Una victoria de Primera

El Betis ha logrado este domingo un triunfo de capital importancia en El Molinón. Un triunfo de esos que marcan la diferencia en la categoría y que elevan por fin al equipo verdiblanco a una esfera superior, a la de esos equipos que aspiran de verdad a ascender a Primera de forma directa. De momento, en un partido tremendamente meritorio, logró lo que nadie había hecho, ganar al Sporting. Y en El Molinón además, que apretó y empujó a los suyos, pero no como para poder con el Betis, que también tuvo su apoyo desde la grada de los muchos béticos desplazados. Precioso partido, precioso ambiente, mejor resultado.
Fue un Betis 'made in Mel'. Vertiginoso, valiente, con algunas lagunas defensivas, pero con un protagonismo y un sello indudable, el de la búsqueda de la victoria mirando cara a cara al rival. Remontó además el conjunto verdiblanco, algo nada fácil, y se llevó unos tres puntos que lo meten por fin en puestos de ascenso directo (a la espera del Valladolid) y en el que el debe ser su camino y su objetivo.
El partido fue trepidante, bonito, vertiginoso, propio de una categoría superior sin duda. La cuestión era hasta qué punto le convenía eso al equipo bético, sobre todo teniendo en cuenta que el Sporting se adelantó en el minuto 4 con un gol de Muñiz tras una buena jugada de Jony. Claro que el responsable principal en verdiblanco fue Dani Ceballos, que 'debutó' en una primera parte para olvidar con un regalo en la medular que a la postre fue decisivo con el tanto asturiano. Ese tanto tempranero dio ventaja al Sporting y fortaleció su guion para el encuentro. Pero probablemente sin el gol el desarrollo del choque habría sido el mismo, porque el que asumió la posesión, la pelota, fue el Betis, y ofensivamente con acierto, porque generó bastantes ocasiones, algunas muy claras, como una de Rubén Castro tras gran jugada de Piccini, que andaba sobrado en ataque y apurado, muy apurado, en defensa. Parecían Piccini, por cierto, y Ceballos un paradigma del Betis. Verticales, clarividentes por momento con la pelota hacia arriba, pero horribles, débiles, indecisos sin él ante las acometidas del Sporting a la contra. 
Fue la primera media hora, pues, entretenida y bonita para el espectador, pero con los minutos el juego ofensivo del Betis se fue espesando y el defensivo del Sporting creciendo, acudiendo a las continuas faltas por cierto. Perdió algo de frescura el choque y eso no le convenía al Betis, porque los locales tenían clara su función. Con el gol a favor, esperar una contra, y no era mal plan porque por piernas los jóvenes jugadores de Abelardo eran más rápidos que los béticos. Los de Mel lo siguieron intentando, pero no sin sustos, porque vio Adán como la pelota se estrellaba dos veces en los palos, una por responsabilidad propia. 
La segunda mitad arrancó con la misma tónica. Juego alegre por ambas partes, llegadas del Sporting a la contra y del Betis por su caudal ofensivo, de nuevo abundante sobre todo por la banda derecha, con Piccini como extremo más que lateral. El caso es que, igual que llegó el tanto local en un fallo puntual bético, empató el Betis en otra acción puntual, en una falta magníficamente sacada por Pacheco e igual de bien rematada por Bruno de cabeza. El tanto hacía justicia a la ambición verdiblanca y al buen hacer de Pacheco a balón parado durante todo el partido.
Tuvo el Betis buenos minutos tras el tanto. De nuevo un par de acciones por la banda derecha de Piccini, apariciones de Molina y de Rubén Castro... y una del canario, de factoría propia (intentó una vaselina magistral), acabó en un córner que fue el origen del segundo gol, el golazo, cabría decir. La cogió Xavi Torres en la frontal del área, muy arriba en el bote, pero la enganchó de tal manera, tan espectacular, que el centrocampista la clavó en la portería de Cuéllar mientras este solo podía observar cómo la pelota se colaba junto al palo. Golazo del Betis que reforzaba además el cambio efectuado poco antes por Mel (Reyes por Pacheco).
A partir de ahí cambiaron las tornas, el Sporting se esforzaba por abrir las líneas béticas y los hispalenses sorprendían con algunas contras en superioridad, como una que desaprovechó Ceballos de manera asombrosa. Menos mal que Pablo Pérez devolvió el favor un minuto después en el área contraria fallando una solo ante Adán. El partido se convirtió en los últimos minutos en una auténtica locura, en la que fallaban por igual sportinguistas y los béticos a la contra, en las que ayudaba bastante las transiciones de Portillo, debutante como bético. El Sporting se lanzó a tumba abierta a por la meta de Adán, de todas las formas lo intentó, pero el Betis se defendió más con corazón que con orden y salió indemne de esas acometidas, de las mayores que se encontrará el Betis en Segunda división. Y salir victorioso de ellas dice mucho de este nuevo Betis que ya apunta a su gran objetivo, Primera.