Desierto, sudor y lágrimas de alegría
Àlex SantosMaadid (Marruecos), 3 may .- La Gaes Titan Desert Garmin llegó a su fin en su edición decimotercera con un ganador indiscutible, Josep Betalú, convertido en un héroe, ya que ha logrado la victoria por tercera vez, pero también con cientos de historias menos mediáticas que también han concluido de forma satisfactoria.
Pone su punto final como siempre lo ha hecho, con muchos ciclistas asegurando en la meta de Maadid que repetirán, que la experiencia es única, que el desierto es cautivador y su atmósfera inmejorable, por la camaradería en el pelotón.
Otro, sin embargo, ya tendrán suficiente, porque quizá ya sientan culminadas sus expectativas porque se trataba de una aventura en la que buscaba un reto personal, poner el cuerpo al límite o simplemente cumplir con un programa social.
De hecho, la motivación mayoritaria de los denominados 'titanes' nada tiene que ver con la persecución del éxito deportivo, reservado éste para unos pocos, ni tan siquiera el económico, que no existe (todos reciben una placa de piedra en el que se les reconoce la heroicidad), sino el de cumplir con un reto personal, un sueño, una promesa o desafío con amigos, familiares o compañeros de trabajo.
Así es la Titan, donde se da cabida a todos los retos posibles. Muy pocos vienen a por un podio, nadie a por dinero. La mayoría, a cumplir una promesa personal o de un tercero o hacer visible un programa solidario, bien contra el cáncer o relacionado con alguna enfermedad, algunas desconocidas.
La Titan es una carrera con vencedor pero sin dinero que remunere el esfuerzo. Se puede ver en la salida de meta a un ganador de la vuelta como es Melcior Mauri con otro que ganó el Tour, el australiano Cadel Evans, a un invencible en tierras marroquíes como es Josep Betalú, así como un ejército de aficionados, algunos de los cuales le han tenido que sacar horas a su familia y o al descanso personal para preparar la prueba.
Los hay que llevan años persiguiendo acabar, o ganar sólo una etapa, o una etapa concreta, como el vencedor del jueves, Julen Zubero, que se había quedado a las puertas siempre el día de navegación en el desierto entre dunas, pero la inmensa mayoría tienen objetivos muchos más modestos.
Este es el caso de los veteranos Ramon Aranda y Ramon Sagués, 'legends' en la Titan, y que son los únicos que la han corrido en las trece ediciones, o el veterano de la prueba, el madrileño Benigno Redruello, de 71 años, y frente a él el joven Pablo Antuña, de 16 años, quien el año pasado acompañó a su padre para ver cómo era la prueba y que este año se ha subido a la bicicleta para cumplir con el reto, aunque tras la segunda etapa los médicos recomendaron que no saliese al día siguiente.
No obstante el joven Pablo Antuña creyó que no podría cumplir su sueño si no volvía a la pista, como así sucedió tras el recomendado día de reposo, y volvió a echarse a la pista junto a su padre y a un amigo de éste, a pesar de que tuviese que entrar entre lágrimas, de emoción y de dolor, como así pasó en la segunda etapa, poco antes del coche escoba, recibiendo una entrada triunfal con el resto de ciclistas en la meta aupándole y saludándole a su paso.
Las lágrimas no sólo aparecen en la pista, donde también se viven momentos de desolación cuando hay que abandonar porque el cuerpo no puede más o por las rozaduras en las piernas en la zona del 'culotte', o por un susto, como el que vivió un ciclista canadiense que debió ser evacuado en helicóptero por un problema cardíaco.
La alegría desbordada en lloro es la del joven Àlex Roca, con un 76% de discapacidad, tras un virus herpético desde cuando tenía seis meses, que ha concluido la Titan a su manera: dos etapas y un último tramo en la sexta y última, todo ello en una bicicleta tándem tirada por su tío José Campillo.
También la Titan ofrece momentos de emociones subidas de tono, como aquellas que cuentan algunos ciclistas que no quieren que se desvele su historia porque aseguran que se "perdería la magia", como relata un médico que ha regresado para completar una promesa que se hizo, así como las campañas habituales de los patrocinadores de la carreras, como por ejemplo GAES.
La empresa que trata de problemas auditivos ha vuelto a propiciar situaciones emocionantes al posibilitar que gente de las aldeas de esta parte marroquí del norte del desierto del Sahara puedan oír por primer vez, o mejorar lo suficiente su audición.
Este es el caso de la joven Sabah, de 23 años, una de muchas que a partir de esta Titan su vida va a dar un vuelco para bien. Sabah, diseñadora y tatuadora, no pudo contener las lágrimas cuando los técnicos de GAES le implantaron un audífono con el que desde hace unos días el mundo le va a ser un poco más fácil en este escenario inhóspito del desierto de Marruecos.
Al final, 546 ciclistas han sido los que han terminado la Titan, un récord de participación en las trece ediciones. 546 con la distinción de finalizadores ('finishers'), es decir, que han corrido todos los kilómetros por delante del coche escoba.
Los organizadores de la Titan dicen que no tienen límite en cuando a crecimiento, aunque un aumento considerable de participantes aseguran que podría hacer perder la esencia de la carrera, aunque no esconden que, si el ascenso llega por parte de inscripciones de ciclistas extranjeros, será todo un éxito.
