Un banquillo ilusionante pero muy inestable

Entrenar a un conjunto como el Almería es muy ilusionante y más si se hace en Segunda división. Hacerse cargo del equipo rojiblanco provoca grandes connotaciones. Todos los entrenadores tienen un punto que les invita a aceptar la oferta almeriense sin dudar. Si en el caso de Sergio Barjuán fue el hecho de poder formar su propio proyecto, elegir varios de sus jugadores y conformar su proyecto más emocionante como entrenador, en el caso de Joan Carrillo y Néstor Gorosito ha supuesto la opción de llegar a España y poder mostrar su potencial como entrenadores.

 
Tres de los cuatro técnicos que ha tenido esta temporada el próximo rival del Real Valladolid afrontaban la oportunidad de Almería como una gran opción. Miguel Rivera, segundo entrenador de la temporada, asumió la opción de sustituir a Sergi como la gran oportunidad de su carrera. Un hombre forjado en la categoría de bronce del fútbol español y en el fútbol andaluz tenía un sueño al alcance de la mano. Como todos, la ilusión era máxima pero el resultado, paupérrimo. El Almería ha pasado de ser un banquillo muy ilusionante a una plaza tan inestable como contraproducente.
La presión desmedida del entorno y de la directiva y las altas expectativas sobre una plantilla que en verano era la envidia de la categoría pero que a la hora de la verdad no ha estado al nivel, han podido con el bagaje, la ilusión y el convencimiento de cuatro entrenadores. Diferentes perfiles de dirigir que han pasado sin pena ni gloria por el estadio de los Juegos Mediterráneos esta temporada.

Tras firmar el descenso, pero convenciendo por sus números y por una reacción que parecía improbable a su llegada, Sergio Barjuán renovó como entrenador del Almería. Lo hizo para firmar siete jornadas en el banquillo del en Segunda división. Su proyecto, sus fichajes y toda su ilusión morían por una mala racha de tres derrotas consecutivas y por vivir en los puestos de descenso a la categoría de bronce del fútbol español.
Lo que ahora es una realidad inamovible, en los primeros meses de competición parecía tan irreal como provocador una destitución. Sin entenderse en muchos sectores y con algún tema ajeno a lo deportivo sobre la mesa, Sergi Barjuán era destituido el pasado 3 de octubre con un bagaje muy pobre para el proyecto que había firmado. Pese a superar al Elche en competición copera, el catalán dejaba al equipo en el vigésimo puesto con sólo siete puntos. Dos victorias, un empate y cuatro derrotas terminaron con el proyecto que el ex entrenador del Recreativo de Huelva comenzó en el estadio de los Juegos Mediterráneos y que tenía la perspectiva de ser el más ilusionante de su joven carrera. Tristemente solo duro siete partidos, más que el siguiente inquilino y poco menos que el tercero.

Si sorprendía la marcha de Sergi, más lo hacía su sustituto. Miguel Rivera, hasta entonces entrenador del filial, se hacía cargo del primer equipo por segunda vez en dos años. En esta ocasión parecía que el salto era más confiado que en la campaña anterior cuando hizo de unión entre Francisco y Juan Ignacio Martínez con un duelo (1-4) ante el Real Madrid.
Sin poder convencer a Paunovic ni a Fernando Vázquez, como se apuntó desde diferentes medios andaluces, el Almería consideró oportuno confiar en un entrenador con más de 50 partidos en el club. Su buena labor en el filial de Segunda B le valía para ganarse una oportunidad. Breve pero que, de convencer, se podría alargar hasta final de temporada. Tristemente, el ascenso le terminó sacando del club rojiblanco. Tras subir al primer equipo, clasificarlo para la siguiente ronda copera, un empate (1-1) en Gerona y, sobre todo, una derrota (2-3) ante el Elche provocaron las negociaciones con un tercer entrenador.
Pese a su ritual previa durante los partidos y su ilusión ante la oportunidad más importante de su carrera, Miguel Rivera solamente vivió tres jornadas en el banquillo almeriense, tiempo insuficiente para dejar su huella pero válido para volver a sumar su presencia a una lista de siete entrenadores en las últimas dos temporadas.

La aventura del maniático entrenador andaluz fue corta. La derrota (2-3) y la imagen ante el Elche provocaron la llegada de Joan Carrillo. Las opciones se multiplicaron tras la imagen de aquella mañana en la que los de Rubén Baraja asaltaron un estadio que todavía se veía como complicado. Sorpredentemente, el club andaluz apostó por un entrenador casi desconocido en España y con un bagaje profesional como ayudante de Pochettino en el Espanyol.
Tras un innegable éxito en Hungría, esta catalán llegaba a Almería ante una gran oportunidad. Como sus antecesores, la llamada del club rojiblanco era una gran opción de mostrar su cualidades de entrenador en su país, en una categoría exigente y en un club con aspiraciones. La apuesta parecía segura pero solamente duró 11 partidos. Sin conseguir sumar ninguna victoria, con sólo seis puntos de 27 posibles y con una eliminación copera, Joan Carrillo dijo adiós antes de Navidad.
El 20 de diciembre y tras ver que su Almería era colista en la categoría de plata, el presidente tomó la dura decisión. No tenía otra opción que afrontar el fracaso del catalán y buscar su cuarto entrenador. Sin llegar a la mitad de la temporada, el equipo almeriense ya firmaba tres entrenadores. Tres errores que dejaba a una de las mejores plantillas de la categoría como la peor clasificatoriamente hablando.

Sin encontrar la fortuna en el tercer intento, el equipo andaluz arriesgó en Navidad. Se dejó el tiempo de vacaciones para pensar y hacer una buena propuesta a Néstor Gorosito. El que fuera entrenador del Xerez en la temporada 2009/2010 regresaba a España para intentar reflotar la nave andaluza. La tarea no era fácil pero para él resultaba un reto del que podía salir ganador. Recogía a un Almería colista y sólo tenía que mejorar lo realizado por los tres entrenadores anteriores.
Sigue en el cargo y eso ya parece un logro en este Almería. Lo hace tras 13 partidos pero solo con cuatro victorias en su currículum. Iniciado en el mes de enero con una importante victoria (2-1) ante el Llagostera, el entrenador argentino está intentando sacar partido a todo el vestuario almeriense con tranquilidad y consciente del objetivo. El Almería ya tiene asumido su rol en la temporada. Debe salvar la categoría y tiene que hacerlo lo antes posibles. No es sencillo y nadie mejora sustancialmente lo conseguido por su antecesor.
Si Sergi no firmó grandes datos, Rivera y Carrillo no consiguieron una victoria en liga, Gorosito solamente ha logrado 18 de 39 puntos. Con ellos no ha salvado, de momento, al equipo de la quema ya que sigue en puestos de Segunda B. Pese a que solo ha perdido tres partidos, el cuarto entrenador de la temporada no ha conseguido, como tampoco lo ha hecho nadie, inyectar un cambio de dinámica en el equipo que le haga salir de los puestos más bajos de la categoría.