Samper, el chico que nunca estuvo en el sitio adecuado en el momento oportuno

Ginés Muñoz.

Barcelona, 5 mar .- Sergi Samper, con 24 años recién cumplidos, pone rumbo a Japón, un destino que eligen los futbolistas que apuran los últimos años de su carrera, pero que el centrocampista del Barcelona, sin embargo, se toma como un nuevo punto de partida.

Allí, en el Vissel Kobe de los también exazulgranas Andrés Iniesta y David Villa, intentará reivindicar su fútbol ADN Barça a las órdenes de Juan Manuel Lillo, el técnico adecuado para explotar sus cualidades, moldeadas en La Masia desde que tenía seis años.

También parecía el entrenador ideal Paco Jémez, cuando Samper se fue cedido al Granada la temporada 2016-17, o Manolo Márquez, quien le esperaba la pasada campaña para seguir fogueando su talento en el Las Palmas.

En Granada, Jémez duró seis jornadas de Liga antes de ser destituido por los malos resultados (solo 2 puntos de 18 posibles en el arranque del campeonato) y Samper acabó desapareciendo del equipo.

Ni Lucas Alcaraz, primero, ni Tony Adams, después, enderezaron el rumbo del conjunto andaluz, en un año convulso para el club nazarí que al final acabaría perdiendo la categoría.

El mediocentro barcelonés aceptó irse a Las Palmas al año siguiente. Un equipo que históricamente se había caracterizado por su gusto por el buen juego y un técnico como Márquez parecían el destino idóneo. Pero Márquez dimitiría, como técnico del conjunto canario, tras la sexta jornada de Liga.

Sin embargo, su relevo en el banquillo era Paco Jémez y Samper vio la oportunidad de reencontrarse con él. Apenas le dio tiempo. El catalán empezaba el año rompiéndose el ligamento del tobillo izquierdo y el peroné y ya no volvería a jugar en todo el curso.

Sergi Samper, una de las perlas de la cantera azulgrana, el que fuera nombrado el mejor centrocampista de Segunda División tras acabar tercero con el Barça B en la mejor temporada de la historia del filial, veía cómo se frenaba en seco su progresión.

Aquella gran campaña a las órdenes de Eusebio Sacristán le sirvió para que Luis Enrique lo subiera al primer equipo en el curso 2014-15. Debutó en la Liga de Campeones ante el APOEL de Nicosia y luego participaría en tres partidos de Copa del Rey para regresar al filial al año siguiente.

Con la idea de recuperar la confianza perdida, Samper aceptó marcharse cedido. Pero Granada y Las Palmas solo le sirvieron para descubrir que, fuera del Barcelona, hace mucho frío para un futbolistas criado en La Masia.

Esta temporada, Ernesto Valverde lo volvió a acoger en la primera plantilla. Empezó la pretemporada recuperado, pero se perdió la gira por Estados Unidos por unas molestias en la rodilla. Luego llegaría un esguince de tobillo y otra recaída en forma de lesión muscular, demasiados contratiempos para hacerse un hueco en uno de los equipos profesionales más exigentes del mundo.

Ahora, Samper parte hacia el país del Sol Naciente en busca de esa ansiada continuidad, confiando en que Japón por fin sea el sitio adecuado que llega en el momento justo de su carrera.

Él, que siempre ha tenido la sensación de que la vida no le ha colocado en el tiempo y lugar oportunos, desea revelarse ante el azaroso universo del fútbol profesional si las lesiones se lo permiten.