La Rosaleda baja el pulgar a Muñiz

El Málaga tocó fondo ante el Extremadura. La tendencia parecía difícilmente empeorable, pero este equipo no levanta cabeza y es incapaz de detener una sangría que amenaza con llevarse por delante todas las esperanza de ascenso. La derrota ante uno de los equipos más limitados de la categoría deja a Muñiz al borde del despido y agota cualquier defensa posible a los futbolistas.

Es cierto que el equipo perdió gran parte de sus señas de identidad hace ya un buen número de jornadas y que el técnico no ha sabido reconducir al equipo. Pero también hay un porcentaje altísimo de futbolistas que llevan demasiadas jornadas ofreciendo un nivel pésimo. La Rosaleda no aguantó más, dictó sentencia y, aunque repartió culpas, pidió la cabeza del entrenador.

Se le torció al Málaga el partido desde el principio. No fue capaz de imponerse en ningún momento. Ya no le dan ni los arrebatos a los de Muñiz. Al equipo sólo se le vio un ataque de orgullo al regreso del vestuario. Pero el efecto se diluyó en cuanto empató. Un arreón de cinco minutos. Eso es lo mejor que se puede rescatar de un equipo a la deriva y, de no mediar un cambio drástico en su discurrir, condenado a quedarse otra temporada en el infierno.

Mula y Cifu fueron quienes lideraron esa fugaz efervescencia de los blanquiazules tras el descanso. El canterano obligó a Casto a firmar un paradón en el 46' y el lateral, en una de sus subidas, puso un centro que tocó Harper y que Blanco Leschuk embocó al fondo de la red (minuto 50). Octavo gol del argentino (todos ellos en casa), segundo consecutivo en La Rosaleda.

Antes de eso, el Málaga había sumado otros 45 minutos a su lista de infames episodios de la temporada. Un nuevo recital de impotencia y falta de recursos que generó una tormenta de silbidos tras el 0-1, obra de Lolo González de cabeza, en una acción a balón parado. Error en el marcaje y de Munir en la salida. El 0-1 encendió a la grada y los pitos acompañaron al equipo rumbo al vestuario. Luego llegaron la brevísima reacción en el arranque del segundo tiempo, el empate y el regreso a la mediocridad.

El Extremadura, lejos de arrugarse, dio un paso al frente, olió la debilidad del Málaga y quiso el partido. Zarfino perdonó y minutos más tarde decidió Pardo. 1-2. La Rosaleda estalló. La afición pasó la factura y señaló a casi todos. "¡Muñiz vete ya!", "¡Jugadores, mercenarios!" y "¡Al Thani vete ya!". Así, y por ese orden, repartió las culpas la hinchada malaguista.

Al Málaga no le quedó ni coraje, ni orgullo, ni vergüenza torera. El Extremadura aguantó cómodamente el resultado y se llevó tres puntos de Martiricos para dejar a Muñiz y a los blanquiazules al borde del precipicio. Las horas del técnico asturiano en La Rosaleda parecen contadas.