La clase de informática que permitió vivir una final de la Copa del Rey
Avanza la Copa del Rey y la ilusión crece sobre el Nuevo Estadio José Zorrilla. Es cierto que todavía no se palpa la expectativa de conseguir grandes resultados, pero, superadas dos eliminatorias y vislumbrando un duelo ante un rival de Segunda división B, las ganas de seguir avanzando en la Copa son reales. Lo son porque, pese a que el Real Valladolid no tenga un gran bagaje copero, su historia tiene grandes páginas en este torneo.
La última gran historia es en 1989 con la disputa de la final en el Estadio Vicente Calderón ante el Real Madrid de Emilio Butrageño, Hugo Sánchez, Martín Vázquez o Bernhard Schuster. Aquella final es inolvidable para los más de 10.000 pucelanos que viajaron hasta la capital de España. Lo vivido aquel día, pese a la derrota, dejó una huella imborrable en todos lo que estuvieron en el feudo del Atlético de Madrid, como narra para ElDesmarque Valladolid Juan Carlos Muñoz, socio 1.222 del Real Valladolid.
La inercia de la Copa
"Vivir una final de la Copa del Rey es lo más bonito para un equipo", asegura 'Juancho', como le conocen todos sus amigos y los integrantes de la Peña Suco, a la que pertenece desde 1995. Lo vivido aquel día es imborrable y él tiene muchas imágenes en la cabeza de todas esas horas. Entre tantas experiencias que vivió aquel día un joven de 18 años, él se queda con la confirmación de que su unión con el Pucela cambió.
"Recuerdo ver el partido junto a un señor mayor que me dijo que ganar ese partido era su mayor ilusión", nos cuenta. "Si para él, que ya era mayor, ganar ese partido era tan importante, sabía que lo que estábamos viviendo era único", recuerda.
El día de la final es inolvidable y el camino para vivirla, también. "Cambia una ciudad", asegura, y no sólo se centra en la experiencia del Real Valladolid aquellos años, sino en otros equipos más recientes como la Agrupación Deportiva Alcorcón, el Club Deportivo Mirandés o el Club Deportivo Numancia. La experiencia de la Copa cambia, pero para ello hay que vivirlo. Por ello, Juancho quiere que el Real Valladolid viva otra gran historia copera porque el Club, la afición y la unión de ambos cambiará.
"Pienso que la Copa es importante y cualquiera que viviera lo de aquel día en Madrid lo pensará igual", asegura. En ese punto de tener claro que la experiencia es la que hace valorar el torneo se encuentra también José Santos, un fiel aficionado del Pucela que tuvo que ganarse una buena bronca familiar para poder vivir el viaje.
"Recuerdo todo de aquel día. Mi madre me dijo que no iba a ir, pero le dije que me iba a clase de informática y me escapé", nos narra. "Pensé que si no iba a esa no iba a ir a ninguna y, de momento, he acertado", cuenta un aficionado que pide recuperar la esencia porque, como Juancho, sabe que lo vivido en el Vicente Calderón fue inigualable.
Un sueño que compartir
A José, con un hijo tan aficionado del Real Valladolid como él, le duele tener que contarle historias como ésta y no poder vivirlas juntos. "Ahora no luchan por ella porque desde la época de Mendilibar se tira", asegura.
Para José el sentimiento que genera la Copa del Rey es alto, tal y como demostraron el Athletic Club y la Real Sociedad al renunciar a jugar la final por vivirla con su gente. "La Copa es importante para la afición", asegura, porque se crean recuerdos "inolvidables". Para él, lo vivido el 30 de junio de 1989 es "lo más bonito que he vivido con el Real Valladolid" y su voz es importante porque se le agolpan los recuerdos desde el Viejo Estadio José Zorrilla.
Tanto José como Juancho recuerdan al 100% el partido. Hasta el más mínimo detalle. "Aquel fue el último partido de Sánchez Arminio, el Árbitro", asegura Juancho. El gol de Rafael Gordillo nada más empezar el duelo está grabado a fuego en sus memorias, tanto como las ocasiones de Manolo Peña. "Si Peña tiene el día, ganamos 4-0", narra Jose.
Una ilusión de 10 días
"Estuvimos muy cerca de ganarla", cree un José que también recuerda la participación de Goyo Fonseca en el último tramo del duelo. El encuentro salió cruz, pero el recuerdo fue imborrable para una afición que demanda más momentos así. "Que ponga Sergio a los jugadores que quiera, pero que no la tire, por favor. Tenemos que vivir momentos como aquél", asegura un Juancho que, como José, recuerda a la perfección todo lo que ocurrió en el duelo pero también sobre él.
"Son siete o 10 días en los que estás ilusionado y eso es algo que no se olvida y que quiero que viva mi hijo", sentencia un José Santos que recuerda todo de aquel día, incluso la bronca de su madre al volver a casa. Ahora, más de tres décadas después, José quiere aumentar esos recuerdos en la compañía de su hijo y dejar de explicarle qué es una final de Copa y vivirla juntos.