Cien años de Giro (II): Un trayecto con final apasionante

Después de la primera parte de la previa del Giro de Italia 2017, llega la segunda con el recorrido que tendrá la ronda italiana. Este año, la ronda italiana irá de menos a más para celebrar sus 100 años.

Uno de los éxitos del Giro de Italia en los últimos lustros ha sido su dureza de principio a fin, con una organización capaz de colocar puertos de montaña exigentes ya en las primeras etapas. Para el centenario la carrera hace reservas y condensa su resolución para la tercera semana. Las dos primeras semanas serán más “suaves”, pero la tercera, con las piernas ya maduras, esquilmará al más exhausto.
La carrera comenzará con un tríptico en Cerdeña antes de un primer y tempranero día de descanso (habrá tres) para desplazarse a la península. En la isla no habrá diferencias importantes, pero los sprinters tampoco tendrán fácil hacerse con los triunfos ante un terreno lleno de altibajos. La cuarta etapa, tras el día de descanso, sí provocará algunas diferencias y dejará ver los primeros impactos entre los favoritos. El Giro subirá al Etna, donde los gladiadores entrarán en erupción por vez primera para marcar levemente el territorio. Una etapa con dos puertos exigentes, pues además del volcán se subirá el Femmina Morta. De todos modos, no será, previsiblemente, una ascensión de grandes distancias entre los corredores.

La sexta y octava etapa contarán con dos muros, finales que han caracterizado la Vuelta a España en los últimos tiempo con notable éxito. El Terme Luigiane y el Peschici no harán grandes diferencias, pero a escaladores no explosivos pueden ser intensas ascensiones que se atraganten. Las trampas estarán dispuestas. La primera semana cerrará con la ascensión al Blockhaus, de 31 km, en una etapa corta (139 km) y que tiene su mayor dureza a mitad de puerto. Será la tónica habitual del Giro en las dos primeras semanas, las etapas de montaña no serán excesivamente exigentes para dejar la carrera abierta. El Blockhaus dejará algún descarte, un guión establecido para el resto de etapas, pero sin el final desvelado.
La segunda semana, tras el día de descanso, se iniciará con una contrarreloj de 39 km. Una distancia larga que, sin embargo, no será tan cruel para los no especialistas, ya que albergará hasta tres ascensiones. Escarpada, será para todoterrenos y beneficia a los escaladores que deseen hacerse con la ‘maglia’ rosa en Milán. Sin embargo, acentuará diferencias. Lo suficiente como para que al día siguiente, camino de Bagno di Romagna, en una etapa de cuatro puertos de notable entidad, algún valiente lo pruebe en la última ascensión y se tire a tumba abierta en el descenso que conducirá a meta. Puede ser ésta una etapa en la que se saquen réditos no contenidos en la calculadora. En el ciclismo actual las trampas suelen salir caras.
La segunda semana finalizará con las subidas a Oropa (exigente, pero muy sola en una etapa de 131 km) y la llegada a Bergamo, con una cota peligrosa a 4 km de meta. La “suavidad” del Giro terminará ahí, porque a partir de ese momento, los pequeños apuntes en la libreta pasarán a ser capítulos.
La decimosexta etapa, ya en la tercera semana tras el último día de descanso, presenta el siguiente menú: Mortirolo, Stelvio, Gioco di Santa María y 227 km camino de Bormio. Una auténtica oda sobre el perfil que los ciclistas decidirán si convertir en memorable, leyenda o… un día cualquiera. El ciclismo tiene marcada en rojo y sobre triple círculo ese 23 de mayo. Tres colosos, con breve cameo por Suiza (el Gioco di Santa María se sitúa en el país helvético). Que finalice en descenso puede poner una guinda tan inmejorable como dulce y envenenada.

Dos días más tarde el Giro enfilará otra etapa con cinco puertos encadenados y, ésta vez sí, con final en alto. Será en Ortisei/St. Ulrich, en un recorrido abrupto y explosivo dado su pequeño kilometraje (137 km) con tanto desnivel ascendente acumulado. Las piernas, ya castigadas, pueden sufrir unos estragos con la acumulación de esfuerzos que realmente hará héroe supremo al que corone en primera posición en Milán. Acto seguido, los dos próximos días, final en alto en el Piacanvallo (aunque en una etapa de dureza más reducida que sus predecesoras más inminentes) y meta en Asiago tras subir el Monte Grappa y Foza, montañas con entidad.
Con tal panorama, y 20 etapas disputadas, el Giro podría quedar más que finiquitado, solventado y decidido. No es para menos. Terreno habrá, muchísimo, y la ronda italiana amenaza con ser histórica. Pero para poner el broche no habrá paseos hasta Milán. No, no habrá paseos. Cerrará el Giro de Italia una última crono de 28 km, que parte desde el circuito de Monza hasta la ciudad milanesa. Completamente llana, que dará una última oportunidad, por si la tuvieran, aquellos especialistas puros que sobrevivieran a base de bocanadas de aire exiguo sobre tantas rampas anteriores. Sí, la ‘maglia’ rosa no sabrá quién será su último poseedor hasta el último metro de la ronda italiana. Habrá opciones para redentores y claudicados.