Esteban, un titular ausente en el tramo determinante

La posición de portero es, sin duda, la más especial en el fútbol. Los metas están acostumbrados a adquirir un rol predeterminado una vez empieza la temporada, donde la suplencia o la titularidad marca el resto de la misma. En este caso, el Real Oviedo tuvo en Esteban un seguro fijo, pero una lesión inesperada y la llegada de Generelo despertaron las dudas en el tramo determinante de la temporada.

Y es que Sergio Egea lo tenía claro: su titular era Esteban. El meta había llegado un año atrás con un objetivo claro, devolver al Oviedo a la categoría que se merecía. Se convirtió en símbolo de la afición y, desde la titularidad en Segunda B, consiguió el ascenso a la categoría de plata.
Con dicho ascenso, el club decidió reforzar la portería y Rubén Miño llegó a Oviedo durante el pasado verano para aportar competencia bajo palos. Aún así, Egea seguía apostando por por Esteban desde el inicio, un portero con la experiencia de más de diez años en Primera División. Más allá de su buen hacer deportivo, su simbolismo otorgaba pocas dudas en la portería. Jugó las 29 primeras jornadas de Liga como titular, hasta que llegó el fatídico día del partido ante el Valladolid.
Esteban era titular indiscutible y el Real Oviedo peleaba por los puestos altos de la clasificación, con el factible sueño de quedar entre los dos primeros. En la jornada 29, el Valladolid visitó el Tartiere y Esteban sufrió un encontronazo al final de la primera mitad con Rennella. Intentó seguir en la segunda parte, pero acabó siendo sustituido por Rubén Miño.
La visita del Valladolid supuso el fin de Egea, que dimitió como técnico, y el fin de Esteban. Con Generelo ya en el banquillo, el nuevo técnico apostó por darle la titularidad a Rubén Miño, que hasta entonces solo había jugado en el torneo copero. El meta salió de inicio en la siguiente jornada ante el Alcorcón y jugó todos los partidos restantes de la temporada a excepción de la última jornada, donde ya no había nada en juego.
Envuelto en un mar de polémicas, Miño acabó la temporada jugando 13 partidos y encajado 13 goles, lo que le deja una media de un gol por partido. Por contra, Esteban, que había partido como titular, vio desde el banquillo cómo el Oviedo se quedaba sin disputar el playoff de ascenso y solo regresó a la portería en la última cita, donde encajó cinco goles ante Osasuna. Al final, el meta asturiano jugó 30 partidos y encajó 38 tantos (1,2 por partido).