El ascenso bien vale este sufrimiento...

El Betis sumó una victoria más en su vertiginosa carrera hacia Primera división. El ascenso, a falta de siete jornadas, es ya una realidad, casi se puede dar por hecho, y sólo falta ponerle el lazo. Son nueve puntos a falta de lo que pueda pasar este domingo con los rivales. La victoria, que tenía pinta de ser plácida, se complicó con un tanto de Toti a falta de diez minutos para el final. Se pasó del 0-2 a 1-2 y tocaba sufrir. El Betis supo sufrir y sacó adelante tres puntos que parecen ya sí definitivos.
Jorge Molina. Quién si no. El capitán. El de Alcoy. El hombre de moda en 2015. Fue él quien abrió el marcador en Mendizorroza tras un pase de Rubén Castro milimétrico, magistral, a la antigua usanza. Así funciona la mejor sociedad de la Segunda división y una de las mejores del fútbol profesional nacional. Cuando se juntan, pasan cosas.
El Betis abrió el marcador al cuarto de hora y ofreció minutos de calidad, de buen fútbol, con mucha presencia de N'Diaye en el centro del campo. Un N'Diaye que aporta muchas cosas, que ofrece poderío en el medio, que supone jugar casi con un jugador más, pero que deja mucho que desear cada vez que la pelota pasa por sus pies. Así es el senegalés. Si encima tuviera talento para meter pases en profundidad a las alas, o entre líneas a los delanteros, no estaría en el Betis.
El equipo verdiblanco tuvo veinte minutos muy buenos. No generó ocasiones claras de gol, pero tuvo el control del duelo y llegó con sensación de peligro al área del Alavés. Combinaron bien los de arriba. Se asociaron bien Portillo, Kadir, Jorge Molina y Rubén Castro. La presencia de Kadir le da fluidez al juego ofensivo del Betis. Cierto es que a veces peca de cierta indolencia, que puede transmitir la sensación de que el partido no va con él, pero cada vez que participa, suma, y el Betis juega mejor.
También tuvo que aparecer Adán. Una vez más. El portero volvió a ser decisivo en la primera parte. Los últimos quince minutos fueron para el Alavés. El conjunto vitoriano consiguió empujar al Betis hasta su área y ahí comenzó a colgar balones, buscando tanto a Manu Barreiro como a Manu García, que crearon problemas a los béticos. No ha sido el mejor partido de Bruno con la camiseta bética. Sufrió por arriba y por abajo.
Precisamente en un saque de esquina, llegó la ocasión más clara del Alavés y el paradón de Adán, sin duda entre las mejores paradas de la Liga. Un jugador vitoriano peinó el balón en el primer palo y en el segundo Manu remató a bocajarro. Adán salvó con una mano vertiginosa y prodigiosa. La sociedad del Betis Jorge Molina-Rubén Castro debe incorporar por derecho propio a otro socio. Se llama Adán, y buena parte del ascenso habrá que ponerlo también en su haber.
La segunda parte comenzó con dominio del Alavés, prácticamente igual que el final de la primera mitad. El control del duelo era para el conjunto vitoriano. No pintaba bien la cosa para el Betis y Mel decidió introducir un cambio. Metió a Dani Ceballos por Kadir y acto seguido llegó la primera gran ocasión clara para el conjunto heliopolitano. Buena combinación entre N'Diaye y Portillo, que deja sólo en el área a Molina y en el mano a mano el de Alcoy estrella el balón en el palo.
La presencia de Ceballos le dio otro aire al Betis. Estiró algo más las líneas y, sobre todo, ayudó más en tareas defensivas a un Jorge Casado que andaba sufriendo. Fue otro Betis y rápidamente surge la pregunta. ¿Por qué no jugó de inicio el utrerano? Mel sabrá, pero no debe ser por un problema físico porque si no ni siquiera se habría vestido.
El Betis se quitó de encima el dominio del Alavés y volvió a ser el protagonista del partido. Fueron los mejores minutos del equipo de Mel. Entonces llegó el tanto de Rubén Castro. Un gol de listo, de pillo. Marcó de falta, tirando al palo del portero, montándole un trampa a Goitia. El guardameta cayó con todo el equipo. Dio un paso a la derecha buscando la pelota por encima de la barrera y Rubén se la puso al suyo.
El partido quedó resuelto, sentenciado. Sólo faltaba cerrar el resultado. El Betis estuvo alegre, buscando más goles, especialmente empujado por un voraz Rubén Castro, que vio en Mendizorroza una gran oportunidad para aumentar su cuenta goleadora. Sin embargo, fue el Alavés quien marcó, aprovechando un error grave de Bruno a la hora de despejar. Toti, desde dentro del área, fusiló a placer a Adán, que nada pudo hacer. Lo que apuntaba a triunfo plácido tornó a sufrimiento. Mel metió a Héctor Rodas y acabó con tres centrales para protegerse del acoso aéreo vitoriano.
El Betis supo sufrir y sacó el triunfo adelante. En otras cosas, por otro paradón de Adán en el minuto 89, con el pie, rapidísimo, sacando una pelota que olía a gol, y por un pie prodigioso que sacó Molinero. El ascenso es casi una realidad. Quien haya hecho alguna promesa, que se ponga manos a la obra...