¡Qué bochorno!

Muy posiblemente, a 9 de abril de 2016 y en Butarque, el Real Valladolid haya puesto punto y final a su temporada. En un homenaje a su insultante curso, el equipo vallisoletano, por llamarlo de alguna manera, naufragó frente al Leganés y volvió a evidenciar la falta de orgullo, espíritu y, sobre todo, de trabajo. El hándicap de los primeros meses, los desajustes defensivos, reaparecieron para lastrar a un Pucela que penará en las diez jornadas restantes por los campos de Segunda División, donde seguirá salvo que Fátima se traslade a Valladolid.

¿Por qué extraña que el rugby ilusione en Zorrilla más que el fútbol a día de hoy? Lo raro sería lo contrario. El tedio dura tres años y el cuarto apunta a ser duro. Casi que mejor, porque al Real Valladolid le van mejor las cosas cuando abandera la modestia. Las megaconstrucciones valen para el Depor o el Betis...en Valladolid terminan en indolencia. Hará frío, pero se vive bien. Demasiado bien. La exigencia brilla por su ausencia. Tanto, que el discurso del entrenador después de ser ridiculizado en Anduva y de empatar frente a un equipo en descenso era que el objetivo en las nueve jornadas restantes sería no perder. El aficionado blanquivioleta quiere ganar y ascender pero a Portugal, que le dieron en Navidad a Roger y a Rennella, le debe sobrar con la permanencia. Se encontró un equipo en la zona baja y vivirá de eso hasta que recoja sus cosas de Zorrilla.
En su penúltimo esperpento en rueda de prensa confesó que no había escuchado, ni leído, ni visto a Leao asumir que la temporada estaba siendo un fracaso. Se da por hecho que tampoco escuchó, ni leyó, ni vió a Pedro Tiba reclamar que su posición era la de mediocentro. Y no la de interior ni la de mediapunta. Pues bien, casi como una provocación Tiba jugó de mediapunta fantasmal, alargando todavía más la distancia entre la línea de centrocampistas y la referencia ofensiva. Más que nada porque ni se le vio hasta la sustitución de Rubio que le obligó a retrasar su posición.
Antes el Leganés había hecho tres goles, dos de ellos en la primera parte. Y ambos muy parecidos. Dos desajustes defensivos que desenmascararon a una pésima defensa blanquivioleta dieron ventaja a los locales. Primero tras un buen centro de Omar Ramos con Johan Mojica dejando hacer, una vez más, y un remate de cabeza en solitario de Guillermo, que batió a Kepa ante la mirada de Marcelo Silva y Juanpe, perdidísimos.
El segundo, en un minuto doloroso como es el 43, fue de Gabriel en idénticas circunstancias. La zaga echaba por tierra las intentonas ofensivas del Pucela, que fueron unas cuantas. Lo que Mojica no defendía, lo atacaba. Y suyas fueron las primeras ocasiones del encuentro: un centro raso que detuvo Serantes antes de que hubiese opción de remate y una asistencia a Juan Villar que se encontró con el guardameta del Lega. 
Tras la reanudación no hubo grandes cambios. El 0-2 destrozó al Real Valladolid, que se limitó a verlas venir y a clamar piedad al rival. No la hubo. Del centro de Omar Ramos se pasó al gol de Lluís Sastre. El karma. Una falta lejana, Kepa tapado...y adentro. Sastre le marcó en 90 minutos al Real Valladolid los mismos goles que hizo de blanquivioleta en tres temporadas completas. Suena tan duro como es. Fue hasta un alivio que Asier Garitano sustituyese a Timor...porque muy posiblemente hubiese marcado el cuarto que anotó Szymanowski