Y Willy sostiene a Schuster

F. Godoy IIIWilly Caballero sujeta a Schuster y al Málaga justo cuando se precipitaba al vacío. En el minuto 92 evitó un gol de Javi Guerra que podía haber convertido La Rosaleda en la Roma de Nerón. 

El público sigue pidiendo la cabeza del técnico alemán. Schuster, a lo suyo, esperando que los planetas se alineen por arte de magia. Hay quien dice que la inspiración tiene que cogerte trabajando. Pero la sensación es que él continúa aguardando que un día, de repente, todo encaje, todo funcione. Y las cosas no son así. Sólo la mediocridad de la Liga y Willy Caballero evitan que el Málaga se despeñe.

Para el Málaga las emociones fuertes son una forma de vida. Le gusta darle "salsita" a los partidos. De nada sirve que enfrente esté el rival más directo que tiene en la lucha por la permanencia. Quiere asomarse al abismo. Igual no conoce otra forma de sentirse vivo.
Se planta en su estadio, ante una animosa afición que está esperando el más mínimo guiño para arrancar la fiesta. Y le corresponde de entrada. Juega lo mejor que puede, se anima a intentar cosas. Iakovenko por un lado, Amrabat por otro; Duda como comandante buscando siempre el último pase como si fuese Sandro.
Decíamos que empezó con conciencia de sí mismo. Arrinconó al Valladolid y asustó a Mariño. Aunque el gol llegó como casi siempre. El que las pone (Duda) cumplió sus funciones (gran asistencia en un córner). El que las tiene que rematar (Santa Cruz) ejerció, por fin. Un conjunto en las circunstancias del Málaga tiene que asimilar que su primer plan de ataque debe ser ese.
Luego llega lo de mantener tu portería a cero para hacer bueno lo anterior. Y aquí el Málaga es deficiente. Rukavina puso un servicio desde la banda asumible para los defensas blanquiazules. Pero ambos midieron mal. Primero Angeleri y luego Sergio Sánchez. Además, la fortuna acompañó a los pucelanos. Un intento de control de Manucho acabó en asistencia-carambola para Larsson, que mató a Willy en el mano a mano. Poco antes es cierto que el Málaga pudo hacer el 2-0 tras una internada de Amrabat, que no supo conectar con Roque, solo en el segundo palo para empujarla.
Pero no suman las sensaciones y tampoco las ocasiones. Números. El Málaga tiene que ser más pragmático, más perro viejo, más de todo. Y nada más reanudarse el partido, los de Schuster se obligaron a sí mismos a ser lo que no son pero les gustaría ser. Un equipo que sabe llevar la iniciativa, que arrincona al rival, que cada vez que teje una jugada se intuye peligro...
Es una máscara, no es así su verdadera cara, pero al menos consiguió engañar al Valladolid durante un buen puñado de minutos, al que hizo sentir que su única opción era ser lo que le dejase el Málaga. Pero Schuster no lo veía tan claro. Quiso refrescar el equipo. Sacrificó a su intocable Tissone para dar entrada a Pablo Pérez y renovó una banda metiendo a Samu por Iakovenko.
Y como en la primera parte el Málaga fue a menos, dejando resquicios al Valladolid donde poder colarse. La tuvo Óscar, que estrelló un balón contra la madera. Crecía la tensión. Llegó un momento en el que no se sabía bien si era mayor la frustración por no ganar o el miedo a perder.
Efectivamente, se mascó la tragedia. El veleño Javi Guerra tuvo en sus botas el 1-2, pero actuó Willy para salvar al Málaga una vez más. El empate sirve para que el Valladolid no te alcance, pero con la sensación de que es cuestión de tiempo que el conjunto malacitano se caía al pozo. Urgen medidas. ¿Quién las toma?