Mel ‘hace de liebre’ a Vadillo
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Son los minutos finales del entrenamiento. David Gómez, preparador físico verdiblanco, se ha gustado hoy. Paliza de las antológicas. Series y series de carreras a mediocampo con un mínimo descanso entre ambas. Llevan mucha tralla en las piernas y la fatiga de deja sentir. Además, estamos en la parte final del entrenamiento. Muchos van con la lengua fuera.
Cualquier mota de oxígeno es bienvenida. Cuerpos doblados, manos en las rodillas. Reventados. Uno de los que más está sufriendo es Álvaro Vadillo. Lógico. El canterano no tiene el mismo ritmo que los demás, ni siquiera el fondo físico que el resto de sus compañeros ha ido acumulado a lo largo de jornadas y jornadas de entrenamiento. El futbolista de Puerto Real acaba de regresar como quien dice de una larga lesión y necesita adaptarse poco a poco.
Estamos en las últimas series, pero Vadillo casi no puede más. Está a punto de tirar la toalla, de izar la bandera blanca. Pepe Mel se da cuenta de todo. El técnico, que participa en algunas series y otras no, se vuelve a unir al grupo. Se acerca a Álvaro y se pone a correr a su lado. Lo anima, le hace de liebre. Es como el gregario al líder cuando a éste le ha entrado la pájara en el puerto de alta montaña. “Coge mi rueda”, parece decirle, con la única intención de que termine la serie. Es otra manera de mimarlo, de cuidarlo, de motivarlo.
El efecto Mel suerte efecto. Vadillo, como puede, consigue acabar las series como el resto y el técnico lo felicita y le hace un par de carantoñas. Es el otro papel de un entrenador. Pequeños detalles que a veces no se ven y que consiguen sacar el máximo de un grupo.