"Si quieres ganar, prepara la guerra"

"Si vis pacem, para bellum", inmortalizó el historiador romano Vegecio. "Si quieres la paz, prepara la guerra". ¿Y si lo que quieres no es la paz, sino la victoria? Entonces, "Si vis victoria, para bellum". La guerra en los dos casos. Prepararla. Así para la paz como para lograr la victoria. De un tiempo a esta parte, corto tiempo, el que va del partido del Villarreal hasta éste frente al Hertha de Berlín, al Athletic le va la marcha, marcha militar, dos himnos, el que coreó hasta torpedear al submarino amarillo rescatando un punto, y éste, bravo, rotundo, hasta la ronquera, que, acompañado por el sonido de miles de trompetas, terminó derribando por segunda vez en la historia el muro de Berlín.

Quedaban vestigios de aquella 'Tapia', y el Athletic, este Athletic tan raro que sólo encuentra cordura en el caos, ha alisado el camino que le conduce a la fase de cruces de esta Europa Ligue en la que, ante la atención del viejo continente, ha expuesto un muestrario tan diverso como caótico, caos en el que, sorprendentemente, se ha sentido más cómodo boqueando bajo el agua a base de agallas que respirando el aire supuestamente puro de ese fútbol de alta escuela que nos prometió Ziganda al mismo tiempo que confesaba "venerar a este Club".
Era el día del todo o la nada. Ziganda premió de entrada los despuntes de Rico y Aketxe. Sigue premiando también a Mikel San José sin que uno entienda los méritos contraídos por el navarro para haberse hecho tan fuerte en la medular. Así las cosas, con 'Rulo' en la banqueta, la batalla empezó. Pero no cualquier batalla: "Si vis victoria, para bellum". Ganar. Sólo valía ganar. Vencer a un equipo físicamente más dotado, que, merced a su fortaleza, más rápido, más alto, más fuerte, se movía por San Mamés como el Pedro aquel en la zona de confort más cómoda de su casa.
Al Athletic cada vez le tira más Belfast, la colina Cavehill en la que se inspiró Jonathan Swift para escribir los viajes de Gulliver a la isla de los gigantes. Pequeño Athletic. David contra Goliath. Así se le asemejan a uno las luchas que los leones libran contra esos bárbaros que amenazan con conquistar y reducir a cenizas un imperio de 119 años de existencia. Pequeño David. Gigante Goliath. Pero si Cuco Ziganda cree que la honda que lanza la piedra se estrellará de lleno en la mitad de la frente de sus rivales, o cree a ciegas en el retorno eterno de los mitos de la Biblia, va de cráneo.

¿A qué juega el Athletic? El Athletic no juega: "¡guerrea, guerrea!". Contra el Hertha, se hartó. Inmerso en el fragor de la batalla, los golpes le vienen por delante, por detrás, por los dos costados, y hasta por encima. Atípica batalla, sin embargo, porque era el que se mostraba más débil, el que corría detrás del poderoso en busca de un balón que le costaba horrores recuperar. "A veces veo rondos", escuche cerca de mi. Y escuchar el famoso 'runrún' y los pitidos, música de viento también llamada. Si le atribuimos un estilo de juego al Athletic, uno se cree en condiciones de decir que el cuadro rojiblanco juega a tantas cosas como futbolistas coloca en el campo su entrenador a fin de salir de los incontables bretes en los que les pone el oponente.    El Hertha era como el Pedro ese que se mueve por su casa como le da la gana. Un 'okupa' en San Mames. Que hasta se permite golear de una manera insultante. Aduriz igualó de penalti. Y mientras uno se humillaba para anotar unos  garabatos en el bloc, el Hertha ya había sacado de medio campo. Alcé la cabeza y vi cómo Herrerín era ejecutado de cabeza. Apenas diez segundos desde que el juego se había reanudado: ¡como encuentre al culpable de este desastre lo va a lamentar!. Como quitarle un caramelo a un niño, o una aceituna al anciano mientras éste lee cómodamente el periódico en la taberna de 'Lolo'. 
El Athletic se encierra en los vestuarios para una puesta en común. "Sanjo, Ager, duchaos; Itu y Susa, salís". Había que darle la vuelta a la tortilla, ubicarse en el verde de tal forma que el cuadro teutón se viera amenazado, su botín en peligro, los tres puntos que de manera tan cómoda creían que terminarían llevándose para su Germania romana. 
El Hertha reculó. Se encerró en su parcela y le cedió la pelota  a su rival: "Ahí la tienes, tócala". Tocadla otra  vez, Itu, Susa. Un Iturraspe en la sala de máquinas y un Markel Susaeta ocupando la media punta de la que Ziganda había desalojado a Ager Aketxe: castigo brutal para el zurdo de Romo. Y fue así que el Athletic, con todo perdido, vio luz al final del túnel cuando escuchó al rapsoda recitar: "de lo fétido de la vida saca almíbar la fruta y colores la flor". "Entre espinas nacen Flores". Fétido y espinoso partido. Almíbar regaló Aduriz a la afición haciendo bueno un penalti magistralmente ejecutado. 

Ellos eran más altos, más fuertes, más rápidos. Pero, sin embargo, como sucedió frente al Villarreal, los leones, a base de una insistencia encomiable, encerraron al rival en su área. Hertha, contra las cuerdas. Un equipo asimétrico, de juego heterodoxo, como el Athletic, lo estaba acogotando. No era finura. No era belleza. No era el súmmum del arte combinatorio. Y sin embargo, sobre el verde, el equipo berlinés fingía superioridad tan completamente que hasta fingía que era superioridad la superioridad que en verdad  sentía. ¿Qué sucedió en realidad para que el Athletic pasara de ser bailado a terminar bailando sobre la tumba de su enemigo?.    La profanación la inició Raúl García al poner la pelota en movimiento luego de que el Hertha hubiera cometido falta en el vértice del área derecho que atacaba. Si el dos a uno subió al marcador con tintes grotescos, este tercer gol, que le daría al Athletic la victoria, comenzó con el pase de 'Rulo' (su gesto intuitivo valió por todo un partido) a Susaeta, prosiguió con una cabalgada de 'Susa' por la banda izquierda, y culminaría con la ejecución de Williams al portero teutón tras el pase de la muerte de Balenziaga. Ver para creer. El pez grande y el chico. La ley de la selva. 

Victoria por la vía de la guerra. Una más. Y no sé yo si los chicos de Ziganda podrán  aguantar este trote al que les somete su entrenador. ¿Es este el juego vistoso y cautivador que prometió Ziganda? Visto lo visto, sí. Habrá que acostumbrarse. A falta de pan, buenas son tortas; a falta de un juego vistoso y ortodoxo, el Athletic, al igual que 'Mambrú', por boca de sus jugadores deberá decir en casa a sus familias que a la guerra se va cuando llega cada partido. La guerra cruel. En la que los leones se mueven más a gusto. 'Hazañas bélicas'. Tebeo de época. Nos vemos en la próxima 'caricatura'. Con un buen trozo de pan y dos onzas de chocolate.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista y periodista