Houston, Houston

Un Celta de Vigo infame, sobrepasado desde el primer minuto de juego, cayó con justicia en Ipurúa ante un SD Eibarque que mejor, tuvo claro cómo dañar a los vigueses y, lo que es más preocupante, le puso más ganas que los celestes al choque. El Celta entra en barrena y su proyecto de juego al pie y toque se diluye en un futbol horizontal que no genera ni goles ni ocasiones. El futuro de Fran Escribá, a pesar de sacar un empate en el Wanda Metropolitano, está en la cuerda floja. Habrá que esperar a ver si le dan una oportunidad ante el Athletic Club o sigue el camino de su predecesor en el cargo, un Miguel Cardoso que fue destituido después caer en Ipurúa la temporada pasada.

Con ganas de mirar al arco rival y de establecer un alto ritmo de juego, así salieron Éibar y Celta a Ipurúa. Los locales porfiaban sus jugadas de ataque al ya esperado fútbol directo con pases y centros que buscaban el fallo de la zaga celeste mientra que los pupilos de Fran Escribá exprimían en los primeros minutos con dos centros de Lucas Olaza tras pases de Denis Suárez y Iago Aspas.

Mejor el Éibar

La presión armera obligaba a Rubén Blanco a desembarazarse de una pelota tras pase de Aidoo, muy encimado, su despeje terminó en las botas de Inui. El japonés puso un medido centro al segundo palo donde Kike García le ganó el pulso a su par para cabecear ligeramente desviado, avisaba un Éibar que iba imponiendo su juego a medida que el partido llegaba a su primer cuarto de hora.

Con un claro dominio local Kike García, que ya había marrado su disparo a dos metros de Rubén, veía como Martínez Munuera anulaba su acción al decretar falta de él mismo sobre Aidoo. Mendilibar estallaba en el banquillo gritando: "¡Es fútbol, eso es fútbol!". Inui, al mando del ataque armero, se estaba convirtiendo, junto a Orellana, en una pesadilla para la zaga celeste.

Rubén tenía que volver a salvar al Celta en dos saques de esquina de Orellana que iban directos a puerta por el primer palo, en la línea sacaba el esférico Rubén. Araujo se unía a la defensa numantina de un Celta sobrepasado completamente.

Un par de contras celestes, en medio del acoso y derribo eibarrés, permitieron a los de Escribá ver a un Dmitrovic inédito en el choque. Denis, ya en el 35', tuvo la más clara con un disparo al primer palo que se le marchó por unos centímetros.

Mínima reacción celeste

Solo pasados los 40 minutos el Celta se deshizo de la agobiante presión rival con dos acciones en ataque que dieron aire al equipo antes del descanso. El Celta sobrevivía al acoso armero en una primera mitad muy deficiente en la que los de Escribá volvieron a dejar una mala imagen.

Comienza la debacle

Ni dos minutos tardó en Éibar en ponerse por delante tras el descanso. Un auténtico golazo de Edu Expósito ante Araujo y Aidoo. Un pase filtrado al corazón del área celeste de De Blasis rompía la línea celeste para que Expósito se inventase una vaselina dejando el balón fuera del alcance de Rubén Blanco.

Buscó la respuesta el Celta en las botas de Brais Méndez, pero su disparo al medio no supuso un problema para Dmitrovic. Otra acción del canterano terminó con Santi Mina y Aspas buscando un disparo en medio de una multitud que terminó en nada.

Marcaba el segundo el Éibar en una contra de Orellana, pero el VAR anulaba el tanto de Inui por una mano de De Blasis al comienzo de la jugada. El Celta se salvaba de la debacle y seguía vivo en un partido infame durante tres minutos, lo que tardaba el Éibar en marcar, ahora sí, el segundo del partido.

Aidoo cometía una pifia de la que se aprovechaba el Éibar, siempre intenso en la presión. Orellana robaba el balón, se deshacía de Araujo y batía a Rubén a puerta casi vacía. El Celta caía con justicia en Ipurúa ante un Éibar mejor, con más ganas, intensidad e una idea clara de juego.

Escribá daba entrada a Rafinha y Pape por Lobotka y Okay, pero el partido estaba sentenciado con un Éibar que ahora dejaba al Celta tocar el balón con cierto peligro tras 70 minutos en los que nada positivo salió de las botas viguesas.

Hasta Aspas falla un penalti

El partido era un correcalles donde Pedro León tuvo opciones de ampliar la ventaja armera y en el que el Celta, a pesar de que ahora sí tenía espacios apenas logró generar peligro salvo con el tiempo cumplido, donde Iago Aspas arrancó un penalti que el mismo marró en un panenka horriblemente lanzado. El epílogo perfecto a una tarde de infamia y vergüenza en Ipurúa.

La paciencia en A Sede se pudo haber acabado, el futuro de Escribá está en el aire y habrá que ver si le dejan redimirse ante el Athletic Club dentro de una semana y esperar al segundo parón de selecciones de la temporada.