Empate corto para el Oviedo
Chisco García III Un punto puede parecer un buen botín después de tres derrotas en salidas, pero es una puntuación escasa en la situación del Oviedo. Los azules deben darlo por bueno porque pese a controlar el partido en el primer tiempo, fueron dominados por el Com postela en la segunda y nadie se hubiese sorprendido de un triunfo local.
La derrota de Coruxo tuvo más consecuencias en la formación inicial que la ausencia obligada de David Alba. Héctor Simón dejó su sitio a Iván Rubio en el centro del campo y Alain recuperó la titularidad en el centro del ataque. Más allá de el cambio de caras, el Oviedo mostró una imagen más agresiva, que se tradujeron en 13 faltas cometidas en el primer tiempo, por sólo tres del Compostela.
El estilo del conjunto gallego encaja mucho mejor en el patrón de Robert Robles. El Compostela es de los fieles a la construcción desde atrás. EL juego en largo no parece ir con ellos, pese a contar con uno de los mejores arietes de la categoría, Joselu. Con esa idea, la presión de los azules daba más frutos que en otras ocasiones, pero tenían el problema de las pérdidas que les impedían crear más peligro.
Con la defensa bien aplicada en la marca de Joselu, el peligro llegaba con las incorporaciones de Rey y Peláez. El primero tuvo la mejor ocasión de los locales, tras una pérdida de Pardo en el centro del campo, pero su disparo, solo ante Pol, no encontró portería y salió fuera. El segundo había probado fortuna primero con un disparo que se le marchó cruzado.
Esas fueron las bazas ofensivas compostelanas, pero antes que nadie pudo golpear el Oviedo. Señé condujo una buena contra, pero el catalán optó por finalizar él mismo la jugada, cuando tenía a tres compañeros esperando el pase en el área y Adrián detuvo sin problemas.
La fe en la presión de Alain iba a dar sus frutos. El delantero vasco apretó la salida del balón del Compostela y forzó el error de Gonzalo, quizás también cometiendo falta, y la pelota acabó en las botas de Annunziata. El canario avanzó con la cabeza en alto para ver el desmarque que le ofrecía Susaeta, le puso el balón y el eibarrés demostró que es, a día de hoy, el jugador más fiable de la plantilla y puso el 0-1 en el marcador superando la salida de Adrián.
La celebración del gol tuvo mucho de reivindicación. Todos los jugadores hicieron una piña en la banda con los componentes del banquillo, tal vez para enviar el mensaje de que ellos siguen unidos y convencidos de poder pelear el ascenso. Ahora faltaba demostrar esa unión en el segundo acto.
La reanudación del encuentro dejó el primer contratiempo para el Oviedo. Alain se rompió en una carrera y tuvo que dejar el encuentro. Robles dio la opción a Eneko, que regresaba al equipo después de siete semanas fuera, y colocó a Señé en el centro del ataque.
Nunca se sabrá si fue decisión propia o empuje del Compostela pero el equipo se fue metiendo cada vez más atrás y los locales pasaron a monopolizar la posesión del esférico y a rondar la portería de Pol. El meta tuvo que intervenir por primera vez en un lanzamiento de falta de Peláez, que buscaba la escuadra.
El Oviedo pareció olvidar sus buena hechuras para empezar a defender por acumulación de hombres en la frontera de su área. Eso siempre es un riesgo y más cuando enfrente hay un pistolero como Joselu. Al pichichi gallego le bastó un pelotazo largo de su portero para aprovechar la indecisión de los dos centrales oviedistas y batir a Pol. El empate que planeaba por San Lázaro se convertía en realidad.
Al Oviedo le costaba un mundo salir a la contra y Robles buscó algo diferente con la entrada de Capelete. El juvenil protagonizó una de las pocas llegadas oviedistas, pero su centro fue atajado por Adrián. En el otro área, Joselu seguía acechando, el delantero ganó la espalda a la zaga asturiana pero se entretuvo en exceso en la definición y permitió la llegada de Pardo.
Hasta el final, ni Oviedo ni Compostela tuvieron más ocasiones y los azules se fueron de San Lázaro con un punto que parece poco botín para sus objetivos pero que le mantiene vivo.
