El Leganés cae en el Villamarín antes de recibir al Athletic

De un partido del Betis se pueden decir y escribir muchas cosas malas, muchísimas, pero hay días que casi todo se esconde gracias a un nombre y otras veces, como ante el Leganés, a la magia del jugador con más calidad. A Rubén Castro le da igual el año en el que viva, si hay parón navideño o se llame como se llame el rival. Lleva el gol en la sangre y no tiene precio. Y si además se une a Dani Ceballos la historia tendrá final feliz. El utrerano pidió una nueva varita a los Reyes Magos y ha funcionado a la primera. 2-0 cayó el Leganés, que recibe el próximo sábado al Athletic Club en Butarque, con Bustinza y Unai López de titulares y el debut de su quinto portero del curso, el italo argentino, Champagne.

Porque el Betis, el de los tres centrales (o cuatro) y los carrileros, sea frente al Leganés o en el Camp Nou, vive de lo que hagan estos dos jugadores, unidos otros partidos a las paradas de Adán. Ante el Leganés no hizo falta recurrir al portero, que ya tendrá trabajo en otras ocasiones, como por ejemplo el próximo fin de semana en el Vicente Calderón. Con Rubén y Ceballos basta y sobra ante rivales que hacen bueno al Betis. Y eso es ya mucho decir. Hasta Piccini, pitada por los béticos, fue protagonista en positivo.  La primera parte del Betis se resume en dos palabras que por separado dicen mucho: horrible y penalti. El juego del equipo de Víctor fue para llorar ante un rival que sonríe con cada partido que disputa en la élite. Otra vez cinco defensas para marcar a Guerrero, esta vez con Petros y Jonas Martin para intentar crear alguna jugada de peligro. Y otra vez Sanabria lesionado. Menos mal que los errores absurdos de los defensas béticos no encontraron soluciones en el Leganés. Eso es, porque era el Leganés.  Rubén Castro estaba desesperado, sin apenas participar y viendo cómo cada contraataque, o intento de contraataque, sus compañeros necesitaban más de cinco toques para avanzar dos metros. Para salvarse puede dar, porque la competencia es la ideal, pero este Betis, así, va a dar muy pocas alegrías en el 2017. Víctor parecía tranquilo hasta la lesión de Sanabria. El paraguayo se esforzó en una carrera y lo pagó. Inicio negro de año y habrá que preguntar ahora si al Betis, además de todo lo que le falta atrás y en el medio, necesita otro delantero.  Pero toda esta horrible primera parte del Betis pudo tener un colofón diferente si Estrada Fernández, aquel que escamoteó a los verdiblancos un gol en el último derbi, llega a usar mejor la escuadra para ver cómo Alberto Martín hizo falta a Durmisi sobre la misma línea. Las imágenes y las capturas, por si alguien tiene dudas, están ahí. Otro tema bien distinto fue no ver a los jugadores del Betis protestar de forma airada esa jugada. Como si sobrara el penalti. Magia y gol  Todo lo horrible que fue lo anterior queda apagado por un pase de genio de Dani Ceballos nada más arrancar la segunda parte. Y otro genio, mejor que el de la lámpara, demuestra que no se le ha olvidado hacer goles con el nuevo año. Rubén apareció una vez y batió a Champagne. La misma historia de siempre en el Betis. Pero bien haría esta vez Rubén en darle a su amigo Ceballos parte de una prima por goles. Espectacular.  Garitano, que también se ha tomado a pecho la moda de los tres centrales, no tuvo más remedio que variar su idea. El Leganés es lo que es y a veces sorprende al rival, pero también da gracias, por ahora, por tener a tres equipos peores por debajo. Así es la Liga, donde el Betis, en muchos partidos, es el tuerto en el rey de los ciegos.  Víctor olió el único peligro que tenía su equipo y quitó a Petros, que con una amarilla sigue intentando lo mismo. Era la única salvación del Leganés, que ya dejaba más huecos en su defensa. El Betis pudo sentenciar tras otro gran pase de Rubén que Jonas Martin mandó fuera por poco. Un cambio de cromos hubiera tenido un distinto final.  Y cómo fue el partido que hasta Piccini se apuntó a la fiesta. O cómo será el Leganés. El italiano cerró el marcador en una presión asfixiante de Alegría y Rubén. Algo bueno tendrá Víctor cuando ahora el Betis gana siempre en casa. Y los béticos se alegran. Para que haya muchas más alegrías hace falta que fuera del Villamarín la historia sea distinta. Pero para empezar el año, para no pasar apuros, para mirar al menos al décimo, basta con Rubén y Ceballos. Que no es poco. Ya quisieran otros equipos tener a estos dos magos. Con ellos todo es más fácil.