Un estreno desafinado

92 días después volvió el fútbol de Primera a La Rosaleda. Málaga y Éibar cerraban la jornada y abrían su campeonato en esta noche de verano agradable. El estadio se llenó, se vendieron todos los billetes pese a ser lunes, el primero de los dos consecutivos en los que Martiricos acogerá partido de Liga y que ha mosqueado a la Grada de Animación, que se manifestó sin animar durante todo el partido. Se notó y mucho. Sólo las ráfagas espontáneas jaleaban al equipo en su estreno en casa y sobre un césped espectacular: “¡Málaga, Málaga!”. No faltó el clásico “¡Tebas, vete ya!” en el minuto 12.

El partido estuvo precedido por un respetuoso pero corto minuto de silencio por Manel Casanova (luego se le brindaron unos aplausos en el inicio de la segunda mitad) y por las víctimas del atentado terrorista de Barcelona. Después, un silencio futbolístico, con un partido entretenido en la primera mitad y los clásicos pitos al árbitro, que debutaba en Primera, Medié Jiménez, y leves también, tan pronto, al equipo en el descanso, en tramos de la segunda parte, y al final; y a algún jugador durante la primera parte. La ilusión va reñida con la paciencia en algunos seguidores.
Más novedades. La zona para la afición visitante, que ahora se ubica en la esquina opuesta. La de Preferencia con Fondo, un cambio previsto hace un año que se acomete para esta temporada y que en partidos de mayor tensión se agradecerá para una salida y entrada al campo más limpia de los seguidores rivales. Y en esas, gol de Charles. Estaba escrito (por un guionista blanquiazul). Algo ya habitual, el ex que se venga. Llegaron más pitos, para el equipo y para el novato Medié, que tuvo jugadas para la polémica pese a que Míchel dijera después en sala de prensa que ser árbitro es casi más difícil que ser entrenador. Pero desesperó al respetable el colegiado, sí, y el equipo, descosido, que echó mucho en falta el pulmón coordinado de sus seguidores en la Grada de Animación y que brindó un chasco para empezar en un estreno desafinado.