Hágannos un favor y acaben con esto cuanto antes...

El Betis ganó en Santander con mucha facilidad en otro mal partido. No hizo nada del otro mundo, pero se basta y se sobra con sus delanteros para derribar a un rival tras otro. La Primera está más cerca. Por favor, el domingo, por la vía rápida, no esperen más. Espectáculos como los de hoy en Santander deberían quedar grabados en el vestuario verdiblanco para no volver a bajar a Segunda. 
El Betis salió a jugar al campo del Racing de Santander con la actitud de un equipo que ya estaba en Primera división, o descendido, qué más da, sin actitud, sin voluntad, sin mordiente, como si la fiesta no fuera con ellos, como si no hubiera nada en juego. Apretaba el Racing y el equipo de Pepe Mel estaba a verlas venir.

El Racing le puso todo lo contrario: voluntad, ganas, entusiasmo, fe... Pero claro, de fútbol anda muy cortito y las carencias siempre terminan aflorando. Consiguió aprovechar la parsimonia bética para ponerse por delante en el marcador. Fue la enésima desaplicación defensiva de Jordi Figueras con Sylla. El delantero del Racing estaba en fuera de juego por muy poco, pero eso no justifica el despropósito defensivo de todo el equipo verdiblanco. Defendió mal Molinero, tapó peor Bruno y Jordi Figueras hizo novillos como central. Hasta Adán, que pareció contagiarse en la primera mitad del nivel de la defensa, salió a no se sabe muy bien qué y dejó la portería vacía para que el rival se adelantara.
En un minuto consiguió empatar el Betis con un tanto a la salida de un saque de esquina de Bruno. Parecía que el cuadro helipolitano reaccionaba tras la empanada inicial, pero nada más lejos de la realidad. Ni siquiera el tanto activó a los verdiblancos. Siguió dominando el Racing, que tuvo una clara ocasión desde fuera del área muy bien sacada por Adán con una parada felina. La ocasión, por cierto, llegó tras otra acción defensiva circense de todo el equipo.
Decía Mel que los jugadores debían fijarse en los cientos de aficionados que se habían metido casi mil kilómetros entre pecho y espalda para ver a su equipo, pues bien, mucho, mucho, no se fijaron. El Betis salió a jugar con esmoquin un partido que había que jugar con mono de trabajo. Es más, este Betis no sabe jugar con esmoquin, más bien roza el ridículo.
No creaba ocasiones de gol el cuadro verdiblanco. Alguna acción aislada de Portillo, un buen trabajo de Jorge Molina arriba y pare usted de contar. Muy poco. Poquísimo. Sin embargo, un balón colgado desde la derecha a falta de cinco minutos fue recogido por Rubén Castro. El resto, ya lo saben. Gol. Golazo. Se sacó de la chistera una pared con Kadir dentro del área y la clavó muy cerquita de la escuadra. El Betis se marchaba al descanso con 1-2. Resultado increíble e injusto si ponemos en una balanza los méritos de ambos equipos. Una historia repetida. El Betis juega muy mal, pero gana los partidos. El gol 112 de Rubén Castro. Qué curioso. Como el teléfono de emergencias.
A los diez minutos del segundo tiempo, el partido se resolvió. Por la vía rápida. El Racing entregó la cuchara y el Betis metió el tercero y el cuarto. Primero fue Rubén Castro, tras rematar una contra muy sencilla, con todo a su favor, a pase de Casado y aprovechando una salida en falso de Germán. El cuarto fue obra de Jorge Molina tras un zapatazo espectacular desde fuera del área ante el que el portero cántabro se limitó a hacer la estatua.
El partido estaba ya empaquetado. Una vez más, por la vía rápida. No necesitó mucho el Betis. La diferencia entre el equipo verdiblanco y el resto es abismal. Es la noche y el día. El Betis gana el partido en segunda. No necesita más. Tiene tanta dinamita arriba que resuelve los partidos con muchísima facilidad. A partir de ahí, poco más. Dio tiempo a ver un gran gol de Concha, fallo de Casado incluido. Por cierto, sigan a este joven cántabro de 18 años que tiene muy buena pinta.