37 años, el exfutbolista natural de Alfamén, provincia de Zaragoza, no está viviendo un inicio fácil de carrera como técnico pero lo está haciendo desde la estabilidad que ha conseguido un club nervioso, destruido y con una realidad muy por debajo de los objetivos marcados por los andaluces todos los veranos.