El Tour se empobrece sin Valverde

El ciclismo es un deporte realmente duro y, a menudo, el más injusto de todos. No sólo es poner al límite el cuerpo, sino quedar completamente fuera al más mínimo error. El ciclismo es preparar durante meses todo un Tour de Francia, de tres semanas, y que la carrera dure unos míseros 7 km. Alejandro Valverde abandona el Tour a las primeras de cambio, se queda sin el resto de la temporada, la mejor de su carrera, a los 37 años. Ni en el guión más cruel se contemplaba un giro tan macabro.

Pero el Tour, este Tour que incita a las emboscadas, a la estrategia, se ve afectado por el abandono del corredor del Movistar. Se va una pieza que poseía todas las papeletas para jugar un papel protagonista en el desenlace de la carrera. El Tour, sin Valverde, se empobrece por la variedad táctica que ofrecía el murciano. Para empezar, una posibilidad real, a la vuelta de la esquina, de alcanzar el amarillo del liderato en la tercera etapa. Con un buen tiempo ayer en la crono, el final en alto de Longwy del lunes se ajustaba a su perfil para ganar la etapa y, con las bonificaciones, colocarse como el primero en la general. Papeles, todos, que se mojaron tras caerse sobre el asfalto empapado de Düsseldorf.
Sin Alejandro Valverde, el primer impacto inmediato es para Nairo Quintana. El colombiano pierde a su lugarteniente, a su último corredor en la montaña, a su mejor gregario. Y es que, tal como suena, aún impacta. ¿Quién en todo el pelotón puede tener a Valverde como gregario? Es un lujo que ahora Quintana y Movistar pierden. La presencia del ciclista español no sólo aseguraba una gran compañía a su jefe de filas, sino también una buena presencia en la general. Esto permitía a su equipo jugar a dos bandas, lanzar ataques sin concesión con la necesidad de sus rivales de vigilar a dos corredores, responder por duplicado, gastarse el doble… o asumir riesgos en forma de libertad. El Tour de Nairo Quintana será, ahora, más previsible.
Pero, además, la escuadra española pierde a la segunda gran baza por si su jefe de filas fallaba tras los esfuerzos del Giro. Ayer, la velocidad a la que Valverde entró en la curva sólo demostraba su grado de confianza de cara al Tour. En su mejor año, que ya es decir, el veterano ciclista estaba preparado para asumir los galones si era necesario.
Incluso Movistar tenía en la recámara una posibilidad nada desdeñable, aunque no siempre la inicial. Con Valverde, si las opciones para la general no salían, se aseguraban tener oportunidades de ganar alguna etapa, como ya hizo el murciano en 2012 en Peyragudes en un final que, precisamente, se repite en la edición de 2017. El ciclista español aseguraba muchas y diversas opciones, todas buenas, en un Tour que, en apenas 7 km, de los más de 3.000 por correr, ha dado con el fin y el traste de todas ellas.
Sin Tour, sin La Vuelta y problemón a la vista
Lo grave, además, es la consecuencia larga de la caída, abandono y lesión. Más allá del buen contexto que se le avecinaba al ‘Bala’ en la Grande Boucle, lo cierto es que La Vuelta a España era otro de sus grandes objetivos individuales esta temporada. Partía como jefe de filas, con la mente puesta en conseguir su segundo trofeo de la ronda española (la ganó en 2009) y con la ilusión de poseer la mayor de las libertades. Nada de eso será posible. No solo abandona el Tour, que no es nuevo para él, sino que lo hace para el resto de la temporada, incluido el Mundial, las clásicas de septiembre y octubre. La ecuación es tristemente sencilla: la baja de un corredor gigantesco, legendario, que compite a buen nivel desde enero a octubre, lo que dura la temporada, pasa a ser inmediatamente en una baja igualmente gigantesca.
Al Movistar se le presenta, además, un problemón por delante. En una carrera en la que, obviamente, el patrocinador desea alcanzar lo más alto por correr en casa, el equipo se encuentra con que partirá sin una gran figura con la que avisar grandes objetivos. Nairo Quintana corrió el Giro y está en el Tour, por lo que no hará la Vuelta. Y sin Valverde, que era el jefe de filas, al Movistar se le complica buscar la clasificación general. Amanece, no obstante, un nombre: Marc Soler. El catalán lleva una muy buena temporada y es, actualmente, la mayor promesa del ciclismo español de cara a las grandes vueltas. A priori iba como gregario de Valverde, pero sin él en la carretera, Soler tendrá que debutar, nada más y nada menos, con el objetivo de hacer una buena general. Un peso notable que Movistar ha querido evitar a toda costa, razón por la que aún no ha disputado ninguna vuelta de tres semanas.
El abandono de Ion Izaguirre, otro gran contratiempo
Ion Izagirre y Alejandro Valverde han sido compañeros durante varios años. Ayer vivieron una suerte parecida, aunque afortunadamente en el caso de Izagirre las consecuencias parecen menores. El corredor vasco del Bahrain-Merida, que se presentaba al Tour como jefe de filas ante la ausencia de Vincenzo Nibali, hubo de abandonar exactamente en la misma curva. En el caso del equipo asiático las problemáticas son menos. Quizás Izagirre estaba lejos de hacer una gran general y el objetivo era buscar alguna etapa de prestigio. Y, además, el corredor podría estar en la Vuelta a España, donde sí estará, en principio, Vincenzo Nibali, con lo que la escuadra tiene bien cubiertas las espaldas.
Pero para el ciclista donostiarra es un varapalo duro. Venía de hacer buenas clasificaciones a lo largo de la temporada y con la confianza de hacer un top-10 en el Tour, resultado nada desdeñable. Con la baja de ayer, el ciclismo español queda notoriamente mermado sin dos de sus grandes piezas de cara al Tour de Francia de 2017. No podía empezar peor.