La odisea de Luis: un madrileño, enamorado del Betis, que viajó desde Irlanda hasta Rusia
Dicen que el Betis es aquella religión en la que hasta los ateos tienen cabida. Una pasión no apta para cuerdos, donde el cielo se alcanza viajando. Sin importar la categoría, el clima o las circunstancias adversas. Ni siquiera una guerra entre Rusia y Ucrania ha impedido que una decena de locos crucen Europa para acompañar a su equipo, para no dejarle solo, para brindarle su particular calor ante el gélido ambiente de San Petersburgo. Historias como las de Luis Iparraguirre, un madrileño que se enamoró de las trece barras desde la distancia, sin tener ninguna relación con el club, y que desde pequeño desafía locuras por su club. Y es que ya lo saben: cuando el Betis te agarra, es imposible escapar.
La locura por el Betis
Este aficionado se enganchó al veneno bético desde muy pequeño, afiliado a la Peña Bética de Torrejón de Ardoz. Vivió en Alemania y ahora hace lo propio en Dublín, Irlanda, punto de partida de sus nuevas locuras. "Siempre digo que no es algo que se elige. El Betis me eligió a mí, sin que nadie de mi familia sea aficionado, y cuando uno es del Betis no es un poquito, es muchísimo. Por el Betis he hecho locuras desde que puedo", relataba para ElDesmarque.
En esta ocasión hizo escala en Ámsterdam, donde, caprichos del destino, conoció un grupo de béticos que también viajaban hacia Rusia. Y lo que genera el Betis, un par de horas le han bastado para conformar una familia unida.
Poco le importó a Luis los problemas con el visado, la dificultad del idioma o el miedo por el conflicto entre Rusia y Ucrania. Temor que comparte su madre, con "miedo de que no vuelva". En cualquier caso, su estancia está siendo tranquila, pese a que no haya "tenido más frío en la vida". Las calles llenas de nieve, los ríos congelados... Y hace una promesa: viajar a Arabia Saudí si el Betis juega la Supercopa de España. ¿Quieres conocer más? Puedes ver la historia completa en el vídeo que encabeza la noticia.
