La triste realidad pucelana

El Real Valladolid pierde (1-2) ante el Deportivo Alavés en un débil partido de los de Miguel Ángel Portugal. Pese a que durante los primeros 45 minutos los locales crearon sensación de peligro hasta contrarrestar el tanto inicial de Dani Pachecho al poco de comenzar el segundo acto, la segunda parte mostró las deficiencias y dificultades que tiene actualmente el proyecto blanquivioleta. Sin ideas, sin ocasiones y sin personalidad, el Pucela firma su segunda derrota consecutiva como local para colocarse en una situación límite que le podría dejar en puestos de descenso al finalizar la jornada.

Miguel Ángel Portugal quería que el Real Valladolid saliera encendido al partido y que dominara el juego con el balón. En definitiva, buscaba el inicio de partido que el equipo firmó en Lugo. Tristemente, nada de esto ocurrió. La personalidad del Deportivo Alavés se dejaba ver en el estadio José Zorrilla desde el primer instante para que los locales estuvieran siempre a merced del juego de los pupilos convencidos de Pepe Bordalás. Mientras los vitorianos leían el partido y ejecutaban todo aquello que se espera de ellos, los locales vivían presos a las opciones ofensivas de Juan Villar o a algún coletazo aislado de la calidad de uno de sus jugadores. Viviendo de las individualidades de un equipo con sólo 18 puntos en 15 partidos, el resultado del partido terminaba con la marcha de tres nuevos puntos en la avenida del Mundial 82. Segunda ocasión consecutiva en la que el Pucela pierde como local pero, esta vez, con una nefasta sensación a realidad.

Un tempranero gol

El equipo quería dominar, buscaba imponer su personalidad sobre el partido e intentaba ser el líder del juego. Nada ocurrió. De las buenas sensaciones de Lugo no llegó nada a Valladolid y más tras el minuto siete. Con el tanto de Dani Pachecho el mazazo era muy alto, demasiado duro de digerir para un equipo que no carbura y que no consigue un estilo de juego definido. Los vaivenes del equipo son tan grandes que con un gol en contra nadie sabe por dónde puede salir el equipo de Portugal. Quizás con carácter o, quizás, con desanimo y tristeza. En Lugo el equipo sintió tocado su orgullo pero, en el estadio José Zorrilla con más de 8.000 gargantas de apoyo, la versión que tocó fue la negativa.
Tras el gol de Pacheco llegaría el poderío de lectura visitante hasta que Juan Villar controló las revoluciones de su juego. Con el '7 como un puñal por el extremo diestro, el Real Valladolid comenzaría a ver el empate com0o una opción. Jugada tras jugada los locales inclinaban el juego por el carril diestro. Profundidad, fuerza, potencia y balones al área pero sólo en el máximo goleador del equipo. En el acierto o desacierto del onubense estaba el futuro del Real Valladolid. Tristemente nada ni nadie le acompañaba. La presión de juego vitoriana era tal y estaba tan bien ejecutada que el equipo no trenzaba combinaciones de aquellas que pedía Portugal en la previa. Sin ellas, nuevamente Juan Villar era la opción ofensiva del equipo. Con él o con nadie.

Empate y adiós

Ese espíritu de líder del ex del Cádiz tomaba mayor envergadura en el comienzo de la segunda parte. Con su quinto tanto de la temporada comenzaba un nuevo partido que, tristemente, el Real Valladolid no supo jugar. En un momento que marcaba el partido y que el Real Valladolid debía aprovechar para mostrar su camino, el Deportivo Alavés comenzó a ganar el partido. Fue fuerte, fue convencido y tuvo personalidad. Sin realizar un gran juego, los vitorianos leyeron el partido, miraron sus opciones y atacaron a un Pucela que tras el empate dijo adiós. Cuando los de Portugal tenían que dar un golpe sobre la mesa, se vieron apresados por un rival más convencido que demostró ser un equipo formado y no perseguido por una triste realidad. Este Real Valladolid está tocado y podría estar muy deteriorado si la jornada le deja en puestos de descenso a Segunda división B, hecho que podría ocurrir y que hace sólo unas semanas costó la salida de Gazika Garitano.