A Mohamed le salva la cabeza un extraterrestre, Iago Aspas
El día que el celtismo y el Celta se levanten y se den cuenta de que no tienen a Aspas deberían empezar a temblar. Aspas lo es todo en este equipo, su líder, su goleador, su asistente y guía. Cuando más lo necesitaba el equipo apareció para salvar la cabeza de Antonio Mohamed. El Celta de Iago Aspas goleaba 4-0 a un buen rival, un Éibar superior durante muchos minutos pero que no tiene a Aspas, y ahí radicó la gran diferencia.
Gélida tarde la que esperaba al Celta en Balaídos, tanto en lo climatológico como en lo ambiental, con una afición que no dudó en proferir los primeros silbidos a Mohamed cuando el 'speaker' del Celta anunció el once titular vigués. Ni siquiera había comenzado el encuentro y el celtismo hacía caso omiso al comunicado del club pidiendo unión y respeto. Una buena parte de la afición ya demandaba la cabeza del 'Turco' sin darle sus últimos 90 minutos.
Conscientes de lo que se jugaban sobre el césped, el Celta salió con ganas, no sólo de marcar, si no de agradar. Emre Mor protagonizaba las mejores acciones del equipo acompañado de Boufal y Aspas. El criterio a la hora de jugar del turco sorprendía hasta sus más acérrimos defensores.
Aspas, golazo con dedicatoria especial
Pero era Aspas el que abría el marcador con una soberbia intervención. El moañés recibía en la frontal, veía a Riesgo adelantado y con un sutil toque alojaba el esférico en la cruceta de la meta armera. Aspas, padre por segunda vez hacía escasas horas pedía sus compañeros poder celebrar en solitario el tanto, un gol con dedicatoria especial, a Mía, su primera hija.
Y como sucedió ante el Real Valladolid, los goles no sientan bien al Celta. Tras un gran comienzo de partido los de Mohamed, que no se asomaba a su área técnica, se replegaban de forma incomprensible y regalaban metros y pelota a un Éibar que agradeció el obsequio celeste.
Primero Kike García, luego De Blasis, en dos ocasiones y posteriormente Enrich llevaban el miedo a un Balaídos sedado y adormecido por el intenso frío y por nada que le volvía a ofrecer el Celta. Y nada ofrecía salvo por la diferencia de tener a uno de los mejores jugadores de LaLiga Santander.
Aspas golpea de nuevo
Los silbidos, aún tímidos, empezaban a salir de la bancada celeste mientras que en el ambiente se sentía cercano el tanto del empate. Pero la diferencia entre el Éibar, La Real, el Getafe o el Leganés con el Celta tiene un nombre, Iago Aspas.
El moañés, desde más de 20 metros completaba la segunda vaselina de la tarde para poner el 2-0, un resultando tan claro como injusto por los méritos adquiridos por ambos conjuntos sobre el terreno de juego.
Salió apretando el Éibar al comienzo de la segunda mitad, Kike García tuvo el 2-1 en el 47 con un ajustado cabezazo que se marchó algo desviado. Poco después fue Jordán quien probó fortuna desde fuera del área. El Celta seguía agazapado en su campo, pero no sufría como en la primera mitad.
Brais sentencia el choque
Con Sergi Enrich tumbado sobre el césped, el Éibar quiso seguir jugando presionando la salida del Celta. La zaga encontró la fisura armera y logró habilitar a Mallo a la carrera. El capitán centró a frontal para que Brais Méndez, llegado desde la segunda línea batiese a Riesgo. Con este tercer tanto el Celta sentenciaba un duelo irregular, con muchas dudas sobre su juego y salvado por su mejor puntería.
El partido ya estaba muerto, los minutos pasaban y decidía darle un pequeño homenaje a Emre Mor sustituyéndolo entre el aplauso local por su compatriota, Okay Yokuslu.
Aspas se queda con el balón
Nada pasaba hasta que Aspas decidió que con dos goles no le llegaba, que necesitaba un hat trick y así fue. Aspas anoto el cuarto del Celta, el tercero en su cuenta particular y se retiró entre los aplausos de un Balaídos rendido al Príncipe de as Bateas, a Iago Aspas.
El moañés le ha salvado la cabeza al 'Turco' a base de golazos, y ha dado la mejor de las bienvenidas a su nueva hija, una Mía que no llegó con una barra de pan bajo el brazo. Llegó con un zurrón de goles. Goles para romper una racha de siete partidos sin ganar y hacer soñar al celtismo de que con Aspas todo es posible.