Las estadísticas pisotean la imagen blanquivioleta

El partido y la derrota (3-1) del Real Valladolid en el Heliodoro Rodríguez López de Santa Cruz de Tenerife no fue buena. Nada buena. Los de Alberto López no estuvieron a la altura. El propio entrenador lo confesaba, pero en los datos que muestran cómo ha sido el encuentro, el Pucela deja su imagen por los suelos. Si ésta ya quedaba tocada con el juego, al ver que el jugador más ofensivo y peligroso ayer fue Mario Hermoso, la imagen pucelana queda totalmente pisoteada.

 
Un partido se puede ganar con un tiro entre los tres palos, pero al equipo hay que exigirle más. Un Real Valladolid que se juega lo que se juega éste no puede realizar un bagaje tan pobre de ataque. El Pucela no se puede resumir en cuatro tiros a puerta, siendo dos de ellos de un defensa central. Si las estadísticas son así, el resumen más sencillo es el del mal trabajo. El Real Valladolid carece de identidad, de movimientos definidos y de un estilo de juego propiamente dicho. Es lo mínimo cuando se acumulan los entrenadores, las metodologías y las diferencias de trabajo.
Pese a ello, el vestuario debe mostrar coraje, corazón y empuje, pero a estas altura nada parece cercano. El Real Valladolid de Alberto López quiere que termine la temporada. Necesita cerrarla y comenzar, individual y colectivamente, nuevos retos y objetivos.

Sin presencia ofensiva

Dani Hernández, ex cancerbero del Real Valladolid tuvo una tarde tranquila. En sus inmediaciones no vio a ningún rival con peligro. ¡Cinco pases en el último cuarto de campo firmó el Pucela! ¡Cinco! Y uno de ellos hacia atrás. Así, imposible. Así, elocuente. El Real Valladolid, como afirmaba Óscar González en su última rueda de prensa, no tiene fútbol. Sus problemas no son de querer o no querer, son de fútbol. El equipo no está hecho y sin identidad se diluye. El equipo no está trabajado y, por lo tanto, el equipo no es equipo.
No es un grupo exitoso porque no saca rendimiento a nada. No tiene claridad con el balón y el juego interior pero tampoco con el juego exterior. Un centro exitoso en todo el partido. Un pase lateral de Nikos Karampelas en el minuto 86 resume todo el bagaje exterior del equipo de Alberto. Un rédito pobre, una estadística que deja la imagen blanquivioleta pisoteada una vez más. El equipo se arrastra y no lo dice una opinión o una sensación, lo afirman las estadísticas.
Siempre se ha dicho que los datos de un partido son el alimento del pobre. Es posible que este argumento sea válido para un partido. Solo para uno. Si la realidad pucelana habla de que todas las semanas las sensaciones son malas, la imagen, paupérrima, y todo lo confirman las estadísticas, el Pucela y su entorno deben rezar para dar por finalizada esta temporada. Lo necesitan más pronto que tarde.