Amrabat, sin la guinda del gol

"Hoy más que nunca le quiero reconocer su trabajo y que está haciendo bien las cosas. Meta o no meta gol su actitud le está ayudando mucho al equipo. Llegará el momento en el que meta los goles". Dijo Gracia sobre el partido de Nordin Amrabat. Porque el holandés está cuajando muy buenos partidos, pero se estrella contra su propia ansiedad. Ante el Celta de Vigo hasta falló un penalti.

Y en su lectura Gracia tiene toda la razón. Ya sea en una de las dos bandas o de delantero, se está viendo a un Amrabat mucho más comprometido con el colectivo, trabajando hasta la extenuación, aportando en todas las facetas... Pero negado ante el gol. Y no sólo por el penalti, que nació de una jugada de Charles en la que él estaba solo ante Rubén. Venía de antes.
Amrabat inició este partido en la izquierda y Juanpi en la derecha, aunque en bastantes ocasiones ambos se aliaron en uno de los dos costados para generar superioridades. Fue dinámico el internacional marroquí, que precisamente tuvo su primera ocasión entrando por la derecha y recibiendo una gran asistencia del propio Añor. Disparó con el alma. Alto y desviado.
Seguidamente se buscó una ocasión de las que suele generarse por sí mismo. Fijó a su par, se giró y lo dejó atrás para conducir hasta el área, donde su disparo cruzado con la derecha se marchó desviado por muy poco. Estaba como loco por marcar de una vez. Luego llegó la ya famosa acción del penalti, en el que intentó engañar a Sergio Álvarez, pero cuya ejecución fue tímida.
Aun así, nos desfalleció. Mostraba síntomas de fatiga, pero Gracia no quería prescindir de su presencia. Quitó a Cop y le puso de segundo punta, algo menos pendiente ya de otras tareas. Aún tuvo tiempo para hacer acciones de categoría. En una se fue de varios adversarios en el área, amagó con disparar, pero vio que Fornals estaba en mejor posición y se la cedió. El tiro del chico se marchó también fuera por muy poco.
Minutos más tarde, otra contra blanquiazul le dio la oportunidad de rondar el gol. La condujo el joven Fornals y Amrabat le acompañó entrando solo para empujarla en el palo contrario. Pablo tardó demasiado en decidirse y ni pasó ni tiró. Y Amrabat vio como la ocasión perfecta para redimirse pasaba delante de sus ojos... "Pablo, Pablo...", reclamaba al chico. Sin aspavientos, sin acritud, más bien con la lástima de saber que tendrá que esperar al partido del Sevilla, como pronto, para romper su larguísima sequía.