Alivio de luto en el Athletic

Lícito ir en busca del 'Santo Grial' en el tiempo debido. Terrible caer en la carrera hacia la Cartuja, donde se exhibe. Osasuna. 'Osasunbidea'. Sergio Herrera Pirón, a las tantas de la madrugada, desde una balconada de la plaza del Castillo, arengando a su gente exagerado por un 'chute' de agua del nacedero del Urederra. Mientras, en Bilbao, Osakidetza 'recetándole' a Nico Williams que se 'desenredara' a fin de no terminar convertido en un 'Ecce homo' con corona de espinas y todo.

A todo esto, de 'luto negro' combinado con el 'rojo de la sangre', la 'Liga Santander', obligando  a 'batirse en duelo' a un equipo que 'duelo guardaba' por pérdida tan dolosa. Cosas de la 'Banca', que siempre gana cuando está el dinero en juego. Y fue así que el Athletic Club se desplazó hasta Cornellá. Veinticinco años sin ganarle en liga al Espanyol. Las estadísticas están para romperlas. Y Ernesto Valverde decidió que ya era hora.

Bodas del plata. "Me quedo con el oro". Txingurri diseñó un partido tomando las mismas medidas que le sirvieron para someter a Osasuna. Reservó a Nico, y a Muniain. Dio descanso a Yeray y recuperó a Unai Simón para una portería que en la Liga siempre había suya hasta que sobrevino la lesión.

De 'luto' y en 'duelo'. "Porque debo ser más fuerte que todo dolor y todo sufrimiento". Sencillos de decir son los dichos. Complicados de llevar a cabo, los hechos. Pero cuando el Athletic media en la disputa, el 'caso único en el mundo' es capaz de magnificar su leyenda anticipando el día marcado en rojo de su resurrección.

Pelota jugada desde atrás. Ni un balón rifado. El Espanyol, pues, no tuvo papeletas que comprar. ¡Tómbola para ciegos: cayó el premio mayor en San Mamés! 'El gordo'. Para tapar los agujeros de esa final que no se jugará. Para medrar en el torneo de la regularidad. Para darle el cetro que merece a 'un tal Iñaki Williams' que, desde que Valverde lo acogió en su seno, no ha hecho sino beneficiar a un Athletic que sin él, de penuria en penuria, vacas flacas, espigas famélicas, como en los sueños que José le interpretaba al Faraón.

Y es que hay gente que ve, pero no mira. Sin Iñaki, el equipo sería tan corto que le costaría Dios y ayuda superar la línea de la medular. Estira al equipo con su endiablada velocidad. Cuando Dani García se sacó un pase largo, muy largo, precioso, puro lujo, Iñaki Williams, en una carrera de 55 metros, nos condensó lo que en esencia es y el tope que alcanza cuando al Athletic se entrega por entero.

Se mide en carrera y supera a un rival que no conduce balón, como él si lo hace. Llega fresco. Y cuando siente que ha llegado la hora, descerraja un disparo con la precisión del que con un cartucho desbarata un plato al vuelo. A los que te desprecian y difaman, "Perdónalos, Iñaki, porque no saben lo que dicen".

Iba la cosa por donde Valverde quería. El Athletic, dueño del juego y del partido. Pudo haberse ido antes en el marcador. Opciones le sobraron. Tuvo que entrar en escena Nico Williams para que la 'Banca de la liga Santander' saltara hasta reventar. Él y Muniain. Iker, el 'señor de todos los apoyos'. El que vino para 'servir'. El generoso. El que se asocia hasta terminar haciendo rondos.

A cuenta de esas dos clamorosas ocasiones para marcar que Nico desaprovechó en la triste noche de la semifinal, le había comentado a mi compañero Asís Martín poco antes del comienzo del partido de Cornellá: "A Nico le sobra calidad técnica para golear; de hecho, le recuerdo goles de pañuelos clavando el cuero por la escuadra larga pisando sus botas el vértice izquierdo del área desde el que amenaza".

Y resultó que, poco más o menos, recortando a un lado y al otro, Nico, como si hubiera escuchado la conversación con mi compañero, empeine interior de su bota derecha, levantó la cabeza, le miró a Pacheco y le dijo, 'Tómala que yo no la quiero'. Gol de pañuelos de papel. Móviles encendidos. Cerrada ovación para un tanto que parecía haber cerrado el partido. Cuando el lance agonizaba, un córner, un cabezazo, un balón que queda suelto, vivo, dos jugadores que no 'cierran el rebote', un Darder que mete la puntera y marca.

Cuando el Espanyol botó el ultimo córner del partido, me temí lo peor: que los 'pericos' nos robaban dos puntos de esos tres que con tanto esfuerzo y maña habíamos recaudado. Y resultó que en vez de alegre, me retire a mis aposentos con el enfado del que había visto a su Athletic perder.

• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista