Ni un salvavidas al que agarrarse

Lo único que se trajo el Málaga CF de su visita al CD Leganés en Butarque fue una derrota. A pesar de la gran mejoría en sensaciones durante la primera mitad, de nuevo no pudo convertir las ocasiones en goles y, en cuanto el partido bajó las pulsaciones y el equipo de Pepe Mel se quedó atrás físicamente, el cuadro pepinero supo aprovechar su oportunidad y, en una pérdida, José Arnáiz subió al marcador el único tanto de la tarde.

Los malaguistas desplazados tendrán que superar el mal trago en el viaje de vuelta. Los jugadores, también. El equipo es aún más colista de LaLiga SmartBank y no hay visos de mejora de aquí al domingo, cuando se juega el próximo partido. Ni tampoco a corto plazo. Ni un solo salvavidas al que agarrarse, ni un clavo ardiendo.

Se empezaron a notar las ideas de Mel

El equipo de Mel demostró desde el inicio que quería mimar la pelota y mantener la posesión. Se masticaba mucha tensión, mucha concentración y esto, sin embargo, desembocaba en pocos -por no decir ninguno- tiros con peligro. El Málaga se acercaba más al área rival, especialmente por la derecha gracias a las subidas de Juanfran. Realizaba buenas triangulaciones también para tratar de derribar el muro defensivo del Leganés.

Así, aunque sin demasiado peligro, al menos mantenían el balón y estaban siendo más insistentes que un conjunto pepinero que apenas lograba traspasar la defensa de cinco planteada por Mel, con Escassi metido entre los centrales y un N'Diaye que también se metía muy atrás.

Posesiones largas y buscar con centros a Fran Sol, ese era el plan. Pero el delantero no logró rematar a portería en toda la primera mitad. Los balones se paseaban por el área o los despejaba la defensa local sin que nadie pudiera rematarlos. Las sensaciones eran infinitamente mejores que en anteriores partidos y, sin embargo, la contundencia en los últimos metros seguía siendo escasa. Hacía falta más: más acierto, más rotundidad. Por fortuna, todavía quedaba tiempo.

Otra vez de más a menos

Poco tardó N'Diaye en ver la tarjeta amarilla que iba a certificar su ausencia el próximo domingo. Una baja muy sensible para Pepe Mel, pues el franco-senegalés parece imprescindible en sus planes. Con esa premisa, aunque sin relación, el Málaga perdió terreno y lo cedió a un Leganés que se atrevía a acercarse más a la portería de Manolo Reina.

Se iba a poner algo cuesta arriba el inicio de la segunda mitad, con una lesión de Escassi que obligó a Mel a introducir un cambio inesperado, y con un susto de Manolo Reina, que se llevó la mano a la parte posterior del muslo pero que, tras las asistencias de los médicos, decidió continuar bajo palos.

A los pocos segundos, José Arnáiz recibió un buen balón filtrado tras una pérdida del Málaga, se quedó en un uno contra uno ante el meta trabuqueño después de ganarles las espaldas a Bustinza y Burgos y acabó enviando la pelota al fondo de la red.

Otra vez esa sensación. La oscura niebla de no saber si el trabajo que se ejecuta realmente es útil, esa nube flotando sobre las cabezas de los jugadores, sabedores de que han dominado al rival pero no han sido capaces de rematarlo.

Con esta realidad, Mel decidió ir con todo y sacó a Rubén Castro y a Loren, además de a Cristian Gutiérrez. Aunque, como le viene ocurriendo durante toda la temporada, el Málaga veía cómo los minutos se escapaban y no conseguían casi ni asustar a Riesgo y con todo el Leganés completamente encerrado atrás para mantener un resultado que era más que favorable.

Transcurrieron los seis minutos de descuento que llegó a añadir el colegiado y lo único que se vieron fueron balones largos buscando el área pepinera y que acababan marchándose fuera o a las manos del meta sin mayor incidencia.

El Málaga, aún más colista. El malaguismo, aún más hundido. La esperanza, aún más apagada. Aunque sea lo último que se pierde.